PASAJES DE " CÉCILE.AMORÍOS Y
MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA" (62)
CAPÍTULO X
La Ambición
.....................................................

―A mí me ha ocurrido exactamente lo mismo. Únicamente junto a ti el
tiempo se detiene. ¡No te imaginas lo que he sufrido al no poder verte!
―Olvidemos la tristeza pasada ―razonó, atusándome el pelo―. Lo
importante es que volvemos de nuevo a estar juntos.
Me besó y luego, puestos en pie, nos acercamos al ventanal y
permanecimos un rato contemplando el discurrir de las gentes, como si en un
vano intento, retrocediendo días atrás, pudiéramos haber formado parte del gentío.
Sin decirlo, era nuestra peculiar forma de añorar el tiempo perdido.
Cécile, con los ojos llorosos, rompió de nuevo el silencio para
confesarme:
―Te he recordado a cada instante. ¿Existe una prueba de amor mayor que
esa? ―me dijo, deslizando suavemente su mano por mi nuca.
―Desde luego que no ―contesté, atrayéndola con mi mano sobre su cadera―.
Cuando salgamos esta tarde, te contaré todo lo que he hecho, aunque espero no
contagiarte el aburrimiento, que ha sido total. De todas formas, prefiero no
decírtelo ahora; creo que en tu casa no tenemos suficiente intimidad.
Cécile comprendió mi razonamiento, y tras besarnos fugazmente, quedamos
citados para aquella misma tarde. Ambos sentíamos una necesidad imperiosa de
oír por boca del otro los instantes que no habíamos podido compartir juntos.
Ella fue la primera en relatarme los días pasados en Cuenca, en una
descripción lineal en la que presté toda la atención que pude, sin evitar, a
veces, preguntarme cómo sería capaz de responder a tan diáfana exposición con
otra en la que narrara mis andanzas con Arancha, cuidándome de omitir los
escabrosos episodios que, por expreso deseo del dominico, habría de silenciar,
para no lastimar la sensibilidad de mi amada.
........................................ Fotografía de Santos Pintor Galán
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario