domingo, 6 de noviembre de 2022

 

CARTA AL AMIGO INVISIBLE (XVII)

 

 

Querido amigo:

Nos adentramos en noviembre y parece que las temperaturas se van acomodando a lo esperado en esta época del año. Ya quisiera yo que la confrontación entre rusos y ucranianos alcanzara pronto la normalidad y la paz fuera el mejor regalo que recibiéramos todos estas Navidades. Por contra, el reguero de bombas y  de muertos no concluye y esto no parece tener fin ¡Están locos!

Tampoco en España debemos de estar muy cuerdos, cuando el CGPJ no se renueva, ahora porque al señorito Sánchez se le ha ocurrido una Ley de Sedición que, de aprobarse, va a permitir a los sediciosos catalanes que su reprobable conducta le salga con menor condena que la que a veces originan hinchas de fútbol enfrentados en una algarada callejera. Y mientras sus socios de gobierno esperan impacientes la medida, el generoso Presidente les va contentando, cada poco, con nuevas prebendas. Ayer mismo en el Congreso se aprobó La Ley del Deporte, esa que va a permitir el reconocimiento internacional de las selecciones autonómicas. Una forma como otra cualquiera de hacer trizas la unidad de España.

Locos están también, unos que se autodefinen como "activistas ambientales del cambio climático" y que se dedican a lanzar pintura sobre las joyas de arte que encierran los museos. Los últimos que mancharon el cuadro "La Joven de la Perla" han recibido como castigo por su travesura, dos meses de prisión. ¿Quiénes están más locos, los enfermizos pintores o los jueces que les han juzgado?

De vuelta a nuestra Patria, no sabría si calificar de locos o de algo peor a los artífices de los últimos casos de violencia intrafamiliar. Es raro el día en que un hombre no asesina a su pareja o expareja, o, más raramente, que una madre asesine a su hija para vengarse del padre de la criatura. Algo está fallando, sin duda, en esta sociedad que tiene una inversión de valores brutal. Y si no, que se lo pregunten al jefe del convoy que tuvo que detener el tren en Palencia para desalojar a un grupo de muchachos que perturbaban el orden y las reglas que deben de observarse en todo transporte colectivo. Aun así, algún padre de uno de los chavales tachaba de desproporcionada la medida.

No nos debe de extrañar que la anterior generación ya golpee a médicos o enfermeras si la receta no se expide a tiempo o no es de su agrado. Sería recomendable que el Gobierno invirtiera más dinero en educación, en vez de dar placer a sus seguidores desenterrando generales en la Basílica de la Macarena. A la Virgen, acusada de cobijar a franquistas, no pudieron exhumarla, porque según la creencia cristiana, está Asunta en los Cielos.

Vamos a ver si con un poco de suerte, se inaugura algún psiquiátrico y ponemos a esta gente a buen recaudo.

Abrazos, amigo invisible.

 

 

 

 

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