SUEÑOS (II)
Después de un largo viaje, al regreso de vacaciones,
he cogido con gusto la cama y puedo decir que he tenido un sueño plácido y
sobre todo, que, al despertar, he recordado con nitidez lo soñado, lo que no
siempre ocurre.
Sin solución de continuidad, he tenido dos episodios
totalmente distintos, con personajes diferentes y ambientes totalmente
contrapuestos. En el primero de ellos, me encontraba en un pueblo bien
reconocible en donde entablaba conversación con una joven y su marido a los que
hace tiempo que no veo, pero que hace bastantes años formaban parte de mi
círculo habitual de amistades. Ellos me preguntaban que si les acompañaba a la
capital para participar en una tractorada, a la que yo respondía diciéndoles
que acudiría más tarde y además que iría andando desde ese pueblo que dista
aproximadamente 20Km. de la ciudad. Lo sorprendente era que pensaba hacerlo
empuñando en ambas manos un cepillo y un recogedor (¿?).
En el otro episodio, mi mujer y yo, elegantemente
vestidos, penetrábamos en una joyería con intención de comprar y mientras yo me
entretenía observando los artículos expuestos en las vitrinas, mi mujer iba
colocando en sus dedos una gran cantidad de sortijas. A la hora de pagar el
joyero (un hombre de mediana edad y desconocido para mí, pero que me trataba
con familiaridad) nos ofrecía su despacho que se comunicaba mediante una
ventana con el establecimiento.
Para que la transacción fuera lo más discreta
posible, corrió la cortina que nos aislaba visualmente de su comercio. Delicadamente,
pero con firmeza, despojó de bastantes sortijas los dedos abigarrados de oro de
mi mujer, mientras comentaba: "Este no le va bien", "este es
demasiado grande" o "este no se lleva esta temporada", hasta
conseguir que pocas sortijas permanecieran en los dedos de mi señoa. Después
comentó: "Si yo fuera como los demás joyeros, no hubiera actuado así, pues
a mayor venta más ingresos, pero soy un profesional y la elegancia debe de
estar por encima de las ganancias".
Agradecido, le pedí el importe que debía, a lo que
respondió sin vacilar: 400.000 euros.
La sorpresa que me llevé fue mayúscula, pues mi
posibilidades excedían con mucho esa cantidad. Una risotada enorme salió de su
boca en tanto me aclaraba que se trataba de una broma. "Perdón—dijo—,quítele
dos ceros. Solo son 4.000 euros". Aliviado, yo también reí y me desperté.
El reloj marcaba las 6,05h. Después seguí durmiendo, plácidamente, unas cuantas
horas más.
😀muy cierto, son los sueños locos, divertidos, tenebrosos y apasionados. Estos sueños de locura con final feliz😄
ResponderEliminarUn sueño con final feliz anticipa un día de buenas sensaciones. Gracias por comentar. Saludos.
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