CAMBIO DE SEXO
(Obra teatral en tres
Actos)
ACTO PRIMERO
(En una cafetería casi vacía)
PROTAGONISTA—
Perdona, chico, que te haya citado a una hora tan intempestiva, pero necesitaba
alguien que me diera su opinión sobre un tema que me angustia en los últimos
tiempos y he pensado en ti porque me conoces desde niño.
AMIGO
1— No te preocupes por el madrugón. ¿Para qué estamos los amigos? Si te puedo
ayudar, cuenta conmigo. Pero dime, ¿qué asunto te apremia tanto?
PROTAGONISTA—
No me resultará fácil decirte lo que me pasa, porque además no estoy seguro de
que puedas entenderme, pero lo intentaré. Verás, desde hace algún tiempo mis
esquemas mentales se están desmoronando. No estoy tan contento como debiera con
mi condición de varón. He perdido la pasión que sentía por mi novia; es más,
quisiera ser como ella.
AMIGO
1— ¿Cuándo empezaste a sentir los primeros síntomas? ¿Cómo empezó todo? Es que
me estás dejando de una pieza.
PROTAGONISTA—
Ya lo vengo rumiando desde hace tiempo, pero últimamente siento una fuerza
indescriptible que me empuja a querer tener los privilegios de que goza una
mujer. Sin ruborizarme, me miro en los espejos con frecuencia, uso perfumes con
esencias atrayentes y tengo que admitir que el rosa me gusta más que el azul.
AMIGO
1— Verdaderamente eso es bastante preocupante. Pero... ¿qué piensas hacer?
PROTAGONISTA—
Creo que no voy a tener más remedio que cambiar de sexo.
AMIGO
1— ¡Eso es muy fuerte, colega!
PROTAGONISTA—
Y tanto. Yo mismo estoy asustado. Sé que, aunque lo consiga, nunca podré llegar
a ser madre, pero, al menos, podré entender qué es lo que pasa por la cabeza de
las mujeres. Lo que ocurre es que no conozco a nadie que me pueda ayudar. Tal
vez si tú supieras de alguien...
AMIGO
1— No sé, no sé... Déjame pensar. Quizás encuentre a alguien dispuesto a
ayudarte. Lo que pasa es que así, tan de repente... Me encuentro impactado por
la noticia. Si quieres hago alguna gestión y dentro de unos días quedamos aquí
mismo; parece un lugar muy discreto.
PROTAGONISTA—
Vale. Procura no tardar. Mi cabeza va estallar de tanta preocupación.
AMIGO
1— Descuida, te llamo y quedamos.
ACTO SEGUNDO
(En la misma cafetería, pocos días después)
AMIGO
1— Aquí te presento a este amigo que es de toda confianza. Trabaja en un
hospital como cirujano y además es psicólogo. Es un experto en estos temas. Creo
que él te puede ayudar.
PROTAGONISTA—
Encantado de conocerle. Necesito una persona como usted que me ayude a superar
las terribles incógnitas que se me plantean.
AMIGO
2— Tutéame, por favor, casi somos de la misma edad. Ya estoy informado de tu
pretensión y, créeme, es un problema muy serio. Necesitas una preparación
previa y pensar en los pros y los contras antes de tomar una decisión; luego ya
no hay marcha atrás.
PROTAGONISTA—
Supongo que sí, claro. Infórmame, por favor.
AMIGO
2— Antes de informarte, me gustaría saber qué es lo que bulle en tu cabeza para
pensar en cambiar de sexo.
PROTAGONISTA—
Ser mujer, pese a lo que se diga, es bastante mejor que ser hombre. Ellas pueden
usar tanto falda como pantalón. En algunas oposiciones como para ser bombero o
policía, las pruebas atléticas son mucho menos duras, y al final cobran lo
mismo. No lo entiendo y me gustaría comprenderlo. ¡Quiero cambiar mi sexo
cuanto antes!
AMIGO
2— A pesar de tus razonamientos, me parece que te estás precipitando en tu
decisión.
AMIGO
1— Eso opino yo también. Piénsatelo un poco más.
PROTAGONISTA—
¿Pero por qué tiene que haber unas cuotas determinadas de mujeres a la hora de
confeccionar listas electorales? ¿Por qué tenemos que cederlas el asiento en el
bus? Es que no lo entiendo. El cambio de sexo me resulta imprescindible.
AMIGO
2— Tienes razón en algunas cuestiones, pero sigo creyendo que no son razones que
justifiquen un cambio de sexo; de hecho, en todos los casos que he tratado, las
motivaciones han sido muy diferentes. En cualquier caso, tómate un tiempo y si
persistes en tu pretensión, te cito en mi clínica para realizar unos estudios
previos y una analítica.
PROTAGONISTA—
Así lo haremos. Muchas gracias. Nos vemos en la clínica, pues va a resultar muy
difícil que cambie de opinión.
ACTO TERCERO
(En la clínica, tres semanas más tarde)
PROTAGONISTA—
No entiendo nada de lo que está ocurriendo. Primero me han hecho un análisis de
sangre y después he tenido que contestar a unas preguntas rarísimas.
AMIGO
1— ¿Pues qué te han preguntado?
PROTAGONISTA—
Que si estaba seguro de que luego no podría ser padre. ¡Figúrate! Siempre he
pensado en tener hijos con mi novia.
AMIGO
1— Ahora el que no entiende nada soy yo. Si decides cambiar el sexo, lo primero
que te cortarán serán “tus cositas” (dice el amigo señalando el lugar en donde
se encuentran “las cositas”)
PROTAGONISTA—¡Ahhhh!
¡Eso sí que no! No creo que para entender a las mujeres tenga que ser un
eunuco.
AMIGO
1— Me parece que ya voy entendiendo. ¿Tú qué quieres, cambiar de sexo o cambiar
de seso?
PROTAGONISTA—
Yo lo que quiero es cambiar de mentalidad para poder entender a mi novia, que
dice que el mismo derecho tiene ella a pasar una “tarde de chicas” que yo a
irme al fútbol con los amigos.
AMIGO
1— ¡Acabáramos! Eso se llama cambiar de seso, de mentalidad. ¡Vaya días que me
has hecho pasar! Y todo por no saber la diferencia entre sexo y seso.
PROTAGONISTA—
Por favor, salgamos cuanto antes de esta clínica. Si no llega a ser por ti… Te
prometo que serás el padrino de mi primer hijo.
AMIGO
1— Yo te prometo regalarte un buen Tratado de Gramática.
(Ambos
amigos se funden en un gran abrazo).
FIN
