jueves, 5 de septiembre de 2019



PASAJES DE “CÉCILE.AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA” (60)
CAPÍTULO IX
La Ruptura
…………………………………
          Al despedirme, antes de cerrar discretamente la puerta del convento, me aconsejó que le visitara pasados unos días, para poder dialogar con más calma, y me recomendó:
―No digas absolutamente nada de esto a Cécile. Sufriría en vano. Vuestro amor ha de seguir siendo ejemplar.
Y me guiñó un ojo, como símbolo de complicidad.
Con la felicidad rebosando por todos los poros de mi cuerpo, regresé a casa convencido de que mi presencia allí sería necesaria para intentar mejorar el ambiente lacrimógeno existente. Arreglé mi cuarto; jugué con Tinín para que nuestra conversación indicara que la casa estaba habitada por seres parlantes, y por último llamé a Cécile. Varios tonos sin contestación me dieron a entender que quizás hubieran salido de viaje. No me importó; aproveché aquella tarde para componer un poema a base de sextillas hernandianas, al estilo de las conocidas en Martín Fierro.

LA CAÍDA
Unos ríen, otros lloran,
según dicte la ocasión.
Entre el llanto y la canción
los humanos nos movemos
contándose con los dedos
quien se sale del guión.

El amor que nos sostiene
resiste muy duras pruebas,
pero hay algunas mancebas
que, llegándose el momento,
siempre te encuentran sediento,
y allí mismo el agua pruebas.

Luego sientes la caída,
de medio lado tumbado,
si no estás acostumbrado,
preguntas si merecía
tener el alma vacía
por tan pequeño bocado.

No tardes en levantarte
para seguir en la brecha,
pasar por la puerta estrecha
es elegir lo correcto.
Andar el camino recto,
eso al hombre le aprovecha.

Al saberte perdonado,
pronto se cierra la herida;
con confianza crecida,
abrazas la buena estrella.
¿Quién puede ser si no ella,
la que te vuelva a la vida?

PREMIO  “Sarmiento” de Poesía por el conjunto de poemas de que consta esta novela.

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