LA VIDA ES APRENDIZAJE
(Obra teatral en tres Actos)
ACTO PRIMERO
(Asun y Damián conversan en casa)
Asun—
¿Se puede saber qué hace el señorito todavía en la cama?
Damián—Pues
descansar. ¿No sabes que ayer me acosté tarde?
Asun—Ayer,
anteayer y todos los días de la semana. No sé qué haces llegando a casa tan
tarde. Un día me voy a cansar, echo el cerrojo y duermes en la calle.
Damián—
¡Lo que me faltaba! Sabes que no estoy de parranda sino trabajando duro a ver
si puedo colocar los licores en restaurantes, pubs y discotecas.
Asun—Pero
ahora, todos esos establecimientos se cierran a las dos y tú hay días que hasta
las cuatro no calientas la cama.
Damían—Asun,
¡qué poco entiendes lo que es ser un buen representante de licores! Muchas
veces el dueño no te atiende hasta que el local no se queda vacío y entre unas
cosas y otras…
Asun—Espero
que las otras no sean mujeres, porque de
lo contrario considérate un divorciado.
Damíán—¡Madre
mía! Has heredado el carácter de tu madre. Sabes que en el mundo no existe una mujer
a la quiera más que a ti. Deberías tener un poco más de confianza en tu marido.
Asun—Procuro
tenerla, Damián, pero es que a veces hueles a alcohol que tiras para atrás.
Damián—Mujer,
eso es normal. Date cuenta que tengo que alternar con los clientes y tomar con
ellos unos chupitos de los productos que ofrezco y ya sabes que represento más
de diez marcas distintas.
Asun—Pues
no estaría mal que fueras acortando la oferta. Me temo que un día, de tan
bebido, no aciertes a encontrar la casa.
Damián—Descuida,
Asun. A ver si tengo una buena racha de ventas y cambio de oficio.
Asun—Dios
te oiga, porque me tienes desquiciadita.
ACTO SEGUNDO
(Dos semanas después, Damián concierta una cita con
su mejor amigo)
Damián—Gracias,
Paco, por dejar tus ocupaciones y venir a escuchar lo que te quiero comentar,
Paco—
¡Qué cosas tienes, Damíán! Para eso estamos los amigos y ¿qué es lo que te
ocurre?
Damián—
Creo que estás al corriente de que mi
última ocupación es la de representante de licores, ¿no?
Paco—Sí,
me pareció habértelo oído decir. ¿Qué tal te va?
Damián—En
el tema económico no me puedo quejar, pero
es una vida muy dura. Trabajo recorriendo garitos desde las diez de la
noche y no llego a casa hasta las seis de la mañana. Muchas veces estoy casi borracho
de tantas catas que he tenido que hacer con mis clientes, y esto no es vida,
Eso sí me hecho un experto en reconocer si una ginebra es de marca o de garrafa
o, simplemente con el olfato, distingo cuantos años ha estado un güisqui en
barrica.
Paco—
La vida es aprendizaje, Damián, pero llevas una vida muy estresante, aparte de que puedes acabar
siendo un alcohólico.
Damián—
¿Y qué me aconsejas?
Paco—Pues
que oposites y te hagas funcionario del Estado. Tienes una paga segura y eso es
salud para el cuerpo y felicidad en el matrimonio.
Damián—No
tengo ni idea de a qué podría opositar.
Paco—
Se me está ocurriendo que tal vez Guardia Civil sería una buena profesión para
ti. Todavía eres joven, tienes carné de conducir y además, aunque no te pudiste
colocar en lo tuyo, tienes una Carrera universitaria.
Damián—No
sé…no sé, Me lo tendré que pensar. Eso de llevar uniforme…
Paco—
¡Déjate de tonterías, Damían! Uniforme llevábamos en el Colegio y no salimos
traumatizados.
Damían—Está
bien, Paco. No te prometo nada, pero en cualquier caso te doy las gracias por
tu consejo.
Paco—De
nada, amigo. Ya me dirás lo que decides.
ACTO TERCERO
(Damián y Paco se encuentran al cabo de dos años)
Paco—
¡Qué alegría verte, amigo Damián! Ya no te pregunto por lo que hiciste, porque
con el uniforme vas hecho un pincel de elegante, eso sin contar lo apuesto que
te hace el tricornio.
Damián—Pues
sí, Paco, me puse a estudiar e ingresé en la Guardia Civil. Miraron mis
capacidades y me destinaron a Tráfico.
Paco—
¿Por lo bien que conduces?
Damián—¡Qué
va! Fue por la experiencia que tengo con los alcoholes.
Paco—A
ver, cuenta… cuenta.
Damián—Pues
cuando hacemos un control de alcoholemia, yo soy el que pide el carné de
conducir y el que le solicita al conductor que se quite la mascarilla para
identificarle. A poco que hable, ya detecto si ha bebido o no. Si me parece
dudoso, le desvío para que le hagan la prueba mis compañeros y si me parece que
no, le dejo seguir.
Paco—
¡Alucinante!
Damián—Creo
que me van a ascender a cabo, porque agilizo mucho la circulación además de que
el Cuerpo, se ahorra un pastón en boquillas. ¡Ah! Además, ahora Asun está tan
contenta.
Paco—
No me extraña, amigo. Por fin sabe lo que es cenar juntos. Da a tu mujer muchos
recuerdos de mi parte y ahora vamos a festejarlo con una cervecita.
Damián—Lo
que tú digas, Paco. Siempre a tus órdenes, pero la mía sin alcohol.
(El telón cae cuando los dos amigos caminan juntos a
celebrarlo)
Muy buena obra, tuvo buen final.
ResponderEliminarBrindemos por los buenos amigos,como Damian, sin alcohol.
Que sin juzgar tu vida, te apoyan y dsn el mejor consejo.
Tener un amigo así es estupendo. Paco se comporto como tal. Gracias por tu comentario.
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