jueves, 30 de enero de 2025

 

NIEVE DE ENERO

 

Cuando nieva, el tiempo parece entretenerse

sin querer avanzar.

A ritmo de vals,

bailan los copos de nieve,

dubitativos antes de tomar tierra;

 esta tierra en la que desaparecerá,

más pronto que tarde,

la aventura que partió de nubes algodonosas,

una mañana, a finales de enero.

Nieva sobre los blancos almendros y

sobre el negro asfalto de la ciudad.

Cada vez que nieva, sin poderlo evitar,

siento un retroceso temporal a la infancia.

En el recuerdo, los copos tenían

la blancura total de la inocencia primera,

se moldeaban a impulsos de manos inexpertas,

volaban prestos buscando el objetivo

de un compañero de juegos

 y, finalmente, abandonados, se desvanecían

envejecidos en pequeñas montículos,

hasta su completa desaparición.

Hoy, la nieve me traslada al momento pasado

de la blancura impoluta, aquella que nunca debí perder

con el paso de los años; aquella que era

blancura fugitiva, sin reparar,

 que acabaría ennegrecida

esperando el fatal deshielo.


Fotografía: Joaquín de Jáudenes Ortuño.

 

2 comentarios:

  1. Preciosa poesía de una estación melancólica y a la vez muy bonita. Esa nieve que a todos nos asombra, nos deleita y nos trae muchos recuerdos de la infancia.

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    1. Cierto, Joaquín. La nieve nos recuerda la infancia y el poema que lo describe se ha visto elevado a mayor alta cota artística, merced a la cesión altruista de tu espléndida fotografía. Mis lectores así me lo comunican repetidamente. Te deseo un feliz día. Abrazos agradecidos.

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