LA VIDA DE MAGÍN PUERRO
-XII-
Cuando
escuché la respuesta
me
quedé paralizado,
por
haberme declarado
a
una "casi" novicia,
aunque
fuera sin malicia,
el
gesto precipitado.
Según
decía mi padre
alabando
la prudencia,
es
menester la paciencia
y
encajar los golpes bajos.
"No
son las palomas grajos
ni
el amor es una ciencia"
Siguiendo
tan buen consejo,
a
partir de ese momento
observaba
el monumento
de
la mujer compañera
por
ver si señales diera
que
lo contado era cuento.
Y
así, mirando, mirando,
vi
que un día, en un espejo,
se
arreglaba el entrecejo
enterneciendo
el semblante
con
un suspiro cortante
como
quien busca cortejo
Por
eso, venciendo el miedo,
—le
dije en tono de broma,—
"A
mí me tienta el aroma
de
la cera y los conventos,
por
ti beberé los vientos
aunque
me lleven a Roma".
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