LA TORMENTA
Un calor
sofocante asfixiaba la mañana
azul total, de
pleno estío.
Sobre el cálido
lecho humedecido
relucían
nuestros cuerpos
seguros,
turgentes, divisando la claridad matinal,
saboreando la
dicha de nuestra relación:
un oasis de paz
y de sosiego.
Sobraban
miradas y palabras, al menos eso creíamos,
porque con tan
solo mirarnos, penetrábamos
uno en el otro,
sin dolor,
el corazón y el
alma,
abiertos de par
en par en pura entrega.
Un cúmulo
insignificante dibujó su blancura en la ventana,
quizás pudo ser
un comentario banal
sobre un asunto
olvidado, no lo recuerdo,
la causa que
ocultó el azul en el balcón de tu mirada.
Aumentó a un
mismo tiempo
junto al tono
de voz, la blancura
que inundaba el
firmamento.
Entre
reproches, la ropa ocultó
tus formas a mi
vista, tornándose en gris ceniza
la palidez de
las nubes que crecían sin cesar.
Yo no callaba.
Y se llenó de improperios la mañana.
Confundiéndose
con el estrépito de la ducha,
cayeron las
primeras gotas.
Cerré el
ventanal para proteger la estancia,
aunque no pude
evitar
que, el
chaparrón de acusaciones mutuas,
inundara el
dulce tálamo.
Un relámpago
alumbró la crispación
de nuestras
caras enfrentadas.
Supongo que
dijiste "adiós"
cuando el
trueno hizo vibrar los muros del amor,
y tembló el
quicio de la puerta
tras el
desencuentro.
Las nubes se
vaciaron con fuerza inusitada,
y abrí de nuevo
la ventana
para sentir la
frescura del agua, el olor a ozono,
a tierra
mojada, que tanto me recordaba
los instantes
gozosos con mi amada, mientras en silencio,
meditando,
preparaba mi discurso reparador para
cuando ella
volviera y la tormenta escampara.
Fotografía de Santos Pintor Galán.
Relato enfocado en esa asiduedad que en verdad sucede tal cual lo indicas. Eres un maestro profesor. Particularmente me agrada , tu mente es fidedigna a la perfección. Gracias. Bona nit.🤗🧠
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, amigo/a, que has sabido interpretar muy bien el desarrollo de las dos tormentas, la meteorológica y la pasional. Como se puede intuir, ambas, a pesar del estruendo y de la fuerza del agua, acabarán pasando. Te deseo una noche de dulces recuerdos. Tal vez añores esa Plaza Mayor. Abrazos.
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