LA TARDE
Cae
la tarde sobre la ciudad vacía.
Concentro
la mirada sobre el mundo inanimado,
contemplando
todos los objetos
que
me han acompañado durante años
y
a los que, no hace mucho tiempo,
apenas
dedicaba una mínima atención.
Sobre
el búcaro algente del comedor
incide
un tardío rayo de sol
de
esta primavera nacida entre cristales.
Iridiscente,
traduce en sinfonía de colores
el
secreto guardado en su apacible quietud.
Suena
el teléfono, mientras camino por el pasillo
para
no perder musculatura...
Los
cuadros me miran agitados y los diplomas me recuerdan
pequeñas
batallas ganadas al destino.
Este
destino que es hoy interrogante sin respuesta.
De
nuevo, la musiquilla del teléfono. Amigos que no te olvidan.
Mientras
respondo, reparo en la vela curvada del candelabro;
está
algo torcida y trato con mis manos que adquiera su verticalidad,
¡tarea
imposible! El paso del tiempo nos afecta a todos.
De
repente, algarabía de aplausos y canciones. Son las ocho,
la
hora de homenajear a nuestros héroes.
Después,
oscuridad y silencio.
Enciendo
el flexo para poder leer versos de amor, mis preferidos
para
buscar esperanza en lo que me sustenta,
en
lo que nunca pasa,
en
tanto escucho la novena sinfonía de Mahler ; sus acordes,
siempre
me hicieron soñar.
Vencida
la tarde, un día más me espera
para poder meditar.
Fotografía de Felisa lázaro Rioja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario