BORIS ROZAS
El viernes tuvo lugar en los jardines de la Casa
Museo de Zorrilla en Valladolid, un recital poético de gran altura, obra de
Boris Rozas, poeta circunstancialmente nacido en Argentina, pero de raíces
netamente españolas, concretamente leonesas.
En el evento, concurrieron una serie de circunstancias que coadyuvaron a que la hora larga que duró el recital, se nos pasara en un suspiro. El jardín romántico, una temperatura ideal, el arrullo de las palomas que con su aletear pusieron en la declamación el contrapunto inesperado, la cuidada presentación que el renombrado escritor y poeta, Santiago Redondo Vega hizo de Boris y la rotunda voz de éste, poniendo intención y énfasis en la lectura de sus versos, propiciaron una atmósfera de contagiosa complicidad poética.
Los poemas recitados forman parte de la publicación: "La senda de las espigas" en la que Boris, hace una recopilación o Antología Poética de los trabajos publicados en el periodo 2004-2015, razón por la que el libro se encuentra parcelado en cuatro bloques, titulados:"Sombras" "Puntos cardinales""Man of Stalker" y "No hay principio para esta mañana", que agrupan cuatro diferentes momentos de su andadura poética.
Partiendo de la bondad de las composiciones de la primera época, el tiempo ha madurado los versos del poeta hasta conseguir que éstos, rocen la excelencia. Hay en todos ellos, una profunda carga intimista con un estilo directo y depurado que se aprecia en los diversos temas tratados; temas enlazados por el denominador común de un componente emocional subyacente que cala, unas veces como lluvia fina, o, penetra en ocasiones, como agudo dardo, en la sensibilidad del oyente, consiguiendo, cuando menos impactarle, al sentirse atraído por la belleza de lo universal.
Sirva como muestra e invitación a la lectura del poemario, la composición que reproduzco a continuación:
Lo
que dicen de mí las piedras
Las tristes piedras, que tan bien
manejan el
silencio
y saben ver el
oro de los días
y las noches,
conocen el
misterio
y de los hombres
que se levantan.
Las dulces
rosas,
que tan bien
acompañan a las
manos
y se desprenden
de las tumbas con la lluvia,
nunca dejan que
el gesto sea baldío
que el tiempo se
convierta en piedra.
Cuentan del
bosque tantas mentiras
como árboles lo
habitan,
ladrones de
almas viajando por el tronco
visitando la
savia de los años.
Cuentan que en
el medio de la vida,
entre el bosque
y la penumbra,
se apagan las
palabras
se aprende a
beber de los días,
cuentan que las
tristes piedras
que conducen al
osario
son las rosas
que iluminan tu camino
para que
adivines lo andado.
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