domingo, 11 de agosto de 2024

 



FÁBULA DEL GRANJERO MALNACIDO

 

En el pueblo tenía fama de trabajador, pero muchos opinaban que su celo por aumentar la producción del ganado de su propiedad, excedía con creces los límites de lo sensatamente permitido, hasta el punto de que era considerado por sus vecinos como un auténtico maltratador de animales. En su avaricia, ordeñaba repasando hasta dos y tres veces las ubres de las sufridas vacas y ovejas, para conseguir que la cantidad de leche extraída alcanzara límites de récord. Si no lo conseguía, les disminuía su ración de pienso o les fustigaba con un mimbre que tenía para la ocasión, mientras, entre juramentos, se dirigía a las bestias como si pudieran entenderle: "Malditas criaturas —decía—; no valéis para nada. Ya os enseñaré a que dupliquéis el valor de cuanto coméis".

El discurso y el enfado continuaba en su casa, donde su mujer tenía que seguir soportando una retahíla de absurdos razonamientos: "Mientras yo viva, ningún animal tendrá cabida en mi granja si no produce en relación con lo que come, y me importa un pito si está preñada o no".

En su misma casa vivían su hija y su yerno, que le habían hecho abuelo de tres hermosas criaturas, las dos últimas nacidas hacía muy pocas fechas de un parto doble, al año de que hubiera venido al mundo la primera. Dada la juventud de la madre y el escaso tiempo habido entre embarazos, de sus pechos no brotaba  leche suficiente para alimentar a los recién nacidos. Una tarde, cuando nuestro granjero regresaba de los establos, escuchó la voz rotunda del yerno, increpando a su hija, en una alocución preparada de antemano, para intentar que el granjero cayera en la cuenta de su malvado proceder: "¡Vaya mujer más enclenque que tengo! En dos años de matrimonio sólo has tenido tres hijos y no tienes leche suficiente, a pesar de que comes cuanto quieres. !No sé que voy a hacer contigo!"

Al oírlo, el granjero, enfurecido, salió en defensa de su hija: "No vuelvas a hablar así a mi hija. Si no tiene leche es porque los embarazos han venido muy seguidos y no ha podido recuperar todas las energías". "Exactamente igual. le ocurre ganado que usted explota" le replicó el yerno, que había estado esperando la ocasión para afear su despótica postura.

El granjero malnacido, a regañadientes, comprendió el razonamiento, y dicen que a partir de ese momento fue más cuidadoso en el trato con los animales de su granja.

 

MORALEJA: No maltrates a los animales. Son como tú, seres vivos.

   Ilustraciones de Manuel Malillos Rodríguez.


4 comentarios:

  1. Muy bella fábula, una moraleja muy necesaria en estos tiempos, "sabre tu humanidad al ver como tratas a los animalitos"

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    1. Gracias, Alie. Tus comentarios hacia mis publicaciones son siempre gratificantes, lo cual me produce sentimientos de gratitud hacia ti. Te deseo un feliz domingo y mejor semana. Abrazos.

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  2. Precioso poema me a gustado asu papa se habrá enterado como se porta el con sus vacas.Begoña

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    1. En realidad no eran vacas sino ovejas, aunque pienso que siendo maltratador de animales, su comportamiento hubiera sido el mismo. Me encanta que la fábula te haya gustado, Begoña. Te deseo un feliz día.

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