domingo, 19 de marzo de 2023

 

FÁBULA DEL ABUELO INSOBORNABLE

 

 

El abuelo Fran poseía un espíritu emprendedor digno de ser admirado, según comentaron quienes le conocieron. Con tan solo veinte años decidió abandonar su pueblo natal y sumergirse en la vorágine de la gran ciudad. Al principio todo fueron dificultades para sobrevivir en la urbe, por no estar acostumbrado al ritmo de vida ni a la soledad que tenía que soportar en un lugar en el que carecía de dinero, familiares y amigos que le pudieran echar una mano.  Realizó todo tipo de humildes trabajos: barrendero, limpiabotas, mozo de estación... hasta encontrar un trabajo estable como vendedor en un puesto de verduras en el que sus conocimientos hortelanos y el amable trato que dispensaba a las parroquianas le fueron granjeando el aprecio de sus jefes. Pasado un tiempo, decidió establecerse por su cuenta haciéndose un hueco en el competitivo mundo de las hortalizas, en el que progresó de tal manera que, con la ampliación de su oferta, llegó a ser dueño de varios establecimientos de frutas, hortalizas y legumbres.

Consecuente con su origen humilde, era un jefe honrado y compresivo con las necesidades del medio centenar de empleados que llegó a tener. Su negocio prosperó enormemente con lo que consiguió amasar una gran fortuna, que pronto invirtió en un solar sobre el que mandó construir un palacete modernista. Corrían los primeros años del siglo XX...

Cuando lo construyó, el palacete era un ente aislado en la periferia de la urbe, pero pronto se vio rodeado por enormes edificaciones que le daban el aspecto de un enano en un mundo de colosos. Fue entonces cuando el afán especulador de diversos constructores hizo que se fijaran en él, ofreciéndole elevadas sumas de dinero para su demolición, e, incluso intentaron sobornarle para que cediera a sus pretensiones, sin embargo, el abuelo, mostrando un carácter firme y enérgico se negó una y otra vez a demoler el edificio, pese a las ofertas y presiones recibidas, pues pensaba que la buena arquitectura debía de conservarse.

Tras su fallecimiento, hijos y nietos recibieron el reconocimiento a la honradez y firmeza de carácter del abuelo, cuando el Ministerio de Cultura declaró al palacete como bien de interés cultural y decidió que sus muros albergaran un Museo de Arte Moderno.

 

MORALEJA: Sé honrado e insobornable. Serás un ejemplo para todos.

 

 

 

 

 

 

 

3 comentarios:

  1. Muy ejemplar los valores y virtudes del protagonista Fran, el abuelo insobornable.

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    1. Gracias por su comentario. Verdaderamente, el ejemplo que recibimos del abuelo ejemplar es maravilloso y digno de ser tenido en cuenta en nuestras conductas. Saludos.

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    2. Es digno de admiración, pero por ejemplo en Madrid prácticamente todos los palacetes de la Castellana fueron derribados, sobre todo por los herederos de quien los construyeron. En honor a la verdad el mantener esas edificaciones no está al alcance de sus dueños

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