OTOÑO

 

 

 

El tiempo no se detiene, y tras la pujante primavera y  el exuberante verano, la llegada del otoño con la disminución de la flora y del tiempo de iluminación diurna, parece sumergirnos en un estado decadente del ánimo,

 

De forma semejante, la plenitud nuestros cuerpos, siguiendo la ley natural, ven disminuidas sus capacidades físicas en la llamada tercera edad, lo cual puede ser motivo para que la melancolía, nos invada. No son pocos los que piensan que esta etapa de la vida carece de interés, ignorando que las facultades intelectuales siguen un camino ascendente como lo demuestra el hecho de que los grandes músicos, pintores o escritores, alcanzaron el cenit creativo en los últimos años de su vida.

 

A veces pensamos que la edad madura es una carga difícil de soportar. Los achaques más o menos agudos nos acorralan y puede que vivamos, cuando no tristes, apesadumbrados. ¡Seamos positivos! Disfrutemos del encanto que encierra cada momento de nuestra vida. La Naturaleza nos da una lección, mostrándonos, cuando el sol declina en el otoño, su inherente hermosura. Ella me ha inspirado para componer esta Octava Real que dedico a los que hemos vivido el tiempo gozoso y nos queda por disfrutar una época serena y tierna.

Tardes que se acortan, sol de membrillo,

gemir de hoja seca en remolino,

sobre verdes prados, el amarillo,

marco dorado del último trino.

No cierres los ojos al postrer brillo,

aunque lo niegue el necio supino.

Tras la juventud y el tiempo gozoso,

queda por vivir, lo dulce, lo hermoso.

 

 

Fotografía de Juan Jesús García Visa