LA REFORMA
Crónicas de mi Periódico 29 de marzo de 2017
Crónicas de mi Periódico 29 de marzo de 2017
VACACIONES
Estamos a Jueves Santo.
Para unos, principio de vacaciones, mientras otros, en ardua reflexión,
contemplan la botella medio vacía o medio llena de una semana largamente
esperada. Para jubilados y parados, continuación de una situación que los
primeros quisieran prolongar por muchos años y que los segundos, anhelarían que
concluyera cuanto antes. ¡Así es la vida! Entre la ingente cantidad de personas
que nos rodean, disparidad de afanes, diversidad de estados, diferentes modos
de aceptar su realidad. Diríase que todos convivimos en un enorme hospital en
el que al mismo tiempo se contabilizan nacimientos, muertes, mejorías,
empeoramientos, alegrías y tristezas. O si lo prefieren, siguiendo el modelo
calderoniano, en el gran teatro del mundo, cada uno representa el personaje que
las circunstancias le asignan en cada momento.
En mi novela, Cécile. Amoríos y melancolías de un joven
poeta, mi protagonista, Álvaro, sintiendo esta dualidad temporal en la
condición humana, se atrevió a escribir en sextillas hernandianas:
“Unos
ríen, otros lloran,/ según dicte la ocasión./ Entre el llanto y la canción/ los
humanos nos movemos/ contándose con los dedos / quien se sale del guión./ ”...
Si
ustedes quieren ver o escuchar más disparidad de criterios, sintonicen emisoras
y anoten comentarios: “Aplicación estricta del Estado de Derecho” o “Con la prisión para nuestros compañeros,
ha muerto la democracia en el Estado español”. ¿Quieren más? Pues allá va: Los
árboles del Parque del Retiro que, años atrás, no estaban bien controlados y
por eso se caían originando desgracias, al decir de un determinado grupo
político, ahora, cuando controla la
Alcaldía de Madrid, dicen que la muerte de un niño golpeado por la caída de un
árbol en el mismo Parque, es fruto de una “desgraciada fatalidad”.
Parece
que en esta Semana Santa aumentará el número de extranjeros que nos visiten,
aunque también es cierto que cada vez son más los españoles que viajan al
extranjero. Yo, en concreto, he contabilizado cinco o seis más repartidos por
varios países de la Unión Europea, con innegable vocación de ser repatriados
cuanto antes. Todas estas consideraciones las hago mientras mi caña espera, pacientemente, que algún pez gordo
pique. Tal vez sea el mismo que ha afirmado que soy un hombre rico porque después de cotizar
cuarenta y dos años, he conseguido tener un piso en propiedad. El Estado, que
siempre vela por la igualdad de los contribuyentes, cree que con aumentarme un
0,25% la pensión, será más que suficiente para soportar el aumento del coste de
la vida. Un aumento mayor, piensa, podría inducirme al vicio y al despilfarro.
Es un detalle que agradezco enormemente, aunque no sé si me dará para tomarme
un corto de cerveza y brindar por todos ustedes, queridos amigos de tiempo
vacante. Para una caña no me da; ya me han dicho que con la de pescar tengo bastante.
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