jueves, 8 de marzo de 2018


SOLEDAD



No juguéis con los sueños que ennoblecen
ni con el despertar blanco y azul de la mañana
si el desierto rojo sangre
de dura soledad rasgó algún alma.

En la mesa
allí donde hubo vapores de amorosas velas
aquellas que alumbraron la pasión, hoy rota,
en la amarga nicotina del engaño,
el triste cenicero humea.

No hubo despedida ni duelo, apenas nada,
ni nadie acompañó aquel dolor,
traspasado el corazón por una hiriente daga.
Puede que fuera aquello amor
o acaso un viento recio
golpeando la ventana o, tal vez,
un eco perdido, una risa de hiena
antes de que la niebla
vistiera su desnudez de escarcha.
En el recinto donde ahora habita,
surgen los fantasmas del silencio
con sábanas manchadas
y siente que el mañana no vendrá
bajo la forma sutil del beso y la esperanza.

No juguéis con los sueños que ennoblecen
¡Oh fatua seducción de quien engaña!
Porque bajo la piel que cubre el cuerpo
anida el corazón, transpira el alma.
Entre flores se abrió la primavera: añagaza
para seguir esperando en el mismo lugar
en que esperó y espera
fumando por fumar el humo de la nada.

No juguéis con los sueños que ennoblecen
dejando entre tinieblas la mañana.
No juguéis jamás con la ternura fiel,
la entrega y el dolor de una mujer,
en vigilia de amor, enamorada.

Fotografía de David Dubnistkiy

2 comentarios:

  1. Me gusta, Carlos. La nobleza y honestidad debe de ser la bandera de las personas de bien.

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  2. Agradezco tu comentario, Maite. Estoy plenamente de acuerdo con tus palabras. Sé que esa es la bandera que enarbolas. Abrazos.

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