CONVERSACIONES CON ÓSCAR (XVII)
Después del
obligado parón producido por la pandemia, he retornado a las Salas
cinematógráficas, en esta ocasión para visionar una película en la que Kazuo
Ishiguro adapta el guión de la cinta "VIVIR" (1952) del inolvidable Akira Kurosawa y la traslada, bajo la
dirección de Oliver Hermanus, al Londres de postguerra.
La trama
gira en torno a un jefe del departamento de concesión de obras públicas del
London County Hall, que vive una vida monótoma y alejada de los problemas de
los ciudadanos a los que debe servir. Su historia vital va a tomar un giro
sorprendente cuando le comunican que padece una enfermedad que puede acabar con
él en pocos meses. Desde ese momento, abandona su estricta puntualidad en el
trabajo, extrae buena parte de sus ahorros y se lanza a una desenfrenada
carrera por vivir lo no disfrutado hasta entonces. Con la compañia de un hombre,
al que ocasionalmente conoce, se marcha a la costa y juntos viven una
desenfrenada noche. Totalmente desnortado, contacta con una excompañera, jovial
y alegre, que le transmite su forma desenfadad de vivir y que supone para él un
impulso significativo para tratar de concluir con éxito, al menos uno de los
proyectos que pasaban por su departamento y en los que no reparaba en el factor
humano que los impulsaba.
Mr.
Williams (Bill Nighy), nuestro protagonista, hace una interpretación magistral
de un papel merecedor de un Óscar. Su actuación acapara buena parte de la cinta
en la que está bien secundado, aunque en menor intensidad interpretativa, por
la joven Margaret (Aime Lou Wood), el inexperto oficinista Peter Wakeling (Alex
Saharp) y el bohemio Sutherland (Tom Burke)
La
recreación del Londres de los años cincuenta es realmente fabulosa, como muy
adecuado resulta el vestuario y la ambientación de aquella City tristemente
sacudida por los estragos de la Guerra. La música de Emilie Levienaise-Farrench
es delicada y apropiada a la descripción de los hechos y la fotografía de Ramie
Ramsay comunica calidez e intimidad a los ambientes. La cruda realidad de la
historia descrita hace, que en una de las últimas escenas del film, se extraiga
una amarga conclusión sobre la condición humana, que no desvelaré...
Cinta de
gran calado, cuyo visionado recomiendo, aunque por poner una pega, creo que le
sobra media hora de metraje. Algunas escenas transcurren lentamente, quizás para
que al espectador le vaya dando tiempo a "rumiar" la tragedia que se
cierne sobre el protagonista.
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