domingo, 12 de enero de 2025

 

LA VIDA DE MAGÍN PUERRO

-XIX-

 

 

No pasaron ni dos días

cuando en el Ayuntamiento

dieron el consentimiento

para abrir el chiringuito.

Para el Alcalde Benito:

“lugar de conocimiento”.

 

 

Con suerte nos designaron

para jefes de taberna.

Una invisible linterna

iluminaba el camino

para cambiar nuestro sino

a felicidad eterna.

 

 

Dejó de ser el pajar

el nido de los amores.

Sin pretensiones mayores

nos cedieron una casa

de ventanales escasa

propiedad de unos cantores.

 

 

Pusieron la condición

de vez en cuando ensayar

para poder afinar

sus voces para la Fiesta.

Aceptamos la propuesta

si no había que pagar.

 

 

María y yo comenzamos

a trabajar en enero

y terminando febrero

el personal no cabía,

pues el bar ya no podía

albergar tanto tripero.

    

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