LA SOLEDAD QUEBRADA
Durante aquellos maravillosos años de noviazgo,
ninguno de los dos imaginábamos que nuestra dicha pudiera terminar tan pronto.
En muy poco tiempo, pasamos de la mera atracción física, a un sentimiento
profundo de amistad y cariño compartido que nos hacían disfrutar cada día como si de una novedad gozosa se
tratara. A nuestro paso, la vida nos sonreía
y los dos exprimíamos cada instante con sensaciones atemporales, soñando
con el siguiente encuentro en el que entrelazaríamos nuestras manos y nos
fundiríamos en besos apasionados.
El mar era nuestro relax y refugio. Con
frecuencia, pasábamos la tarde
extasiados mirando el horizonte y cómo el declinar del sol iluminaba de rojos y
naranjas aquella línea, apenas visible, en la que cielo y mar se unían, hasta
fundirse, en cada atardecer. La mar, el cielo... como ella y como yo. Cómplices
y devorados el uno por el otro en una historia de amor que parecía no tener
fin.
Creo en la existencia de seres malignos que se
disfrazan de mil maneras causando la destrucción. Uno de ellos, atropelló a mi
amor en un paso de cebra, cuando se dirigía a buscarme para ver juntos el mar y
el atardecer que, desgraciadamente para ella, se hizo noche antes de tiempo.
Sin amor, la soledad es una losa que te acompaña de
continuo. Los recuerdos te lastiman a cada paso y el salitre del agua marina me
hería a la distancia cada vez que regresaba a contemplar atardeceres insípidos.
En la desilusión, tuve una acompañante inesperada. Virginia, la hermana de mi
novia, me llamaba de vez en cuando interesándose por mí, pero dejando que el
tiempo fuera haciendo su labor, mientras yo mismo lamía mis heridas.
Un día decidimos acompañarnos, caminando uno junto
al otro, intercambiando palabras que nacían del fondo de nuestros corazones por
un dolor compartido, hasta que tuvimos el valor de regresar al lugar en donde
tiempo atrás contemplaba junto a su hermana, el beso de fuego y agua. Esta
primera experiencia dio lugar a otras muchas en las que la soledad quedó
quebrada, A partir de entonces, ambos presenciamos emocionados como, al romper
las olas, la claridad que se percibe en el centro de sus bucles nos trae la esperanza de futuros atardeceres
compartidos.
Fotografía
de Nina Díez.
Bellísimo poema.
ResponderEliminarTengo que corregirte, amable comunicante. Se trata de un microrrelato y celebro que te haya gustado. Feliz día. Saludos.
EliminarMagnífico 👌. Muchas gracias, Carlos. Un abrazo y buen día 🇪🇸☕️☕️
ResponderEliminarGracias a ti por tu gentileza. Te deseo un jueves maravilloso. Saludos.
EliminarMe ha cautivado tu relato, triste y hermoso y a la vez, poblado de romanticismo y sentimientos eternos.
ResponderEliminarGracias por usar mi foto como inspiración 🙏🙏🥰🥰
Muchas gracias, Nina. Te doy la enhorabuena por tu bella fotografía que, además de servirme de inspiración,para el relato, le realza. Te animo a,que sigas con la máquina en ristre captando nuestro maravilloso mundo. Te envío un abrazo fuerte y agradecido.
EliminarPrecioso relato Carlos manillo imagino es un libro más de poesía.
ResponderEliminarSi es así esplicame es como tantos escribes perdona hace tiempo no conectaba contigo perdón pero no siempre se llega a to un abrazo y me dices si es un libro de los que sueles escribir con gran gusto y buenos relatos.
Un abrazo y Feliz Navidad.
No se trata de ningún libro, sino de un microrrelato. Mi blog se compone de una miscelánea de secciones: poemas microrrelatos, conversaciones con Óscar. el yantar de Mio Cid, pasajes de mis novelas, etc. etc. Estas secciones las voy alternando para hacer más ameno su seguimiento. Gracias por tu comentario. Espero que te haya servido para continuar siendo mi seguidor/a . Saludos.
EliminarMe ha encantado este relato , yo perdí a i gran amor ,la ola de la enfermedad selo llevo ..Un abrazo Carlos
ResponderEliminarSiento mucho lo que te ocurrió.Espero que el tiempo haya amortiguado el gran dolor del primer momento. Ojalá puedas ver en el bucle de la ola, la claridad que te alivie. Abrazos y feliz noche.
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