jueves, 23 de mayo de 2019


SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Después de tres años de ausencia en el que había sido siempre su hogar, los primeros días tras el regreso, no fueron fáciles. Pese a que su madre le ofreció todo su cariño y se esforzaba en allanarle la readptación, le parecía distinguir en la  mirada paterna un cierto reproche, como si estuviera esperando el momento  de echarle en cara su  huída apresurada.

Cloti, su hermana mayor, no estaba muy de acuerdo con que hubiera sido desalojada de la habitación que dejara libre su hermano cuando decidió marcharse y tuviera que ocupar su antiguo alojamiento, de menores dimensiones y Suan, la pequeña, le observaba con la incredulidad de quien le cuesta reconocer en un joven barbudo, a su propio hermano. Hasta Miki, una preciosa gata de angora, eludía dejarse acariciar por un desconocido.

Tener que estudiar Ciencias Exactas, cuando su afición se centraba en dibujar arquetipos de esculturas griegas y romanas, plasmar en acuarela el bello colorido de un atardecer o, simplemente, trazar en carboncillo la imagen de una ciudad en ebullición, fue una dura prueba que Miguel no pudo superar. En un principio, decidió acatar la decisión paterna después de meses de enfrentamiento en los que se hartó de escuchar: "Del Arte, jamás se vive", y se matriculó en aquella odiosa carrera de "porvenir". Acceder al emblemático edificio de la Facultad le producía náuseas. Dos meses fueron más que suficientes para constatar que aquello no iba con él. Los folios emborrados con formas de retratos inacabados de compañeros, era lo que llevaba a casa tras la escucha en la Facultad de "Retículos y álgebras de Boole" y de una pavorosa lista de Teoremas. Eso originaba, por la estrecha vigilancia al que le sometían sus padres, discusiones diarias que cesaron cuando Miguel decidió marcharse a Madrid sin previo aviso, si bien tranquilizó a sus progenitores, dejando en la mesita de noche, una nota explicativa.

En poco tiempo, conoció los pasillos de todas las estaciones de "Metro", supo lo que era vivir en libertad y el alto precio a pagar. Deambuló por infinidad de calles, visitó iglesias para poder entrar en calor, confraternizó con la bohemia madrileña e incluso se permitió el lujo de enamorarse de una joven que soñaba con llegar a ser bailarina del Bolshòi y escuchar junto a ella la melodía de sus tripas vacías. Teniendo en la intemperie una competencia brutal, raro era el día en que podía permitirse el lujo de pagar una cama en una mugrienta pensión de sábanas oscuras. Desesperado, buscó de mil maneras la forma de compatibilizar su vocación con otras actividades que le aportaran un mínimo para poder sobrevivir: descargó camiones de fruta en el Mercado Central, actuó de titiritero en más de una ocasión, fingió estar ciego y pidió limosna en San Ginés, comprobando que toda actividad acarrea riesgos como en esta última en la que pudo perder realmente la visión, vapuleado por la mafia que controlaba los puestos de mendicidad.

Como en la parábola del Hijo Pródigo, se acordó del calor de su hogar, de la comida que nunca le faltaba y del cariño que recibía en familia y tras meditarlo largamente, comiéndose el orgullo, inició, finalmente, el camino de regreso a casa.

Aunque fue recibido con alegría, su padre distaba mucho de ser el amoroso Padre del Evangelio y tras un breve periodo de recuperación, le planteó la necesidad de estudiar si quería seguir gozando de los beneficios familiares. "Te doy una semana para que te lo pienses—aseveró—. O estudias como tus hermanas y te haces un hombre de provecho o dejarás de comer de mi sueldo".

Nuestro protagonista pasó unos días de intensa angustia con un dilema a resolver: o entraba por el aro de las exigencias paternas, con renuncia expresa a su vocación o volvía a intentar convertir sus sueños en realidad.

Cuando el séptimo día amanecía, seguía dudando qué camino elegir...





2 comentarios:

  1. Siempre el camino del corazón, aunque buena parte del tiempo realices trabajos para subsistir. Nunca mates tus sueños.

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  2. Sabio consejo, María José. Procuraré no matar nunca mis sueños acordándome de lo que me has escrito. Feliz noche, a ser posible con muchos sueños. Abrazos.

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