PASAJES DE "LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS" (18)
CAPÍTULO IV
Conociendo el
pueblo
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―Los
que utilizan motes para nombrar a sus convecinos o parientes son gentes de poca
cultura, que con un vocabulario soez o rastrero ―afirmó mi padre― demuestran su
baja catadura, movidos en la mayor parte de las veces por la envidia,
evidenciando así que son gentes de escaso soporte moral. En nuestro caso, el
apodo con el que nos nombran me parece de muy mal gusto y ya añejo. Sería más
justo, ahora que tengo un reconocido prestigio, que nos conocieran por los Notarios o, en su defecto, por los Vallisoletanos, sin tener que
recurrir a mulero para recordarnos
continuamente el oficio de mi abuelo. Además, lo dicen cobardemente, a mis espaldas,
porque todavía no ha nacido quien tenga el coraje de decírmelo a la cara ―concluyó
mi padre, atusándose el bigote primero y haciendo antes de levantarse de la
mesa un nudo estrangulador en la servilleta, como si en ella se hubieran
congregado todos los cobardes del pueblo.
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Fotografía de Santos Pintor Galán
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