ESTÍO
Está
la tarde tan cálida,
que
resulta imposible permanecer a la intemperie
más
de dos minutos.
Solo
las plantas soportan estoicamente
los
rigores del astro Sol.
Veo
a lo lejos una cosechadora
varada
en un camino, obedeciendo
órdenes
gubernativas, mientras
la
mies espera impotente a que baje el calor
para
que se cumpla su inexorable condena a muerte.
Un
gato cruza, asustado, la carretera
al
detectar la presencia de un automóvil
deseoso
de alcanzar su destino cuanto antes
a
juzgar por la velocidad con la que
avanza.
Mis
manos en la cinta descienden la persiana…
no
hay nada más que observar…
Son
las cinco de la tarde
y tengo
que ayudarme de luz artificial
si
quiero seguir leyendo
un
artículo sobre el cambio climático.
¿Ha
cambiado la meteorología o hemos cambiado nosotros?
¿Eran
más llevaderas aquellas tardes
de
polvo y trilla?
Entonces,
ponerse el sombrero de paja
suponía
activar el aire acondicionado
y
dar un trago del escondido botijo
era
beber agua fresca
del
mejor de los frigoríficos.
Creo
que nos estamos volviendo
más
débiles, más vulnerables, o quizás,
mucho
más intolerantes con todo lo que nos molesta.
Mientras
escribo, una mosca está empeñada
en
conocer la estructura de mi cabeza,
por
eso, la fumigo con presteza.
Yo
también soy un intolerante.
Al
atardecer, levanto, suavemente, la persiana
y
observo el gladiolo erguirse desafiante
sobre
los agapantos a la espera del ocaso solar.
¡Qué ejemplo nos brinda la naturaleza!
Fotografía
de Nicolás Ventosa López
Es maravilloso lo del tiempo es real todo lo escribes ya recuerdo lo del tiempo y .de la trilla ya recuerdo y de la intolerancia aquí lo mismo con el aire.Un abrazo
ResponderEliminarLos tiempos cambian querido/a comunicante, pero los que tenemos cierta edad, parece que nos hemos olvidado de los padecimientos pasados y cualquier contrariedad nos molesta. Que tengas un feliz domingo es mi deseo. Saludos.
EliminarWow estoy ahí y siento ese calor sofocante. Escribes muy lindo y detallado
ResponderEliminarEres encantadora, Alie. Tus comentarios resultan refrescantes hasta en estos tórridos días. Un millón de gracias por dedicar a mis escritos elogios tan maravillosos. Te deseo una feliz semana. Abrazos.
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