jueves, 5 de noviembre de 2020

 


LA REFORMA

Crónicas de mi Periódico                    5 de noviembre de 2020

 MI GRAN NOCHE

 



 

 

Este es el título de una canción que hizo famosa nuestro ínclito Raphael cuando los que hoy peinamos canas (o simplemente ilusiones por falta de pelo), éramos unos jóvenes deseosos de sumergirnos en la vorágine  de la noche discotequera impulsados por un deseo irrefrenable de vivir la aventura de un amor mágicamente sensual. Lean la letra que tatareábamos mientras nos mirábamos repetidamente ante el espejo, acicalándonos hasta quedar perfectos a nuestros ojos, y díganme si no era suficiente estímulo para salir a comerte el mundo:

Hoy para mí, es un día especial,
pues saldré por la noche,
podré vivir lo que el mundo nos da,
cuando el sol ya se esconde,
podré cantar, una dulce canción,
a la luz de la Luna
y acariciar y besar a mi amor,
como no lo hice nunca....

 

Dadas las últimas restricciones del Gobierno, parece ser que nuestros jóvenes tendrán que adelantar la hora de salida y contentarse con ver a su pareja a plena luz del día, con lo que ello conlleva. Sin luces de neón, el embrujo del maquillaje ya no el mismo, como no son los mismos los aromas de sugerentes esencias, que se disipan con rapidez en espacios no acotados, aminorando su cautivador efecto. Claro, que siempre hay respondones que a falta de Luna, hacen añicos las de algunos establecimientos, pensando en aliviar la crisis de albañiles y cristaleros, más que como desahogo a su cabreo. En el fondo, los jóvenes siempre tienen buen corazón...

Todavía recuerdo, allá por el mes de abril, como nuestro Presidente, hablando del confinamiento, pronunciaba esta frase que se ha hecho viral: "Permítanme quince días...". Después seguirían muchas más con infinidad de comparecencias, con muchos errores y lo que es peor, con muchas muertes, sin que se haya dado con la clave para resolver el problema. Ahora estamos con el enésimo ensayo: no salir de noche, medicina que de no producir los efectos deseados, nos llevará a no salir de día, con todo el desastre económico que ello supone.

En honor a la verdad, toda la culpa no es del Gobierno. Somos un pueblo rebelde, al que le resulta difícil acatar normas y en el que número de ignorantes negacionistas supera con creces ese 2% ,  más que suficiente para extender la pandemia a todo el país en un tiempo récord. De nada vale que la inmensa mayoría cumplamos con las normas establecidas ni de que los informativos nos muestren las terribles consecuencias de la enfermedad. Les puedo asegurar, que cada día observo personas sin mascarilla hablando en el interior de las cafeterías a escasos centímetros de distancia. Otros, con la ropa de trabajo puesta, fuman en el exterior de los supermercados y a diario, veo a adolescentes con bolsas de bebida dirigiéndose a un piso en el que consumir la mercancía, etc., etc.. y así no vamos a ninguna parte.

La desescalada del verano no ha fracasado, porque se hayan permitido aforos desmesurados ni porque se hayan abierto bares y restaurantes con celeridad, sino porque ha faltado mano dura, o sea, multas contundes para castigar conductas incívicas. Hasta que seamos una sociedad totalmente responsable, la sanción suele ser el mejor remedio para que cada uno no haga de su capa un sayo. Y aquí, hemos estado flojitos, quizás, como siempre, por el temor a perder votos.

Ojalá ninguno de los que van a su aire, ni de sus familiares tenga que recordar en un hospital el estribillo de la canción:

¿Qué pasará, qué misterio habrá?,
puede ser mi gran noche.
Y al despertar, ya mi vida sabrá,
algo que no conoce.

Suponiendo que despiertes, claro.

 

Fotografía de Santos Pintor Galán.

 


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