PASAJES DE "LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS" (98)
CAPÍTULO VII
Se acerca la Fiesta
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Yo sabía por experiencia que
cuando los mayores tocaban ciertos temas, o se terminaba la conversación o nos
dispersaban, y en esta ocasión no me equivoqué.
―No estaría mal que fueras
haciendo tu cuarto antes de dar un paseo ―sugirió mi madre a Margarita―; y
vosotros id en busca de Jeremías, que estará haciendo compañía al tío Caparras.
Como Tinín se resistía a
abandonar la balconada, tuve tiempo de escuchar a Petra un último comentario:
―Ya verá como «entavía»
Bajando las escaleras, Tinín y
yo nos topamos con don Lucio y don Matías, que según el plan concebido, solían
ir a diario a visitar al abuelo y, de paso, a darle palique «para hablar de lo
divino y de lo humano».
―¿Qué tal jovencitos? ¿Echáis
hoy de menos el cursillo? ―preguntó don Matías, deslizando la mano por la cabeza
de Tinín.
―Don Matías y yo hemos creído
conveniente hacer un receso en nuestras actividades para
que la juventud pueda apreciar en vivo las costumbres y tradiciones del pueblo
―aclaró don Lucio.
Bajé la vista y no dije nada.
Este hombre con su marcialidad me infundía un gran respeto, y su estrabismo me
intrigaba. Sólo con un ojo alojado en el cogote de la enjuta cabeza, se bastaba
para devolverme la mirada, y con el otro…¿qué veía mientas tanto con el ojo
revirado? Esta supuesta ventaja que le atribuía, quedaba a mi entender
compensada porque, cuando terminara el cursillo, también concluiría para mí el
acarreo de las piedras, y sin embargo él tendría que soportar de por vida el
peso de las gafas.
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Interesante, deseos de seguir leyendo
ResponderEliminarGracias, amable lector/a. Los pasajes se publican periódicamente con un intervalo que ronda el mes. Permanecer atento a lo que escribo jueves y domingos puede ser una buena costumbre. Feliz noche. Saludos.
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