jueves, 27 de enero de 2022

 

PASAJES DE "CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA"(85)

CAPÍTULO XII

La Tolerancia

 

 

 

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Al escuchar la falacia con la que quería ocultar la verdad de nuestro destino vacacional, me rebelé, y no era la primera vez, contra las pretensiones paternas.

―Si tengo que mentir acerca del veraneo, prefiero quedarme en casa de tía Gertru. Aborrezco las mentiras. ¡Son odiosas!

―¡Mira, Consuelo, con que nos sale éste! ―profirió mi padre, preso de un ataque de ira―. Si hubieras aborrecido la mentira, no nos habrías estado ocultando tu mal comportamiento en el Colegio, ni tus bajas calificaciones, y por supuesto no nos habrías silenciado que tu profesor particular era un redomado republicano al que pagabas con el dinero que tu padre ganaba honradamente en la notaría. ¡Cría cuervos... ―sentenció, dejando caer el puño cerrado sobre la mesa, con tal fuerza que el aparador situado tras él vibró por resonancia.

Con el estrépito, los abuelos parecieron volver a la vida, saltando asustados dentro del marco en que se encontraban, en tanto que los dos platos de porcelana talaverana que les flanqueaban, se estremecían, y mi madre, en un acto reflejo, abría los brazos emulando a la Virgen de la Piedad, temiendo que el espejo que coronaba el aparador se viniera abajo. Las escarpias debieron de sujetarlo fuertemente al muro, porque el espejo siguió reflejando, sin quebrarse, las tensas imágenes de lo que acontecía en nuestro comedor.

―Por favor, Álvaro, cálmate ―suplicó, mi madre―. Recuerda lo que te ha dicho el médico acerca de la tensión. Si Alvarito quiere pasar el verano junto a su tía, déjale. Tal vez así, vaya preparando asignaturas del año próximo.

―¡Ni te lo pienses! A ti puede que te engañe, pero a mí no. Éste ―afirmó, señalándome― es un árbol que se nos ha torcido, y cada vez va teniendo peor arreglo. Se pasará el tiempo pensando en las batuecas y rimando palabritas que con el tiempo le servirán, como mucho, para recitarlas por las esquinas de la ciudad y así ganarse la vida. Y si no, pregúntale, Consuelo, ¡pregúntale qué carrera piensa estudiar!

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