Crónicas de mi Periódico 19 de diciembre de 2019
NAVIDAD, NAVIDAD
Me encantan las luces navideñas, el ajetreo
mercantil de tiendas y restaurantes, el apresurado ir y venir de mayores y
pequeños sosteniendo en sus manos paquetes delicadamente envueltos y la alegría
que transmite escuchar, mientras paseas, las dulces notas de un villancico.
Disfruto contemplando el pálpito de la ciudad enfebrecida y entregada a la
siempre grata sensación de ser visitada por los que regresan para gozar,
siquiera por unos días, de la presencia de familiares y amigos. Quisiera
deducir de lo que escucho y veo que me encuentro en un paraíso de
felicidad y que esa bendita sensación
hace de mi pequeño mundo un oasis de bienestar en una sociedad extraordinariamente
convulsa.
Por unos días me parece que todo es Paz y Amor. El
personal se olvida de los problemas que les angustian, de la carestía de la
vida, del futuro incierto de la nación y del pariente con el que no hay manera
de entablar una relación un poco más cordial. La buscada evasión de las
circunstancias que nos rodean, nos lleva incluso a olvidarnos del temido enero
y de su interminable cuesta...
Imprimimos tal velocidad a nuestro apresurado
caminar, que llegamos a olvidarnos hasta del fin último que la Navidad
representa. Una sociedad cada vez menos creyente, va arrinconando los signos
sagrados sustituyéndolos por otros consumistas cuando no paganos. En mi ciudad,
cada año adquiere más altura "el árbol de los deseos" mientras se
achica el espacio dedicado al belén. Fuerzas que trabajan por el bien animal
impiden que las inocentes ocas se paseen felices en la Cabalgata de Reyes, en
tanto que organizan un desfile prenavideño, en torno a Papá Noel y otros muchos
personajes de la factoría Disney. más espectacular y deslumbrante que el tradicional
de la noche mágica del cinco de enero ¡Todo un contrasentido!
En la Plaza Mayor, sólo dos casetas ofrecen
figuritas de belenes, los veinticuatro restantes venden churros, dulces,
quesos, artesanía, etc. etc.... Convirtiendo el recinto en un mercadillo, que
podría organizarse en cualquier otra fecha del año.
Caminamos hacia una paganización en la que cualquier
defensor de los valores tradicionales corre el peligro de ser tachado de carca
o de anticuado. Y mientras muchos se apresuran a celebrar la fiesta en honor de
quien no creen, pocos reparan en que un Niño anuncia con su venida la salvación
de este enloquecido mundo. Yo defiendo la tradición y el derecho de cada uno a
vivir la fiesta como más le guste, pero también quiero que se escuche mi voz:
La Navidad de hoy se está vaciando de auténtico contenido y corremos el riesgo
de acabar también vacíos de experiencias profundas; aquellas que, a semejanza
de las queridas por el recién nacido, preconizan disfrutar con mesura,
compartir como medio de paliar la pobreza y eliminar desigualdades.
Si llegamos a convencernos de que la felicidad no
radica en las luces de neón ni el consumismo y sí en el compartir y luchar por
la justicia, iremos en la buena dirección. Entonces las fiestas navideñas
recobrarán su original y transcendental sentido.
¡Feliz Navidad a todos mis amigos de Facebook!
Fotografías
del autor.
Una visión muy clara d la situación actual
ResponderEliminarMuy d acuerdo contigo
Felices fiestas y un gran abrazo.
Me alegra saber, amigo/a, que tu visión sobre la celebración de la Navidad coincida con la mía. Te deseo que vivas una auténtica Navidad y te envío un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHace ya algunos años que estas fechas me producen nostalgia, las ausencias siempre dejan un vacío.Disfrutemos de la cercanía de amigos y familiares hoy y siempre. Ningún regalo es comparable a una sonrisa, un sentido abrazo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, querida María José. El Amor que nace en Belén se sigue difundiendo año tras año. según anunciara el ángel, entre las gentes de buena voluntad. Nada mejor en estas fechas que ser nosotros también propagadores de la Buena noticia. Un sincero abrazo para ti, junto con el agradecimiento por tu comentario.
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