PASAJES DE “CÉCILE.AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN
JOVEN POETA” (60)
CAPÍTULO IX
La Ruptura
…………………………………

―No digas
absolutamente nada de esto a Cécile. Sufriría en vano. Vuestro amor ha de
seguir siendo ejemplar.
Y me guiñó
un ojo, como símbolo de complicidad.
Con la
felicidad rebosando por todos los poros de mi cuerpo, regresé a casa convencido
de que mi presencia allí sería necesaria para intentar mejorar el ambiente
lacrimógeno existente. Arreglé mi cuarto; jugué con Tinín para que nuestra
conversación indicara que la casa estaba habitada por seres parlantes, y por
último llamé a Cécile. Varios tonos sin contestación me dieron a entender que
quizás hubieran salido de viaje. No me importó; aproveché aquella tarde para
componer un poema a base de sextillas hernandianas, al estilo de las conocidas
en Martín Fierro.
LA CAÍDA
Unos ríen, otros lloran,
según dicte la ocasión.
Entre el llanto y la
canción
los humanos nos movemos
contándose con los dedos
quien se sale del guión.
El amor que nos sostiene
resiste muy duras pruebas,
pero hay algunas mancebas
que, llegándose el momento,
siempre te encuentran
sediento,
y allí mismo el agua
pruebas.
Luego sientes la caída,
de medio lado tumbado,
si no estás acostumbrado,
preguntas si merecía
tener el alma vacía
por tan pequeño bocado.
No tardes en levantarte
para seguir en la brecha,
pasar por la puerta
estrecha
es elegir lo correcto.
Andar el camino recto,
eso al hombre le aprovecha.
Al saberte perdonado,
pronto se cierra la herida;
con confianza crecida,
abrazas la buena estrella.
¿Quién puede ser si no
ella,
la que te vuelva a la vida?
PREMIO “Sarmiento” de Poesía por el conjunto de
poemas de que consta esta novela.
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