domingo, 19 de octubre de 2025

 

LA VIDA DE MAGÍN PUERRO

-XXVI-

 

 

 

 

Ya fuera por emoción

o la ilusión de ser padre,

no me pareció desmadre

tomar tres copas de vino.

Era hora que mi sino

resplandeciera, compadre.

 

Al verme tan animoso,

María no me trincó.

De puro gozo lloró

asegurando que un hijo

tendríamos, pero dijo:

—“No bebas más”—, y calló.          

 

Desde entonces, las mañanas

tenían otro sentido,

me levantaba sin ruido

para que no despertara

y de sueño se jartara

mi mujer haciendo nido.      

 

No quería que estuviera

en la barra atendiendo

al personal, ya sabiendo

que la tripa engordaba,

aunque ella se guardaba

de estar el local barriendo.

 

Llegados al quinto mes

tuvo que dejar el tajo

pues le costaba trabajo

hasta tenerse de pie,

de manera que bregué

muchas horas a destajo.

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