domingo, 5 de abril de 2020


LA TARDE


Cae la tarde sobre la ciudad vacía.
Concentro la mirada sobre el mundo inanimado,
contemplando todos los objetos
que me han acompañado durante años
y  a los que, no hace mucho tiempo,
apenas dedicaba una mínima atención.

Sobre el búcaro algente del comedor
incide un tardío rayo de sol
de esta primavera nacida entre cristales.
Iridiscente, traduce en sinfonía de colores
el secreto guardado en su apacible quietud.

Suena el teléfono, mientras camino por el pasillo
para no perder musculatura...
Los cuadros me miran agitados y los diplomas me recuerdan
pequeñas batallas ganadas al destino.
Este destino que es hoy interrogante sin respuesta.
De nuevo, la musiquilla del teléfono. Amigos que no te olvidan.
Mientras respondo, reparo en la vela curvada del candelabro;
está algo torcida y trato con mis manos que adquiera su verticalidad,
¡tarea imposible! El paso del tiempo nos afecta a todos.

De repente, algarabía de aplausos y canciones. Son las ocho,
la hora de homenajear a nuestros héroes.
Después, oscuridad y silencio.
Enciendo el flexo para poder leer versos de amor, mis preferidos
para buscar esperanza en lo que me sustenta,
en lo que nunca pasa,
en tanto escucho la novena sinfonía de Mahler ; sus acordes,
siempre me hicieron soñar.

Vencida la tarde, un día más me espera
para poder meditar.

Fotografía de Felisa lázaro Rioja.


No hay comentarios:

Publicar un comentario