domingo, 28 de septiembre de 2025

 

SUELO DE CRISTAL

 

 

Da tregua al calor la lluvia fría,

vistiendo de otoñal ocre

el alma misma. El recuerdo

gozoso se resiste a olvidar

 momentos repletos de poesía.

 

Al girar la noria de la vida,

lleva el cangilón

que me soporta, el agua

del que un día emergí

para contemplar la creación toda.

 

Es locura luchar contra el tiempo

que te arrastra y, sin embargo,

preciso hacer frente

al destino inexorable

que un día me acunó entre rosas.

 

Tropezar sin perder el equilibrio

será el secreto para avanzar

sobre el suelo de cristal,

frío y transparente

que soporta mi existencia.

 

Entre sombras y luces,

contemplo el azul entre las nubes

y vuelvo a sonreír, como aquel niño

que, imitando a Neptuno,

cabalgaba vencedor sobre las aguas.

 

Fotografía de Santos Pintor Galán.

 

jueves, 25 de septiembre de 2025

 

EL CURANDERO POETA

 

(Obra teatral en tres Actos)

 

ACTO PRIMERO

(En el salón del hogar de Germán y Lupi)

 

LUPI— ¡Qué dolor! ¡Esto es inaguantable, Germán! Estoy dolorida desde el flequillo hasta el dedo gordo del pie. Esto no hay quien lo aguante.

GERMÁN—Cariño, ¿te has tomado el ibuprofeno?

LUPI— Ya voy por el tercero y como si nada. Me voy a intoxicar con tantos analgésicos y antiinflamatorios. Debo tener el hígado para el arrastre y no veo mejoría por ninguna parte.

GERMÁN— Si te parece pedimos cita previa y que te eche un vistazo doña Casilda.

LUPI— A mí esa mujer ya no me vuelve a ver más. Me pide siempre un análisis de sangre y una radiografía para, al final, decirme que todo está correcto y que lo que me pasa son cosas de la edad. Que si la artrosis... que si el reuma... que si el cambio de tiempo... para acabar recetándome ibuprofeno, paracetamol y que los vaya alternando, y yo, Germán, no estoy ya para tomar la alternativa ni para que me toreen. Hay que buscar otra solución.

GERMÁN— Dime entonces qué hacemos. ¿Se te ocurre alguna otra cosa?

LUPI— Me estoy acordando de Marisa, la cajera del supermercado. En cierta ocasión, cuando vio que casi no podía llevar el carro, me recomendó visitar al "curandero poeta", un hombre que vive como un anacoreta a dos kilómetros de Vencedilla de la Marquesa. Verla con náuseas y predecir que en ocho meses sería madre, fue todo uno, me dijo la cajera, y eso sin tocarla ni un pelo. Solo le dijo: "En el mundo hacen falta / que nazcan mejores hombres. / Te ruego que no te asombres / si en meses tu vientre salta”.

GERMÁN— Pues sí que tenía buen ojo el curandero ese. ¿Y está muy lejos Vencedilla de la Marquesa?

LUPI— A dos horas en coche, pero las daremos por bien empleadas si me recompone un poco.

GERMÁN— Que por mí no quede, Lupi. Vete pidiendo audiencia y cuando diga, nos vamos a ver a ese caballero.

 

 

SEGUNDO ACTO

 

(En la habitación de una casa semiderruida, a las afueras de Vencedilla de la Marquesa, rodeados de multitud de estatuas de Cristos, Vírgenes y Santos, en un ambiente cargado por una multitud de velas encendidas).

 

EL CURANDERO— Pasen y no digan nada, / pues todo mal tiene cura, / aunque la noche sea oscura / está con velas velada.

LUPI— Verá a mí lo que sucede es que…

EL CURANDERO— ¡Chsss! Solo con verla detecto / el mal que causa sus males / dentro de poco, los ayes / sabrán que curo directo.

LUPI— Pero, ¿no tengo que hacer nada?

EL CURANDERO— Echa una piedra en un pozo, / reza tres avemarías / y en tan solo veinte días / el dolor podrá ser gozo.

LUPI— Parece un tratamiento fácil de cumplir. Buscaré el pozo y haré lo que usted me ha dicho. ¿Qué le debo por la consulta, señor curandero?

EL CURANDERO— No uso medios cruentos / sanando lo que pretendo / pero el efecto va haciendo / un morado de quinientos.

 

TERCER ACTO

(Después de echar la piedra al pozo y esperar veinte días, los dolores de Lupi no cesan y, escocidos por el alto precio de la consulta, deciden pedir explicaciones al curandero)

 

LUPI— Venimos enfadadísimos, porque los dolores no han cesado y creemos que hemos sido objeto de una estafa.

EL CURANDERO— Os faltó tener paciencia. / No elegisteis bien la piedra, / a veces la misma hiedra / tarda en crecer, ¡es la Ciencia!

GERMÁN— Ya nos está devolviendo los quinientos euros si no quiere que le denunciemos en el cuartelillo de la Guardia Civil.

EL CURANDERO— Aquí tenéis el dinero / no soy ningún caradura / pues mis versos son cultura / y curan, os soy sincero.

LUPI— En eso tiene razón / si mis males no sanaron / al menos en mí quedaron / la rima de un tío guasón.

GERMÁN— A mí me pasó lo mismo / y aunque Lupi no curó / noto que por fin logró / sin querer, hacer turismo.

 

Contentos porque sin pretenderlo Lupi y Germán aprendieron a rimar, le dieron una buena propina al curandero y fueron en busca de una farmacia a comprar ibuprofeno.

 

 

FIN

 

 




 

domingo, 21 de septiembre de 2025

 

FÁBULA DEL PIANISTA ENGAÑOSO

 




Desde una de las estancias del  patio de luces de un edifico, se escapaban cada tarde acordes musicales procedentes de un piano. Eran suaves, interrumpidos y reiterados. Correspondían a partituras de autores bien conocidos, de dificultad no muy elevada, cuya finalidad era conseguir la destreza de estudiantes de piano. Uno de ellos era  nuestro protagonista, que se esforzaba tarde tras tarde en intentar que su interpretación tuviera la cadencia y la sonoridad precisa en cada composición. Resultaba curioso comprobar cómo, a medida que transcurrían las tardes, apenas se patentizaban sus progresos, pero, de repente, un día, aproximadamente a las dos semanas de haber comenzado el ensayo, la partitura resultaba de una altura musical tan elevada que parecía ser interpretada por un consumado pianista.

 

Este hecho no pasó desapercibido para una joven inquilina del inmueble, que permanecía atenta escuchando los ensayos, y quedaba embelesada con la interpretación del día anterior al que se produjera el cambio de partitura, seguramente, pensaba ella, al haber conseguido el pianista su objetivo.    

No pudiendo vencer la curiosidad de conocer al perseverante músico, una de las veces, prendada con el dominio con que el pianista interpretara un "Nocturno", exclamó con la ventana abierta: ¡Bravo! ¡Bravo! A los pocos segundos pudo ver cómo un apuesto joven se asomaba dos pisos más abajo y saludaba con la reverencia propia de un concertista. Aquello fue el principio de una relación amistosa. La muchacha no sentía ningún rubor en comunicarle su admiración por los rápidos progresos con los que conseguía dominar las partituras. Él parecía no dar importancia a este hecho, y modestamente comentaba: "El trabajo continuo y un poco de talento siempre dan los frutos apetecidos. Con el tiempo llegaré a ser un buen solista".

 

Las charlas entre los jóvenes, de ventana a ventana en el patio interior, a lo Romeo y Julieta, adquirieron cierta continuidad y, progresivamente, pasaron de la admiración musical a la personal. "Me gustas ―decía ella―, pero ¿te esforzarás de igual modo para conseguir mi amor?" "Tú, también me gustas ―respondía él―. Poco a poco, con el mismo tesón e interés que pongo en el piano, conseguiré ganar tu corazón; lo sabrás cuando interprete para ti, la más difícil de las partituras".

Poco tiempo después, el muchacho le anunció: "He conseguido interpretar sin fallos el Estudio "Revolucionario" de Chopin. Mañana lo escucharás. Ésa será la prueba de mi amor".

 

Llegado el momento, la muchacha y parte del vecindario escucharon entusiasmados los primeros y complicados compases del Estudio nº 12 de Chopin, interpretados de forma magistral. Sin embargo, la casualidad quiso que un vecino empujara sin querer un tiesto colocado en el alféizar de la ventana, precipitándose en el vacío. Un ¡¡Ohhhhh!! se escapó de las gargantas de los improvisados oyentes, que sacaron la cabeza por la ventana al escuchar el estruendo, curiosos por comprobar los daños. Nuestro intérprete hizo lo mismo, mientras la melodía, sorprendentemente, proseguía...

Al comprobar que los prodigiosos sones procedían de una grabación, nuestra Julieta dio "calabazas" al apuesto Romeo.

 

MORALEJA: Nunca aparentes lo que no eres.

 Ilustraciones de Manuel Malillos Rodríguez




jueves, 18 de septiembre de 2025

 

AMOR  LEJANO

 


Mar y cielo se han fundido

en abrazo enamorado.

¡Oh atardecer dorado!

Las gaviotas ya se han ido

a reunirse en su nido

con sus amores cercanos.

Los nuestros por ser lejanos,

no ven el mismo horizonte,

tú en el río y yo en el monte.

¡Cómo pasan los veranos!  


domingo, 14 de septiembre de 2025

 

PASAJES DE “CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA”(110)

CAPÍTULO X

La Ambición



 

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Tanto a mi hermana como a mí nos temblaban las piernas cuando, en un caluroso domingo de mayo, nos vimos en la necesidad de transportar las soperas y las bebidas desde la cocina hasta la mesa, donde nuestros nuevos amigos fueron agasajados. Nunca habíamos ejercido de camareros, aunque nuestra impericia pasó inadvertida por los comensales que, sin ningún recato, asiendo la cuchara de manera improcedente, dieron buena cuenta del primer plato: patatas con costilla de cerdo.

Doña Tasina, que acumulaba en sus dedos todos los anillos del mundo, llevaba su cabeza al plato cada vez que se alimentaba, y no al revés, según rezan los manuales de educación y buenas costumbres. En postura tan forzada, el sombrero de plumas de ganso, del que no se había despojado, rozaba los perniles del lechón, que situado ante ella en la correspondiente cazuela de barro, esperaba pacientemente a ser descuartizado. Tanto don Augusto como sus hijos, Cuco y Nino, saciaron su apetito con la misma rapidez que su esposa y madre, sin apenas intercambiar palabra. La sed que les provocaba el asado la apagaban vaciando continuamente las copas de un rosado cigaleño que mi padre aportaba para la ocasión. Tras consumir de postre la especialidad de la casa, es decir, el flan que con tanto esmero preparaba Petra, doña Tasina se deshizo del sombrero. Transformada su cara en una enorme cereza granate rebosante de calorías, pidió permiso para deslizar las medias hasta los tobillos. De esa guisa, con las ligas y medias en las canillas y repanchingada en el sofá, sorbió el café sin añadirle azúcar, pues, según ella, estaba haciendo régimen de adelgazamiento. Don Augusto se desinhibió completamente, animado por el moscatel, y solicitó tomar una copa de coñac, “para no perder la costumbre”.

―No hay mejores momentos en la vida ―afirmó― que los que se disfrutan en familia o en compañía de unos buenos amigos después de una excelente comida. Eso y una partidita de mus, es el complemento ideal de una jornada feliz. ¿No tendrá usted una barajita para pasar el rato en tanto me fumo una faria? ―preguntó.

Mi padre, haciendo de tripas corazón, pidió a Petra la baraja con la que hacía solitarios, y no tuvo más remedio que emparejarse con don Augusto para enfrentarse, durante más de una hora, a los dos vástagos, mucho más expertos que los mayores en el arte de cantar “pares” y “nones”.

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jueves, 11 de septiembre de 2025

 

PASAJES DE “LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS” (110)

CAPÍTULO VII

Se acerca la Fiesta

 

 

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María, la Perdiz, se alegró cuando llegamos a su casa. No hizo falta pedirla permiso para subir al balcón, porque ella misma nos esperaba.

―Subid al balcón y hacer compañía al Caparras. El hombre se ha tenido que subir «escapao», porque con el gentío que hay, por poco lo asfixian y, si se me muere el Caparras … ¡a ver luego cómo me entero de lo que pasa en el pueblo! ―dijo la mujer sonriendo.

Las charangas no dejaron de sonar desde que se apostaran bajo el balcón del Ayuntamiento, esperando la salida del alcalde. Entre cántico y cántico, los resecos gaznates se refrescaban apurando los cubos de limonada, no pudiendo evitar teñir de rojo las camisas. Rufino no daba abasto en la apremiante misión de repostaje, sirviendo cerveza o rellenando con limonada los exprimidos cubos, en tanto que ofrecía su corral para alivio de vejigas necesitadas. Cuando los más impacientes empezaron a corear: «Alcalde: échate la siesta, después de la fiesta», hizo su aparición en el balcón del Ayuntamiento el regidor, acompañado de la Comisión de Fiestas.

―¡Ése es mi padre! ―gritó Jeremías, cuando vio al Mecagüen junto al alcalde, acompañado, entre otros, de sus inseparables Veo Doble y Entrepierna.

Fue precisamente el Mecagüen quien, con el rostro totalmente congestionado, trastabillándose sin causa aparente, logró alcanzar la barandilla para, desde allí, subiendo y bajando a un tiempo ambos brazos, intentar acallar a la multitud sin conseguirlo, hasta que salió por donde solía:

―¡«Mecagüen»… hasta la leche que os han «dao»! ¡Callaos! ¿O es que no va a poder hablar don Sebas?

Como la indicación no surtió efecto, el Mecagüen fue más explicito en su segundo requerimiento:

―¡Su os queréis callar de una puta vez! ―gritó, totalmente fuera de sí.

Con el personal más apaciguado, don Sebas, con la dignidad propia del cargo, dio lectura a una cuartilla en la que llevaba escrito: «Queridos convecinos: en el día de hoy, reunida en sesión extraordinaria esta Corporación Municipal junto con la Comisión de Fiestas, hemos resuelto que mañana, cuatro de agosto, festividad de santo Domingo de Guzmán, patrono de este pueblo, se lidien para disfrute del personal, tres novillos-toros de don Aquilino Martínez, de la dehesa del Cubeto…»

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domingo, 7 de septiembre de 2025

 



BLANCA LUNA

 

 

Te espero como te esperaba siempre

hincada de rodillas la memoria

en el rostro iluminado que me atrapa.

Se tiñe de violetas el cielo

y el contorno de tus ojos,

vigilantes guardianes de los sueños,

acarician insolentes el espacio

que pretende ser sólo mío.

 

Un lucero se estampa en el panel de estrellas

que diviso a pesar de las mil luces

que me ciegan

mientras escucho

el estrépito de la circulación aturdiéndome.

 

Por una rendija abierta a la esperanza,

de la noche, surge la interrogante de la luna

borrando el fulgor que contemplo.

Tú, eres la luna que me aparta

de los momentos futuros no vividos

con visos de aventura figurada.

Tú, apareces en los momentos más oscuros de la noche

aclarándolo todo,

para que ninguna estrella me deslumbre

un momento.

Tu mano segura me guía

y me descubre otras galaxias

sin que ninguna logre eclipsarte,

para que no olvide jamás

la encendida claridad

de la mañana

en tu mirada.

 

jueves, 4 de septiembre de 2025

 

HAIKUS DEL PROMETEDOR SEPTIEMBRE

 

 

Dejar agosto

y su calor tenaz

me tranquiliza.

 

No hay un mes,

dorado como este,

que brille tanto.

 

Entre las nubes

adivino celajes

amarillentos.

 

Dadme paraguas

por si la lluvia llega

sin avisar.

 

Amor: yo quiero

revivir nuestro abrazo

cada septiembre.

.

Fotografía de Nicolás Ventosa.