CONVERSACIONES ÍNTIMAS
(Obra teatral en tres Actos)
ACTO PRIMERO
(Conversación telefónica entre amigas)
CLARA—
¿Qué es de tu vida, Rebeca?
REBECA—
Pues ya ves, en casa para no variar.
CLARA—
Como te recluyas sin salir, no tendrás nunca pareja.
REBECA—
Es que no tengo mucha suerte con los chicos. Soy tan espontánea y hablo tanto
que no sé si los acabo aburriendo.
CLARA—
Es que a los chicos no les gusta que la mujer lleve la batuta. Para ellos el
afán protector es sinónimo de dominio. Se sienten importantes llevando la
conversación y acaban picando. Es un consejo que me dio mi mamá.
REBECA—
¿Y te ha dado resultado? Porque creo que no tienes pareja.
CLARA—
He tenido varios pretendientes, pero no me aportaron nada. Ahora estoy
"soltera". Ja, ja, ja. Pero no creo que tenga ningún problema en
ligar. Modestia aparte, ya sabes que soy muy vistosa. Ja, ja, ja.
REBECA—
Yo, sin embargo, no tengo gracia para vestirme y apenas me maquillo.
CLARA—
Pues espabílate pronto o te quedarás para vestir santos. Mira, si quieres venir,
te invito a una fiesta de inauguración del curso que dan en un colegio mayor.
Es para el sábado, ¿qué te parece?
REBECA—
Me parece bien. Pero temo no estar a la altura.
CLARA—
A mi altura no, ¡claro! yo soy más alta y tengo mejor tipo, pero si quieres
quedamos mañana y te doy unos consejitos.
REBECA—
De acuerdo. Si te parece quedamos en el "White Story" a las siete y
me pones al corriente. Gracias, Clara, eres una buena amiga.
ACTO SEGUNDO
(En una mesa del "White Story"
CLARA—
Buenas tardes, Rebeca. Casi no te conozco.
REBECA—
¿Por?
CLARA—
Hija, eres todo un adefesio. Bajita que eres y un poco culona, vas y encima te
pones esos pantalones a cuadros que te hacen un pandero enorme. Con una faldita
disimularías algo las posaderas.
REBECA—
Pues yo creo que me sientan bien estos pantalones.
CLARA—
No te has mirado en el espejo. Y luego esa blusa con encaje cerrada hasta el
cuello. ¡Qué poca picardía tienes! A los hombres hay que mostrarles el
canalillo, y si ves que alguno te mira, con el pretexto de que hace calor, te
desabrochas otro botón. El morbo más grande para un hombre es descubrir el
color del sujetador. Eso dice siempre mi mamá.
REBECA—
Pues ahora me entero. ¡Estoy apañada! Porque como no me compre un sujetador de
tres tallas menos no aparece el canalillo ni en pintura.
CLARA—
¿Y el cutis? ¿Qué me dices del cutis? ¿No te has fijado en lo terso y firme que
tengo el mío? Claro, que eso lleva un trabajo diario de cremas exfoliantes,
nutritivas, mascarillas, el consabido pepino en los ojos, etc. etc. Sin embargo,
yo te estoy viendo cada cacho espinilla que tendrás suerte si algún muchacho no
le da por apretar y quitártela.
REBECA—
¿Sabes lo que te digo? Que te agradezco mucho los consejos pero yo me voy a
presentar al baile vestida poco más o menos como voy ahora. Eso sí, me lavaré
la cara para no ir pintarrajeada como tú y hablaré lo que tenga que hablar. No
quiero ir de esclava sumisa, ni quiero ponerme relleno en la delantera. Si
gusto a alguien, bien, y si no, ¡ellos se lo pierden!
CLARA—
Pues que tengas suerte. Si piensas ir así, es mejor que cada una vaya por su
lado. No sea que se piensen que me acompaña la criada.
(Las protagonistas se despiden enfadadas)
ACTO TERCERO
(CLARA llama por teléfono a REBECA tres meses
después)
CLARA—
¿Rebeca?
REBECA—
¿Sí?
CLARA—
Soy Clara. Te llamo porque he pensado que es una tontería que sigamos
enfadadas. Total, que yo sea más esbelta y me cuide más que tú, no debe ser
motivo para romper una amistad de años.
REBECA—
Eso pienso yo también.
CLARA—
Por cierto, ¿cómo te fue en el baile? ¿Ligaste?
REBECA—
Ya lo creo que ligué. Se me acercó un estudiante de quinto de Ingeniería
Industrial que, al parecer, estaba buscando una chica que fuera espontánea y
natural. Lo del pantalón a cuadros fue un éxito. Me dijo que le recordaba la
camiseta del Barça, el equipo de sus amores. De lo que me dijo de las demás
cositas de mi cuerpo, mejor no te lo cuento para no darte envidia. Ahora somos
novios. Además el otro día...
CLARA—
pip, pip, pip, pip, pip, pip...
REBECA—
¡Me ha colgado! Tengo la impresión de que ella no ligó pese a los consejos de
su mamá.
FIN