FÁBULA DEL MAL ESTUDIANTE
Román era un niño travieso que, con frecuencia, no
hacía caso de las advertencias de sus padres cuando le recomendaban que
ordenara su habitación o que prestara mayor atención a la maestra pues, a
menudo, se olvidaba las tareas que tenía que realizar, así como del material escolar
necesario para llevarlas a cabo.
Con el paso de los años, Román creció en estatura y
también en habilidad para evitar cualquier tipo de compromiso con sus estudios.
A duras penas y teniendo que repetir algún año, consiguió concluir la ESO sin
que el hábito por el estudio fuera una cualidad que le distinguiera.
Un hecho casual fue clave en su posterior forma de
comportarse, pues, tras sufrir unos fuerte dolores abdominales, hubo que ser
ingresado urgentemente en un hospital, en donde fue operado de apendicitis.
Allí tuvo ocasión de conocer el esmero con que las enfermeras le trataban y
cómo sabían aplicarle en el momento oportuno la medicación necesaria para su
curación.
El día anterior a recibir el alta hospitalaria
entabló una distendida conversación con el médico que le había operado, el
cual, entre otras cosas le dijo:
"Bueno, Román, ya estás curado —afirmó el
doctor—, ahora a seguir estudiando, ¿porque serás buen estudiante,
imagino?"
El muchacho bajó la vista avergonzado y el cirujano
comprendió que el estudio no era el punto fuerte de su paciente, por lo que se
permitió dirigirle una pequeña plática.
"Mira, Román, si las enfermeras y yo mismo, no
nos hubiéramos esforzado por estudiar nuestras Carreras, no creo que ahora te
encontraras vivo. Lo mismo se podría decir de un abogado: de no conocer al
detalle las Leyes, le resultaría imposible ganar un Juicio. Eso, por no citar
el caso del mal arquitecto, pues una casa construida sin buenos cimientos podría
venirse abajo con el coste en vidas que ello supondría. Estudiar es fundamental
para que el día de mañana puedas ayudar a otras personas como te hemos ayudado
a ti".
Estas palabras quedaron grabadas en el cerebro de
nuestro protagonista de manera que, a partir de entonces, se esforzó, y mucho,
para aprobar con nota los exámenes que
le iban proponiendo.
MORALEJA: Los conocimientos adquiridos mediante el
estudio sirven para crecer como persona y para revertirlos, más tarde, en favor
de los demás.
Enhorabuena que Román rectificó, eso es muy positivo. El estudio no ocupa espacio y es muy útil.
ResponderEliminarCaer en la cuenta de la importancia que tiene el estudiar, debería ser un asunto que todos tendríamos que conocer.. Gracias por comentar.
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