PASAJES DE"LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS"(26)
CAPÍTULO I
El Viaje
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En cuestión de comida, llevábamos la despensa a cuestas. «Más vale que sobre que no que falte», era el lema que imperaba en los desplazamientos; los olvidos, solían traer fuertes reprimendas, como le ocurrió a Margarita cuando, estando la familia merendando en
Una vez depositadas las viandas
sobre el mantel y tras santiguarnos, comenzó el reparto: primero a mi padre,
como estaba mandado, que tras probar el bocadillo objetó:
―Consuelo, creo que has puesto
demasiados pimientos en la tortilla. ¡A ver si me van a hacer daño!
Era hablar por hablar porque
siguió con su tarea, inmisericorde con los pimientos. Como no podía estarse
quieto, iba destapando con la mano diestra plato tras plato, hasta dar con lo
que buscaba: oculto bajo un papel de estraza parcialmente translúcido por la
grasa, reposaban los filetes, amorosamente empanados y rebozados por mi madre
la tarde anterior. Señalando con el índice la pitanza, indicó nuestro menú:
―Consuelo: a los niños hazles un buen
bocadillo de filetes, que están en edad de crecer.
Y también nos obsequió con el
manual de instrucciones:
―Comed despacio, masticando sin
abrir la boca
Para terminar con la
imprescindible moralina:
―No hagáis ostentación del
bocadillo: «en estos tiempos, muy pocos pueden comer carne como vosotros».
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