Crónicas de mi Periódico 4 de febrero de 2021
IMPOSIBLE ESTAR CALLADO
No ha podido empezar peor el mes de marzo. Las
cifras del paro han superado los cuatro millones de compatriotas que se
encuentran, mano sobre mano, esperando que la vacunación surta efecto y puedan
encontrar trabajo. Claro, que además de ellos, hay un millón más de personas
acogidas a un ERTE, que vaya usted a saber qué suerte correrán cuando se acabe
la prestación. El Gobierno, que encuentra explicación para cualquier tipo de
coyuntura desfavorable, dice que todo es consecuencia de las medidas
restrictivas por culpa de la COVID. Pero el caso es que la tasa de desempleo ha
subido casi el triple que en Europa, afectada, como nosotros, por la misma
maldita pandemia.
Como la situación sanitaria mejora día a día, ya se
están planificando medidas llamadas de desescalada, cuando únicamente el 2,5%
de la población ha recibido las dos dosis de la vacuna. Con los locales de
restauración abiertos, así como Centros Comerciales, Gimnasios, etc., no hace
falta tener una previsión de futuro tan aguda como la de Fernando Simón, para
vaticinar que sin haber completado la tercera ola, dentro de poco tiempo,
podemos enfrentarnos a una cuarta. Eso sí, con desigual fortuna, pues es bien
sabido que cada Autonomía sigue el criterio que cree más oportuno, en esta
nuestra España del desgobierno.
Por si no tuviéramos bastantes individuos
insolidarios que organizan fiestas clandestinas cuándo y cómo les apetece, la
ínclita Victoria Abril quiere iluminar el ocaso de su carrera como actriz
haciendo declaraciones en contra del uso de la mascarilla. Lo peor, no es que
haya un minúsculo grupo de artistas tan ignorantes como ella que la secunden,
sino que sea la protagonista en los Premios Feroz y la permitan recoger el
galardón y leer un manuscrito sin que la buena señora cubra su boca con la
prenda que a los demás mortales nos obligan a llevar bajo pena de sanción.
Para demostrar que aquí hacemos todos los que nos da
la gana, pese a la advertencia de que en la situación actual no es aconsejable
manifestarse el 8-M, varios grupos feministas ya han declarado su intención de
hacerlo. Lo grave del caso es que a la cabeza de estos grupos de insensatas se
encuentra la jueza Rosell que es, ni más ni menos, la Delegada del Gobierno
contra la Violencia de Género y que ha manifestado que "el feminismo
activista es soberano" y no admite" ni media lección después de que
las mujeres han estado sosteniendo la vida y la salud en la pandemia". ¡Toma
ya! Después de escuchar a esta señora, lo menos que se puede hacer es
condecorarla con la Gran Cruz de Agustina de Aragón, por ser la mujer que mejor
sabe difundir, además del virus, los corajudos valores de toda hembra hispánica que se precie.
No menos deprimente es la situación de caos y de
revuelta nocturna que azota a varias ciudades, principalmente Barcelona, a
causa de un antisistema que dice ser rapero. El motivo es lo de menos. Los
okupas han sido tan bien acogidos por mamá Colau que el "efecto
llamada" está produciendo sus frutos y ya se unen a las protestas, jóvenes
indeseables venidos de países limítrofes. El descrédito de la ciudad va en
aumento y las pérdidas económicas que estos bárbaros están ocasionando,
incalculables, aunque la CUP en un ejercicio de hipocresía de difícil
justificación culpe a los mossos de utilizar la fuerza de manera
desproporcionada.
En Madrid, Podemos se niega a condenar la violencia
que es tanto como aplaudirla. Sánchez se pone de perfil y se limita a condenar
estos hechos cuando lo coherente sería deshacerse de un mal compañero de viaje,
pero ya sabemos que el Presidente duerme con la calculadora bajo el colchón y
se contenta con que cada mañana la suma de escaños sean suficientes para seguir
en el cargo. ¡Ah, el poder!
Hay otros muchos acontecimientos ( la reforma del
CGPJ, el informe del Consejo de Estado sobre la eliminación de
"controles" en el reparto de fondos europeos, etc. etc...) que
podrían ensombrecer más este día, pero por hoy ya es suficiente. Debo controlar
la tensión y no bajar las defensas porque sigo sin noticias de la ansiada
vacuna. ¡Ay, Simón, Simón...!
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