LA LLAMADA
Te llamé por tu nombre,
y enmudeció el silencio.
Te invoqué en mi interior,
cerré los ojos, respiré profundo
salmodiando un rosario
de plegarias, y apareciste
sonriéndome
como la primera vez en que vi
tus ojos centelleando
en la oscuridad de mi noche.
Luché por retener tu sonrisa
atrapada en el tiempo,
pero se desvaneció como sombra
herida por la luz.
¡Feliz recuerdo que me traslada al
pasado!
¡Milagrosa decisión de no dejar
escapar
la contemplación del rostro,
que alegró y alegra mi vida!
En el fondo del dichoso sentir,
intento perdurar el tiempo gozado,
plantando en los balcones
colores de gitanillas,
mientras un temblor me emociona
cuando sumisas o enhiestas
me muestran su variado ropaje.
Con lágrimas emocionadas,
me asomo al precipicio del resto
de mis días contigo, y te llamo, y
te invoco, de nuevo,
como un demente atrapado en
su inconsciencia, soñando con que
el trino del pájaro moribundo
alcanzará tus oídos y vendrás, como
siempre,
a
abrazarme como antaño.
Fotografía del autor.
Una preciosidad
ResponderEliminarGracias, "Unknown". Tal vez tenga un día la fortuna de conocerte y de agradecerte, personalmente,tu comentario. Créeme si te digo, que me siento muy halagado.
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