domingo, 30 de marzo de 2025

 

NOSTALGIA INVERNAL

 

 

En el soportal, el viento sopla

zigzagueando entre los arcos,

anhelando libertad.

 Sufren las aristas del alma

 mientras los pobres suplican

al resguardo de esquinas

y la luz se apaga

acortando distancias

entre amor y desamor.

 ¿Qué hacer cuando la sombra

inunda cada pensamiento?

 ¿A dónde huir?

La ilusión me hace ver figuras humeantes,

 balbuceos de chimeneas

que alimentan el trasiego,

en un sin vivir, de dudas acuciantes.

Y aún cuando los ateridos jilgueros

 reposan silenciosos en jaulas de alambre,

resuenan en mi interior,

canciones de enamorados.

Como la tuya y la mía,

cuando el sol calentaba

el corazón y las pasiones.

En la noche, perdido y frío,

busco el amanecer entre la bruma mental

que me trastorna, y me siento débil

al no reconocerme mendigo de amor

al reguardo de un soportal,

en donde el viento sopla

llevándose los recuerdos.

 

 

 

 

jueves, 27 de marzo de 2025

 

PASAJES DE “CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA” (108)

CAPÍTULO X

La Ambición

 

 

…………………………………

Mi padre se quedó un poco sorprendido por los nombres nada comunes de la familia de don Augusto, aunque en su interior alabó el cambio que habían sufrido en aras de parecer distinguidos y más propios de gente acomodada. Pero éstas eran cuestiones menores; lo que verdaderamente le importaba era establecer lazos más consistentes con los Ripollezo, teniendo en cuenta que, sobre la base de su fortaleza económica, alguno de sus hijos podía mitigar el dolor de Margarita, disgustada por la ruptura con Nacho, de la que se sentía de alguna manera culpable. Y comenzó su plan, comentando un día, durante la comida, que el destino le había proporcionado la ocasión de conocer a un poderoso industrial que, habiéndose instalado en Valladolid, carecía de amistades.

―Yo, naturalmente, me he ofrecido para introducirle en el grupo de nuestras selectas amistades, porque lo considero la más elemental de las obras de caridad, ¿no te parece, Consuelo? De manera que he quedado citado con don Augusto y su mujer, para esta misma tarde ―dijo, sin haber consultado sobre la conveniencia de esta cita nada más que con el cuello de su camisa.

Mi madre quedó un poco extrañada de que su marido, tan escrupuloso en hacer nuevas amistades sin conocer previamente su currículo, sugiriera tan repentinamente incluir en el grupo de sus amigos a uno que había conocido como cliente y que, aparte de estar al tanto de su fortuna, no poseía más datos. Pero creyendo que el corazón de su marido se movía por una buena causa, asintió y consintió en acudir aquella misma tarde al Círculo de Recreo, donde conocería al nuevo matrimonio, dispuesta a ganarse el Cielo con tal de no disgustarle.

                                      ...................................

                                                                       


domingo, 23 de marzo de 2025

 

LA VIDA DE MAGÍN PUERRO

-XXI-

 

 

 

Sanadas las posaderas,

el buen cura se lanzó

a reprender quien optó

vivir en concubinato,

por ser obrar insensato

lo que la Iglesia prohibió.

 

 

—“¿Dónde están los pecadores?

­(exclamó desde la puerta

a tales horas abierta

del bar en pleno bullicio).

A mí me saca de quicio

que la virtud esté muerta.

.

 

Con estas duras palabras

huyeron los parroquianos,

ni siquiera los ancianos

a don Cosme recordaban

tan irritado. Pensaban

vivir en tiempos lejanos.

 

 

En un recinto vacío

al sacerdote contamos

nuestras vidas y firmamos

papeles de casamiento

con fecha de vencimiento

antes de mayo, pensamos.

.

 

 

El que nos iba a casar,

con su sotana arreglada,

dijo que para Dios, nada

es imposible alcanzar.

Nos dejó tras trasegar

tres vasos de limonada.

jueves, 20 de marzo de 2025

 PASAJES DE “LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS” (108)

CAPÍTULO VII

Se acerca la Fiesta

 

 

…………………………………….

Acto seguido, dando la mano a Tinín, Jeremías nos urgió:

―Tenemos que darnos prisa porque dentro de un rato los mozos van a pedir al alcalde los toros y eso de ninguna manera me lo puedo perder. Vamos a las eras de arriba y así les vemos venir ―ordenó tajante.

Andando a la carrera, me faltó tiempo para preguntarle:

―¿Se puede saber por qué has mentido? Que yo sepa, tú no nos has comprado las almendras ―dije cabreado.

Casi sin mirarme, me contestó, evidenciando el complejo con el que convivía:

―Si tuviera la seguridad de que mi tío me lleva con él a Francia, no hubiera dicho nada, pero… ¿Y si me quedo en el pueblo? Al menos, el Chimenea contará a mis amigos que os he invitado y me iré quitando la fama de pobretón que me acompaña.

Llegar a las eras de arriba fue tarea imposible. Sólo pudimos recorrer media calle, hasta darnos de cara con una multitud vociferante que nos cerraba el paso.

―¡Vamos! ¡Subid rápido a la ventana del Parranda, que nos atropellan! ―gritó Jeremías, cogiendo a Tinín en brazos.

Como pude, me agarré a la verja de la ventana, sujetándome a la forja con brazos y piernas, para no desgraciarme. Desde tan privilegiada situación, vi acercarse una comitiva encabezada por un hombre que, apoyándose en el bastón, retorcía su cuerpo al andar a causa de una gran cojera, flanqueado por dos números de la guardia civil que le iban despejando el camino. Detrás de ellos, a escasos diez metros de distancia, los mozos y no tan mozos se divertían en una bulla impresionante al ritmo que marcaban las charangas, bailando mientras cantaban: «Tengo yo una ovejita lucera…» para de repente, siguiendo las consignas de Pepe el Colmenero, unir sus voces coreando: «Alcalde, tacaño, para toros los de antaño» que alternaban con otro eslogan menos edificante: «No atendemos a razones: ¡los toros por cojones!». Desafiantes, gritaban empleando un tono amenazante, insinuando con gestos inequívocos querer vapulear a los guardias y al cojo, mostrando al personal hoces y tornaderas. Pero, nada más lejos de la realidad: únicamente escenificaban, como cada año, un ritual ancestral que no conseguía alterar al hombre de la cachava, sabedor de que las amenazas eran una farsa; por eso, tranquilo y sonriente, cumpliendo con la tradición y el protocolo, saludaba a diestro y siniestro a cuantos encontraba a su paso, mientras los perseguidores se refrescaban continuamente, levantando la bota o bebiendo a morro de calderos con limonada.

―¡Corre cojo que te linchan! ―gritó Jeremías, elevando la aguda voz sobre la algarabía, cuando la cabecera de la comitiva pasaba a nuestro lado.

Se ve que el hombre, a pesar del griterío, debió oír a mi primo porque, sin perder la sonrisa, le contestó blandiendo la cachava:

―¡Ay si te agarro, mecagüen chico!

Y continuó el recorrido, como si nada hubiera pasado, repartiendo saludos mientras alzaba la mano o el bastón, dependiendo del pie que en ese momento tocara suelo.

                                                                                 ……………………………

domingo, 16 de marzo de 2025


 

LA DISTANCIA

 

 

La distancia, habla.

Percibo su voz a través del bullicio

y del rumor de la fuente en que bebí.

 

La percibo en las mil imágenes

que pugnan por revivir lo vivido

y en los incontables rostros

atrapados en el recuerdo.

 

La lejanía más que una distancia medible,

es una sensación pasada

que no termina de amortiguarse,

es un contemplar sin tener el paisaje delante,

aunque el lienzo permanezca vivo,

matizado, quizás, porque la memoria

resalta los momentos felices

para hacernos creer

que aún no perdimos la juventud

ni el miedo a lo desconocido.

 

En la distancia, los amores frustrados se amortiguan

y brotan con inusitada fuerza

los amores que hacen posible

que el vivir siga teniendo sentido. 

 

A pesar de que la distancia nos separa

de lo que jamás retornará, 

sigo alimentando la esperanza

de que un día podré abrazar

el ensueño que me persigue noche y día.


Fotografía: David Dubnistkiy

Portada del Poemario: Manuel Malillos Rodríguez

jueves, 13 de marzo de 2025

 

EL RETIRO  DEL  ANTICUARIO

 

 

Aportar algunas monedas al escaso poder adquisitivo de la familia, fue para Andrés, desde bien pequeño, una obligación impuesta por las circunstancias.  Hijo de Ambrosio, el chatarrero, pronto supo lo que era rebuscar entre inmensos montones de  desperdicios, hasta encontrar algún objeto metálico con el que en engrosar la carga de su humilde carretilla. Su padre era el encargado de estimular al muchacho y a sus hermanos para que inspeccionara nuevos vertederos. ”Comer depende de vosotros— les decía—, anunciándoles, de vez en cuando, la llegada de una nueva boca a la que alimentar.

Acuciado por la necesidad, Ambrosio, se embarcó en otra actividad  ajena a su oficio de chatarrero. Comprobó que algunas personas tenían serias dificultades en desprenderse de objetos varios procedentes de herencias o, simplemente, porque al comprar nuevo mobiliario, les molestaban. Fue así como vaciaba de enseres inservibles para sus dueños, casas enteras. Entre lo que recogía, siempre encontraba libros viejos, relojes deteriorados, marcos, sillas, etc., que llevaba a los mercadillos en donde obtenía ingresos superiores a los que le proporciona  la venta de la chatarra. En este nuevo negocio se desarrolló el espíritu mercantil de Andrés, que pronto distinguió la plata de la alpaca y el volumen valioso para una biblioteca de aquel otro que, aunque maltratado por el tiempo, no tenía valor alguno.

Cumplida la mayoría de edad, y harto de pasar dificultades, Andrés, se estableció por su cuenta; primero, en un lóbrego sótano, después, en la garita de un amplio portalón, y cuando las cosas fueron a mejor, en una calle céntrica, rodeado de tiendas lujosas a las que acudían gentes de elevado poder adquisitivo. Tenía tal ansia por olvidar su mísero pasado, que con tal de obtener pingües beneficios, era capaz de atribuir a algún personaje histórico cualquier objeto del que conocía su modesta procedencia; envejecía marcos, puertas y tallas recientes, para que pasaran por piezas antiguas, al igual que maltrataba volúmenes enciclopédicos, con tal de que parecieran mil veces leídos en una prestigiosa biblioteca. El engaño era la forma habitual con la que aumentaba su patrimonio.

Un día, tasando el palacio de un miembro de la realeza venido a menos, encontró un cuadro de un pintor impresionista de incalculable valor. Siguiendo la táctica que tan buenos resultados le daba, fingió no reparar en ella, ofertando por todos los enseres palaciegos una cantidad, que el noble aceptó encantado. Con el valioso cuadro en sus manos, Andrés, creyó llegado el momento de retirarse y disfrutar del resto de sus días sin tener que trabajar. Repartió su fortuna entre sus hijos, quedándose, únicamente, con una pequeña cantidad de dinero y el famoso cuadro, calculando que con su venta, tendría para vivir más de dos vidas.

Lo colocó en el salón, frente al sofá desde el que imaginaba todos los días, las mil aventuras que le proporcionarían su venta, cuando llegara el momento.

Poco podía imaginar, Andrés, que la policía seguía el rastro de ese cuadro, robado años atrás de una pinacoteca.

 

 

domingo, 9 de marzo de 2025

 



 MANIQUÍES

 

(Obra teatral en tres Actos)

ACTO PRIMERO

(En una Cafetería)

 

ERNESTO— He venido en cuanto he podido, Santi. Parecías muy preocupado. He deducido que algo gordo te estaba pasando; no es lógico que me cites con tanta prisa y en horas de oficina. Ya me dirás...

SANTI— Perdona si te ha sorprendido mi S.O.S., pero eres mi mejor amigo y recurro a ti porque estoy pasando unos momentos muy malos.

ERNESTO— ¿Momentos malos? Pero si eres el prototipo de hombre feliz: juventud, trabajo, novia. ¡Lo tienes todo! ¿Qué te ocurre?

SANTI— Pues ocurre que a Mariví le ha salido una seria competidora. Ahora somos un trío más que una pareja.

ERNESTO— ¡No me digas! ¡Pero si Mariví es una chica encantadora! ¿Has encontrado alguna chica que la supere en cualidades?

SANTI— En todas, no. Pero en elegancia, sí.

ERNESTO— ¿Quién es ella? ¿La conozco?

SANTI— En realidad, no se trata exactamente de una chica, sino de una maniquí que me sonríe cada tarde desde el escaparate de una tienda de moda.

ERNESTO— Esto es una broma. ¿Cómo puede haberte encandilado una muñeca por muy elegantemente que esté vestida? ¿Estás loco?

SANTI— Eso pienso yo. Pero Mariví, a pesar de ser una buena chica no tiene gusto para arreglarse. En cambio, la figura del escaparate, no sabes con qué elegancia lleva la ropa, qué dulce mirada me dedica, con qué gracia coloca los brazos sobre su talle. Creo que Mariví está mosqueada porque siempre que puedo hago que nos detengamos en el escaparate y, viéndome tan interesado en contemplar ropa femenina ya me lanza pullitas sobre mi masculinidad.

ERNESTO— ¡Pues sí que es un problema! ¿Y qué piensas hacer?

SANTI— Para eso te he llamado. Dame alguna solución.

ERNESTO— Lo único que se me ocurre es que sugieras a Mariví que adquiera la ropa que lleva puesta la maniquí. Tal vez así...

 

ACTO SEGUNDO

(Ante la tienda de Moda)

 

LA ENCARGADA— Chisss, chisss.

SANTI— ¿Es a mí?

LA ENCARGADA— ¡Pues claro! He observado durante varios días, cómo se pasa buenos ratos delante del escaparate, unas veces solo y otras acompañado de una bella joven y quiero invitarle a que pase al interior de la tienda y me pregunte en qué puedo complacerle.

SANTI— Verá, yo... Es que estoy prendado de la maniquí. La encuentro que va vestida de una forma exquisita.

LA ENCARGADA— Muchas gracias, caballero. Intentamos vestir a nuestros maniquíes con las últimas tendencias de la moda. Para ello no solo estudiamos revistas especializadas, sino que nos fijamos en las preferencias que siguen las mujeres de nuestra ciudad. La elegancia no radica exclusivamente en la ropa con que nos vestimos, es una cualidad que algunas mujeres saben irradiar desde su interior.

SANTI— Es muy interesante eso que me está diciendo.

LA ENCARGADA— Y más interesante le resultará conocer que nos hemos fijado en la elegancia que posee su acompañante. Como se detiene junto a usted tanto tiempo frente al escaparate, su pose, su actitud y su serena mirada, nos parecen tan elegantes, que la tomamos como referencia a la hora de presentar el escaparate. Para nosotros, su acompañante es nuestro maniquí de referencia. ¡Enhorabuena!

SANTI— Muchas gracias. La verdad es que no me había dado cuenta.

LA ENCARGADA— Usted, caballero, lleva una maniquí a su lado. No obstante, si desea adquirir alguna de nuestras prendas, le atenderemos con mucho gusto.

SANTI— Descuide, ya nos pasaremos por aquí con más calma. Adiós y gracias.

 

TERCER ACTO

(En una cafetería, una semana después)

 

SANTI— He querido citarte en el mismo lugar en que te conté mi problema, para darte la satisfacción de decirte que ya está resuelto.

ERNESTO— ¡No sabes cómo me alegro! ¿Y en qué quedó la cosa?

SANTI— Pues que ahora salgo de paseo con la maniquí.

ERNESTO— ¿Con la maniquí? Creo que necesitas ayuda psiquiátrica.

SANTI— No te asustes. Ja, ja, ja. Es una broma. Resulta que Mariví es la maniquí en la que se fijaban en la tienda para vestir a la maniquí del escaparate. Figúrate, yo como un tonto ilusionado con una figura de plástico, cuando a mi lado tenía toda la elegancia que un hombre puede desear.

ERNESTO— Los encantos de una mujer siempre están en su interior.

SANTI— Eso es cierto. A mí me ha costado descubrirlo, pero creo que he aprendido la lección. ¿Lo celebramos?

ERNESTO— Claro que sí. Esto merece un Ribera de crianza.

 

(El telón cae lentamente, mientras ambos amigos alzan la copa)

 

FIN

 

 

jueves, 6 de marzo de 2025

 

       REFLEXIONES CAROLINGIAS (LXXVIII)       

 

 

Decía que vendía perritos calientes, pero le pillaron con el carrito de los helados.

En ocasiones, quitar los puntos de una herida suele doler. Aunque duele más, cuando los puntos retirados son los del carné de conducir.

Por fin, consiguió ser atlético haciéndose socio del club colchonero. Yendo al gimnasio no había forma de conseguirlo.

A sus 96 años no había perdido una sola pieza de su dentadura… ¡postiza!

Llegaba siempre tarde al trabajo pretextando: “que si el cercanías…”, “que si el autobús…”, “que si los atascos…”, etc. Le despidieron el día que alegó que había venido a hombros de un porteador que tenía límite de velocidad.

Si al visitar el litoral cantábrico sientes un desaforado deseo de comer y de beber, no tienes por qué preocuparte, quizás solo se trate de un pequeño brote de la enfermedad conocida como; “La gula del Norte”.

Se anunciaba como: “Hombre maduro busca esposa” pero no tuvo ningún éxito. Al parecer, más que “maduro”, lo que estaba era “pocho”.

No podía remediarlo: cada vez que en la Póliza del Seguro leía “Prima neta” se acordaba de Simoneta, la hija de su tío Paco.

Cuando viajes en tren, si tienes necesidad de estornudar, lo correcto es decir: ¡Adif! en lugar de ¡Achis!

Los días se pasan a una velocidad increíble. Solo la velocidad con que desparece el dinero de la paga lo supera.

Se autodefinía como ateo, pero jugando al Euromillón, tentaba a la diosa Fortuna.

Según un estudio, el número de calvos sigue aumentando en España. La tomadura de pelo que sufren por parte de los políticos, se apunta como posible causa.

 

 

 

 

 

domingo, 2 de marzo de 2025

 

HAIKUS DE CARNAVALES

 

 

Comienza marzo

entre nubes y fríos

propios del mes.

 

No te conozco,

niña de dulces ojos,

tras la careta.

 

Seré un rey

el lunes. Y el martes,

quizás también.

 

Cuarenta días

de reflexión sincera

vendrán después.

 

Crece la luz

En mi ansiado escritorio

¡Oh qué placer!

 

 

jueves, 27 de febrero de 2025

                                                               AMOR AUSENTE

 

 

Vagabundo de amor sin tu mirada,

perdido en el umbral de la tristeza,

no veo flor que iguale tu belleza:

viva ilusión, a mi pesar, raptada.

 

¡Quién pudiera volar cual ave alada,

para apreciar de cerca la lindeza:

diosa de amor, ejemplo de guapeza,

y sanar de mi pecho la lanzada!

 

Pensando hoy, al despuntar el día

que también viviré de desencanto,

he creído escuchar la sinfonía,

 

tu clara voz, el habla como canto,

llamándome en tierna melodía.

Al ver que era un ensueño, rompí en llanto.

 

 

domingo, 23 de febrero de 2025

 

EL BOLÍGRAFO

 

 

A escasos cien metros de la oficina del Periódico local, Mercedes se detuvo y pensó en darse la vuelta y desistir en su intento de poner un anuncio. Lo que se proponía era una idea descabellada,  a todas luces sin fundamento y, presumiblemente, estéril. Durante varios días y otras tantas noches, había estado madurando en su inquieta cabeza, este intento desesperado por intentar contactar con el educado y atractivo ejecutivo que ocupó un asiento junto al suyo, en el AVE en el que regresaba a casa, después de haber disfrutado de una excelente jornada de shopping, en la capital de España.

El joven, se había interesado por ella, apenas el tren comenzó a rodar. En menos de una hora, tuvieron tiempo de contarse parcialmente sus vidas, más como un medio de pasar el tiempo que de entablar una relación consistente, aunque en tan breve intervalo de tiempo, ella quedara prendada de la tez morena de su interlocutor y de su elegante traje azul a juego con la corbata. Seguramente no mintió cuando le dijo que recorría toda España como agente de una conocida marca de telefonía. Entre tiempos de conversación y de observación, tuvieron ocasión de hacer un crucigrama a dúo, utilizando un vistoso bolígrafo de Mercedes que, seguramente de forma no intencionada, el joven guardó en su bolsillo cuando la megafonía les anunció la llegada a la estación de término. Allí se despidieron y, entre risas, el muchacho comentó: —El mundo es muy pequeño, tal vez volvamos a encontrarnos. Ella, sintió el deseo de acompañarle, pero mintió pretextando hacer una gestión. La habían educado para no mostrar claramente sus sentimientos y, por principio, no deseaba que ninguna amistad masculina pensara de ella que era una mujer fácil.

Al llegar a casa, notó la falta del bolígrafo, de escaso valor, pero sobre todo echó de menos la presencia del ejecutivo y se lamentó de no haber estado rápida de reflejos para intercambiarse sus teléfonos. Tras varios días de pensar en la forma con la que podía contactar con él, creyó que la pérdida del bolígrafo le daba la oportunidad de hacerlo de una manera discreta, insertando un anunció en el periódico local.

Reanudó la marcha y penetro en la oficina, insertando en la sección de "Objetos Perdidos", el siguiente anuncio: Bolígrafo azul con incrustaciones, extraviado en el AVE del pasado sábado. Alto valor sentimental. Telf. 664......

Dos hombre y una mujer, contestaron a su requerimiento y con ellos quedó citada en una céntrica cafetería. Allí puso comprobar que ninguno de los bolígrafos era el suyo, pero como quiera que uno de los caballeros tenía buena planta y exquisitos modales, acertó a balbucear:—Creo que es este, aunque no estoy segura ¡lo usaba tan poco!. El caballero se lo entregó con una sonrisa de satisfacción diciéndole:—Me alegra haberle podido ser útil. Cuando se iban a despedir, Mercedes, anduvo más rápida de reflejos que la vez anterior y sugirió a su benefactor que aceptara tomar con ella un café, por las molestias que le hubiera podido ocasionar.

Tras el café, pasearon y tuvieron ocasión de comprobar la afinidad de gustos en las más diversas facetas de sus vidas, por lo que decidieron volver a verse de nuevo. Al despedirse, además de los teléfonos anotaron sus direcciones, utilizando el bolígrafo en cuestión. Después de que el hombre escribiera la dirección de Mercedes, dijo entre risas: —Nunca pensé que el bolígrafo que he cogido esta tarde del bolso de mi madre, me traería tanta felicidad.

Mercedes, un poco sonrojada, se rió abiertamente.

jueves, 20 de febrero de 2025

 

BEATRIZ ZAZURCA


Hace unos días, he tenido ocasión de contemplar una exposición pictórica que me ha impresionado por el dibujo, el colorido, la originalidad de las composiciones y la impresión cierta de que me encontraba visionando unas creaciones de muy alta categoría artística.

La autora, Beatriz Zazurca, con la que he tenido el privilegio de cambiar impresiones, es psicóloga y psicoanalista con trayectoria profesional terapéutica y ha cultivado el dibujo y la pintura desde la infancia y adolescencia. Es, sin embargo, en el 2017 cuando se perfecciona en el conocimiento del rostro, de la figura humana por extensión, en toda su versatilidad, dibujando en grafito y carboncillo los modelos de la escuela clásica, hasta depurar tonalidad y volumen, llegando finalmente al pastel seco, explosión de color inmediato, que la seduce con la técnica fotorrealista, una delicia con la que puede jugar y crear imágenes que perduran en la memoria de quien las ve.

Una de las mayores impresiones en la expresión plástica y en la que participa todo el intelecto, el corazón y la sorpresa, es el retrato. En él le queda al pintor una escenificación mínima de la que hacer surgir el milagro de la “presencia real”. Presencia que se va gestando desde que comienza definiendo los ojos con la dirección de la mirada. A partir de ese momento todo estará dependiendo de ella.

“Del lado de los otros está la mirada que me dirigen, — me cuenta, Beatriz— que me reconoce a su vez como vidente, que me sostiene. Yo los veo a ellos, no obstante, en la dirección opuesta. Son los dos términos antinómicos en el campo escópico. Hay algo anterior al encuentro con el ojo del otro, es lo que Lacan llama “el brote del vidente”; soy mirado desde todas partes aun cuando sólo veo desde un punto, desde mis propios ojos. Soy siempre visto.

Me sumerjo en el quehacer de la pintura mientras reflexiono…. ¿Que estará viendo?...  En que estará pensando?,.. y se me para el tiempo, viviendo con el personaje, tratando de sentir lo que pasa en ese momento en su vida”.

La próxima exposición se inaugurará el 5 de marzo en Medina del Campo (Valladolid) bajo el título: “Mujer siglo XXI homenaje a su labor” y también se podrá visitar en la segunda quincena de mayo en el Centro Cívico Esgueva de Valladolid.

Los títulos de las obras que publico son: 1- Luz de luna. 2- El Principito 3- La mirada del cielo  4- Brothers  5- Cruce de miradas.