TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA
Debo confesar,
que la actualidad sentimental del escritor, me ha empujado a releer esta
novela, cuya primera lectura hice al poco de su publicación. Esta costumbre de
repasar, me resulta básica a la hora de emitir una crítica, porque aunque la
esencia del argumento no se me haya olvidado, así soy capaz de captar matices
que en una primera ocasión, embelesado por conocer el desenlace, me pasan
desapercibidos.
En “Travesuras
de la niña mala”, Vargas Llosa desarrolla una historia de amor en la que
realidad y ficción conviven sin que sepamos capaz de adivinar sus límites. Una
cualidad muy meritoria, sin duda. El autor narra de manera magistral, el amor
enfermizo y masoquista de Ricardo, con un amor de juventud, una chilena de
orígenes turbios, obsesionada por conseguir la felicidad a través del lujo y
del sexo; felicidad que, como es previsible, jamás alcanzará. Ricardo,
enamorado de ella como “un becerro”, en expresión del protagonista, tendrá
ocasión de reencontrarse con ella en varias e importantes ciudades, comprobando
que su nombre y el del amante con el que convive son diferentes ¡Y esto sucede
unas cuantas veces! En estos encuentros, dilatados en el tiempo pero de corta
duración, siempre se mostrará dispuesto a perdonarla, intentando reconquistar
su amor, proposición que ella rechazará movida por su feroz egoísmo y su busca
desenfrenada del placer y del lujo.
La dudosa
casualidad con la que coinciden en ciudades tan populosas, es un recurso
anovelado que le dará ocasión al autor para relatarnos los cambios habidos en
el Perú, desde la adolescencia de Ricardo, años 50, en el barrio limeño de
Miraflores, en donde conoce a Lily, hasta el momento en el que narra la
historia. Lo mismo hará relatando el Paris de los 60, el Londres de los 70, el
poder financiero del Tokio de los 80 o “la movida” madrileña de los 90, lo que
enmarca y sitúa perfectamente la historia de un amor tan descabellado.
No contaré el
final, totalmente previsible, pero añadiré mi opinión personal en dos
cuestiones dispares que me parece justo resaltar. Empezaré con la negativa:
Está de más el regodeo con el que describe escenas de sexo explícito. A mi
entender, al no tratarse de una novela pornográfica, el autor podría haber dado
pistas para que el lector imaginara en los excesos carnales, lo que estimara
más conveniente. La positiva: Una novela muy bien escrita con un léxico
sencillo que te conduce y te embarca en la descripción de ambientes con la
ansiedad, que sólo ocurre en los buenos relatos, de querer leer más sin cronometrar
tu tiempo de lectura. En definitiva, una novela a tener en cuenta.
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