PASAJES DE “CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA” (112)
CAPÍTULO
X
La
Ambición
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Según me contó Margarita, aquella cita transcurrió
entre palabras entrecortadas y silencios prolongados. La falta de experiencia
en el trato con las chicas de su edad, puso de manifiesto la poca soltura del
primogénito en mantener una conversación que pudiera interesar a Margarita, y
al darse cuenta de que tenía muy pocas posibilidades de encandilar a mi
hermana, Cuco hizo lo posible por centrar su atención en Goyita, quien aceptó
su conversación con el entusiasmo con el que solía recibir las escasas
comunicaciones masculinas dirigidas a ella.
De aquella jornada, de la que Margarita salió
totalmente decepcionada, surgió sin embargo el compromiso de un nuevo encuentro
entre Goyita y el futuro heredero, Cuco.
Al enterarse tía Gertru del desarrollo de la cita,
no pudo por me-nos de sacar su lengua a pasear, citando el conocido refrán: “La
suerte de la fea, la guapa la desea”, convenientemente modificado: “Si a la
mujer las carnes le tiemblan, a los hombres les retiemblan”, que era su manera
de reafirmar que su sobrepeso era todavía motivo de en-candilamiento para sus
amigos y conocidos, aunque sus magros permanecieran fieles a la memoria de su
difunto Cesáreo.
Me pareció que aquella cita frustrada sólo afectó a
la moral de mi padre, pues tanto a mi madre como a las tatas, la falta de
cultura de doña Tasina y las torpes maneras de sus hijos, no agradaban en absoluto,
e incluso Petra, con el desparpajo que le caracterizaba, afirmó: “Bigardos como
éstos, se encuentran hasta en mi pueblo”.
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