LA REFORMA
Crónicas
de mi Periódico 6 de diciembre
de 2018
PANES Y PECES
Hoy he estado pescando en el Mediterráneo,
concretamente en Santa Pola. Clavadas en las rocas del espigón, mis cañas
apuntaban al Este. Mi pensamiento también. Sin poder evitarlo, imaginaba a los
migrantes que habían conseguido tomar tierra en Malta y que pronto serán
reenviados a España y pensaba en la tripulación del pesquero “Nuestra Madre
Loreto” que ¡por fin!, podría reanudar su tarea y regresar a nuestra patria, a
ser posible, antes de que llegue la Navidad.
Mientras mandatarios del G-20 discutían en Argentina
cuestiones muy importantes, los vecinos de Santa Pola se reunían en la Plaza de
la Glorieta para pedir el inmediato regreso de familiares y amigos. Era un
grupo numeroso, seguramente un G-200 que clamaba justicia y sentido común.
Olvidados del mundo, esta tripulación había sido
abandonada a su suerte. Su pecado: haber cumplido con la regla más elemental de
la navegación marítima cual es el recoger a náufragos, antes de que perecieran
sin remedio en esa fosa común en la que se convertido nuestro mar Mediterráneo.
Cada vez estoy más convencido de que el mundo está
loco. O para ser más exactos, sus dirigentes. Se erigen en salvadores del mundo
y no son capaces de preocuparse por la vida de seres indefensos. Alguien
debería recordarles que volver la espalda a los desfavorecidos de este mundo
les desacredita. Hoy, hay pan y peces para todos, con tal de que ellos no
atesoren todo el pan y con sus flamantes yates, destruyan todos los peces del
planeta. Están convencidos de que “el pez grande se come al chico” y ellos son
peces gordos.
Momentáneamente, la alegría, aunque tarde, ha
regresados a los santapoleros que ya han dispuesto el recibimiento adecuado a
estos héroes de la mar. No faltará el vino espumoso y sobre todo la pólvora de
las grandes celebraciones. Más de uno estará pensando en reservar parte de la misma y
arrojarla cuando algún político oportunista se sume a la fiesta. Quizás un
cohete en el lugar en que la espalda pierde su nombre, sería un lugar adecuado.
Es la misma espalda que han estado contemplando durante diez días interminablemente
angustiosos.
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