domingo, 25 de octubre de 2020

 

El EMPRENDEDOR

 

 

 (Obra teatral en 3 Actos)

ACTO PRIMERO

(Enrique va a visitar a Sebas que se encuentra ligeramente resfriado)

 

Enrique—¿Se puede?

Sebas—Pasa, pasa, campeón. Gracias por venir. Aquí me encuentras arropado en el sofá por un maldito resfriado.

Enrique—Bueno, si solo es eso no tiene ninguna importancia. Ya verás como en unos días te encuentras restablecido.

Sebas—Eso espero, Enrique. ¿Y qué hay de nuevo por ahí?

Enrique— Pocas cosas. Quizás seas tú el que tenga más temas de conversación. Dime, Sebas, ¿cómo te van los negocios? Siempre has tenido fama de ser muy emprendedor.

Sebas—Calla, calla, que últimamente no me puede ir peor.

Enrique—¿Y eso?

Sebas—Creo que ya sabes que hace años monté una granja de chinchillas, porque me parecía entonces, que la máxima aspiración de toda mujer era tener un abrigo de piel. En los primeros años me fue bien, pero con el cambio climático, fueron disminuyendo los días de invierno en los que hacía verdadero frío y las ventas comenzaron a disminuir.

Enrique—Sí, eso es verdad.

Sebas—Para colmo de males, los ecologistas me estuvieron haciendo una campaña feroz basándose en el maltrato animal y acabaron por asaltar la granja y soltarme los animales. Tuve unas pérdidas enormes. Menos mal que el seguro me cubrió parte del desaguisado y con lo que me dieron compré un terreno cercano a la ciudad para montar otro tipo de explotación.

Enrique—Si está cerca de la ciudad, puede que haya menos riesgo de que te hagan alguna fechoría. ¿Has pensado qué animales vas a explotar?

Sebas—Lo tengo que concretar, pero seguramente pondré terneros de cebo. Ahora parece que el precio de los filetes está repuntando.

Enrique— Seguro que te irá bien. Tu eres un hombre inquieto y con ideas

Sebas—Inquieto, sí que soy un rato, pero mis ideas no siempre dan buenos resultados.

Enrique—Espero que esta vez te vaya bien y también que te mejores del catarro.

Sebas—Gracias, amigo. A ver si nos vemos pronto.

Enrique—Que así sea. Adiós.

 

ACTO SEGUNDO

(Enrique y Sebas vuelven a encontrarse dos años después)

 

Enrique—¡Hombre, Sebas, qué alegría verte!

Sebas—¡Cómo es la vida! Dijimos que nos veríamos pronto y han pasado dos años.

Enrique—Si es que el tiempo corre a una velocidad de vértigo. A uno le da pereza coger el teléfono  y en las grandes ciudades, ya se sabe que no es fácil encontrarse. Pero dime, ¿qué tal la familia?

Sebas—De salud bien, pero estamos pasando un mal momento económico y eso siempre origina tensiones.

Enrique—Entonces, ¿es que te fue mal el negocio de los terneros.

Sebas—Mal, no, ¡pésimo! Al poco de montar la explotación, que se extiende a lo largo de la autovía, pusieron un burger justo al lado.

Enrique—¿Y...?

Sebas—Pues que cada dos por tres estaban los animalistas manifestándose junto a la cerca de la explotación, llamándome de todo. "Asesino de animales" fue lo más bonito que me dijeron. Pegaron carteles afirmando que inyectaba a las reses clembuterol y que luego vendía la carne a la hamburguesería y cosas por el estilo. Más tarde se corrió la voz y vinieron los veganos haciendo caceroladas hasta por la noche. Total, que al final, mi ganado estaba tan estresado que no engordaba y tanto el del burger como yo tuvimos que dejar el negocio.

Enrique—Pues ya los siento. Vivimos en un país en que unos pocos quieren imponer su ley a los demás como en los tiempos del lejano Oeste.  

Sebas—Sí, eso es lo que ocurre. Ahora estoy dando vueltas a la cabeza a ver qué negocio monto que no moleste a ningún colectivo.

Enrique— Eres un hombre de grandes ideas y ya verás como en poco tiempo te inspiras y sales del
atolladero.

Sebas—Dios te oiga. Si no encuentro una solución rápidamente, me moriré de hambre.

Enrique—Ten confianza y ya me irás diciendo. Esta vez no dejaré que pase tanto tiempo y prometo llamarte pronto.

Sebas— Gracias, amigo. Que te vaya bien. Saludos a tu familia.

Enrique—Igualmente, Sebas.

 

ACTO TERCERO

(Tres meses después, Enrique telefonea a Sebas)

 

Enrique—¿Sebas?

Sebas— ¿Quién eres?

Enrique—Soy Enrique, tu amigo. Como te había prometido te llamo para ver qué tal se van resolviendo las cosas. La última vez que nos vimos me quedé muy preocupado.

Sebas—No te lo vas a creer, pero ahora me va de maravilla y sin dar golpe.

Enrique—¡Cómo es eso?

Sebas—Ya te dije que mi finca estaba junto a la autovía.

Enrique— Sí, sí, lo recuerdo.

Sebas—Pues contacté con un amigo mío que apunta maneras para ser un buen político y me aconsejó poner publicidad a lo largo de finca que linda con la autovía. Así lo hice y  desde entonces, treinta carteles luminosos publicitan a Grandes Almacenes, productos de limpieza, jamones y embutidos, ropa interior de señora, colonias, en fin, todo lo que te puedas imaginar. ¡Ah! Muy importante, también propaganda del Gobierno de la Comunidad.

Enrique—¿Y eso te da para vivir?

Sebas—Ya lo creo. Gano mucho más que antes y como te he dicho, sin dar un palo al agua.

Enrique— Pues me alegro mucho. Y ahora, ¿qué cultivas en el terreno?

Sebas—Nada. El terreno está en barbecho. Según me han dicho, este es el nuevo modelo productivo para que todos salgamos de la crisis. No es importante producir, lo que importa es la información. Así entre todos haremos que este país prospere.

Enrique—No sé si el país prosperará así, lo que es evidente es que tu sí que lo has hecho.

Sebas—Toda la vida trabajando para poder comer y ahora me ha llegado el premio por dar con la tecla adecuada.

Enrique—Cuando te acuerdes, dame el teléfono de ese amigo tuyo. Yo también quiero  ayudar al desarrollo de mi país.

Sebas—Descuida, Enrique. Así lo haré, aunque ten paciencia si a las primeras de cambio no te coge el teléfono. Ahora ya es un jefazo.

Enrique— No me extraña. Una persona con tanto ingenio merece ocupar un alto cargo. Gracias, Sebas. Me alegraré de que las cosas te sigan yendo bien.

Sebas—Y yo de que aciertas a tocar la tecla adecuada.

(Ambos amigos se despiden deseándose lo mejor, mientras cae el telón)

 

FIN

 

       

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario