DÍA DE DIFUNTOS
Cruzan
el cielo nubes violáceas
sobre
la ciudad desperezando sueños
de encuentros imposibles.
Solo
esperan losas frías,
polvo y ceniza abandonados.
En
la mente son ágiles cometas,
en
la escombrera, estáticas
sombras
de tinieblas
en
lóbrego humedal de paz perpetua.
Un
dolor imposible te traspasa,
contemplando
el agua que se aleja
con
el río de amores y recuerdos,
sabiendo
que en la misma dirección
un día, navegarás mañana.
Las
flores comparten mi quebranto,
musitando
con tenues aromas
plegarias que ni yo mismo elevaría.
Después,
el día se abre en encendidos
rayos
de esperanza,
recordando...
que
no hay nadie eternamente muerto,
después de que el Señor resucitara.
Fotografía del autor
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