LA VIDA DE MAGÍN PUERRO
-V-
"Ay,
Magín, qué tonto eres
despreciando
a una mujer
que
en tus brazos piensa arder
complementando
el sustento,
sin
forzarte al casamiento
y
sin nada que temer.
Me
da que pensar tu hombría,
pues
otros obreros tuve
de
los que de ellos obtuve
placer
y mutuo contento.
No
quiero que tu lamento
sea
si no te retuve."
No
dije nada, tan solo
pedí
lo que me debía
porque
yo lo que quería
era
dejar olvidada
a
esta desvergonzada
en
su guarida sombría.
Dicen
que Dios siempre premia
al
hombre cabal y honesto,
lo
aseguro, porque esto
fue
lo que a mí me ocurrió:
la
dicha me sonrió
cuando
conocí a Ernesto.
Este
hombre trabajaba
vendiendo
por tierras vascas
ganado,
y en todas tascas,
se
paraba a hacer negocio.
Bebimos
y, como socio,
dejamos secas las frascas.
Genial relato
ResponderEliminarMuy agradecido por tu comentario, te envío un cordial saludo.
EliminarMuy agradecido por tu comentario. Un abrazo
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