P.P. DOMINICOS (VALLADOLID)
No estoy de acuerdo con esta frase que Joaquín
Sabina sitúa en su canción "Peces de Ciudad" y que dice así: "En
Macondo comprendí, que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de
volver". Yo, en el lugar en donde me he sentido querido y, por tanto,
feliz, intento regresar una y mil veces.
El jueves volví al Colegio de los P.P. Dominicos de
Arcas Reales en donde estuve trabajando como profesor durante cuarenta años y,
aunque en un espacio de tiempo tan dilatado hubo días mejores que otros, el
cómputo general fue muy positivo. Evolucioné como persona y como profesor en
una actividad para la que sentía auténtica vocación y ahora, ya jubilado, tengo
la fortuna de visitar cada año sus instalaciones, saludar a mis compañeros y
relacionarme con ese mundo bullicioso y juvenil que ocupa sus aulas. Soy feliz
al contemplar el mismo uniforme en distintas caras, con el denominador común de
la pujanza que aporta su joven sangre a la mía, en cada primavera.
Alguna vez he escrito que el mejor Premio que puede
recibir un escritor, es el de que sus publicaciones se lean y yo tengo la gran
suerte de que mis novelas se leen, año tras año, en este hermoso edificio
construido por Miguel Fisac.
Comencé la mañana con los alumnos de 6º de Primaria
que, habían leído durante este año, "Fábulas carolingias"; una
recopilación de enseñanzas escritas en lectura de fácil comprensión e
ilustradas con excelentes dibujos, que resultan muy convenientes en orden a
formar las mentes de los jóvenes lectores en Valores. La atención con que
siguieron mis explicaciones fue exquisita, demostrando un gran interés en que
les relatara aquellas fábulas que más les habían impactado.
Tras la firma de ejemplares, llegó el turno a los
alumnos de 1º y 2º de ESO, cuya lectura obligada era, "Las lamentaciones
de mi primo Jeremías", una obra que muestra la sociedad rural española a
mediados del siglo XX, desde la perspectiva de un niño de ciudad (Alvarito),
hijo de un notario y el de un desgraciado muchacho (Jeremías) nacido y criado en
el medio rural, con todas las deficiencias que, por aquellos años, conllevaba
esta situación.
También en esta segunda charla, mis explicaciones
fueron seguidas con interés por no menos de cincuenta alumnos que, al término
de la exposición, preguntaron sobre diferentes personajes y pasajes de la
novela. Debo decir que cada vez que visito un Centro escolar, las preguntas a
las que tengo que contestar suelen ser diferentes, lo que me indica que un mismo
relato puede ser analizado desde distintos puntos de vista. Un gran
aprendizaje, sin duda, para el escritor.
Durante mis charlas, estuve siempre acompañado por
doña Cristina (Jefe del Departamento de Lengua y Literatura) y de los
profesores, Asun, Aida y Manu, a los que agradezco su inestimable colaboración.
Con una agradable sensación de bienestar, que espero
fuera compartida por alumnos y profesores, inmersos en esta fecha en la
celebración de "El Día de Europa", abandoné las instalaciones de este
Colegio al que pienso regresar D.m. el año próximo.
Sabina: Al lugar donde has sido feliz, siempre debes
soñar con volver.
Felicidades, amigo Carlos. Un ramillete de hermosos recuerdos y tu palabra, como siempre, alzando el vuelo. Un abrazo.
ResponderEliminarUna felicidad sin compartir, no es una auténtica felicidad. Al dar a conocer mis íntimas sensaciones y encontrar un eco dichoso en quien me lee, soy consciente de poseer un ramillete de amigos, que conmigo, alza el vuelo.
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