LILY, LA HIJA DEL PANADERO
Si eres interino en un puesto educativo, ya sabes
que lo que te espera es aceptar la primera oferta de trabajo que te comuniquen
a jornada completa, pues con las de tiempo parcial no cubres, ni siquiera,
gastos, Esto me obligaba a cambiar de
residencia, un año sí y otro también.
El trasiego anual tenía aspectos negativos como la
adaptación a los ritmos de una desconocida ciudad en donde siempre eres un
forastero y el descubrimiento de nuevas amistades, lo cual, según casos, puede
llevarte algún tiempo.
De entre todos mis destinos, siempre recordaré con
especial cariño el del curso 2016-17 en el que formé parte del Claustro de un
Instituto de una blanca y bella población cordobesa, cuyo nombre no mencionaré
por motivos obvios.
En un principio quedé encantado con la familiaridad
con la que fui recibido y, por qué no decirlo, con la bondad del clima, lo que
me permitía ahorrar parte del sueldo en calefacción, apartado que se me
esfumaba en otros destinos norteños.
Al poco de llegar ya me di cuenta de que mi círculo
de amigos no iba a ser muy numeroso. Ser profesor me aislaba socialmente de un
buen número de ciudadanos que se dirigían a mí con el respeto que suponían
inherente a mi cargo y en cuanto a mis compañeros de trabajo, la mayoría
estaban casados y con familia, por lo que al concluir la jornada laboral, cesaba todo vínculo con
ellos. Tan solo unos pocos funcionarios de banca o de Correos, que estaban en
situación similar a la mía, constituían el círculo donde pescar posibilidades
de acompañamiento para los momentos de ocio.
Por las tardes solía pasear por la calle principal,
lugar en donde era fácil encontrar conocidos con los que
poder charlar y tomar algún que otro vino amontillado. En esas incursiones diarias, me cruzaba
varias veces, con una mujer que aparentaba una edad cercana a los cincuenta y
que destacaba por su exquisita y trasnochada elegancia. Mantenía, férreamente
asido, un bolso de cocodrilo a juego con zapatos de la misma piel y rodeaba el
cuello, dejando ver el collar de perlas, con un pañuelo de tonos discretos. “Es
la hija del panadero—me comentaron—-, una mujer muy peculiar. Engreída por la
fortuna paterna, jamás quiso relacionarse con sus paisanos y aspira a emparejarse
con algún ocasional funcionario. Ya ha tenido dos o tres noviazgos de no más de
un año de duración, el tiempo justo en que el novio tarda en encontrar un nuevo
destino”.
Con tan explícita y sucinta descripción de la mujer,
me propuse conocerla y entablar una conversación con ella. No me fue difícil.
En uno de esos encuentros fortuitos me presenté como Gerardo, profesor de
instituto y, advertido por el rancio abolengo del que hacía gala, le besé la
mano. “Ya he oído hablar de usted, joven. De momento no le diré mi verdadero
nombre, pero aquí todos me conocen por Lily”
En uno de los cafés de la calle Mayor, Lily y yo
sostuvimos una larga conversación en la que me detalló aspectos de su vida que
ya conocía a grandes rasgos. “Los hombre
son, por lo general, unos estúpidos. Apenas te conocen, caen rendidos ante tu
belleza haciéndote creer que eres la mujer se su vida Después, un montón de
promesas halagadoras, hasta que consiguen tu virtud. ¡Mentiras! ¡Todo
mentiras!—Pronunció con gesto agrio—Ya llevo tres desengaños amorosos. ¿Usted
no será uno de esos, ¿verdad? Me ha parecido ver en su rostro un hombre leal
del que una puede confiarse. Tal vez sea un poco más que joven que yo, pero eso
no supone un grave obstáculo cuando el amor atrapa el corazón. ¿Podríamos
frecuentar nuestros encuentros?”
Estoy preparando oposiciones y dispongo de poco
tiempo libre—argüí–. Tal vez en alguna ocasión…
Ni que decir tiene que modifiqué mis horarios de
salida y que en más de una ocasión cambié mi trayectoria cuando a lo lejos
divisaba el provocador contoneo de Lily.
Resultò, caso sui gèneris, que trste desencanto.un buen relato corto maestro.
ResponderEliminarGracias, mi querida Lucy, Los microrrelatos se llaman así por su corta extensión. A tu imaginación dejo cómo continuarían las vidas de uno y de la otra. Te deseo lo mejor para este fin de semana, Siempre con cariño..
EliminarMe ha encantado este relato de la Sra lucy creo que se llamaba así, pero tu suspicaz fueste tu con ella no fue así,de largo lo encontré bien ya vale.
ResponderEliminarCon personajes imaginados no tengo relación alguna. Los relatos los escribo ayudado de algún apunte real semejante. Gracias por comentar. Saludos.
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