EL SOBRINO DEL REY
(Obra teatral en 3
Actos)
ACTO PRIMERO
(En un bar, el padre
de Pedrito y varios amigos toman unas cañas)
EL PADRE DE
PEDRITO— Estoy preocupado; Pedrito tiene tan solo seis años y ya se empieza a
cuestionar sobre la existencia de los Reyes Magos. A mí me gustaría que por lo
menos un par de años más siguiera estando en la inopia.
AMIGO 1— La
culpa la tiene la televisión. Nos muestran a los Reyes llegando en barco,
aterrizando en helicóptero o llegando a mil lugares y todo al mismo tiempo y
los niños no son tontos.
AMIGO 2—
Tienes razón, la tele hace mucho daño. Cuando el día 6 mis niños están jugando
con los juguetes y les hemos dicho que los Reyes ya han regresado a Oriente,
aparecen en televisión repartiendo regalos en Hospitales y Orfanatos.
EL TÍO DE
PEDRITO— Y eso sin contar que en la calle más comercial de nuestro barrio,
desde el 3 de enero, los Reyes pasan un par de veces al día tirando caramelos
¡les quitan la inocencia! Algo tendremos que hacer.
AMIGO 1— Se
me está ocurriendo una idea. ¿Qué os parece si nos disfrazamos de Reyes Magos?
Tal vez así, Pedrito no dudaría de su existencia.
AMIGO 2—
Puede ser una buena idea, pero habrá que perfilar los detalles.
EL TÍO DE PEDRITO— Lo prepararemos al detalle y
con mucho cuidado; mi sobrino es un chaval muy despierto.
AMIGO 2— Vale. Quedamos para mañana y concretamos.
ACTO SEGUNDO
(En el mismo bar, los
mismos actores, un día más tarde)
AMIGO 1— Ya
he comprado los trajes. He pensado que yo, que soy de tez pálida, podría hacer
de Melchor. Tú (refiriéndose al amigo 2), harías de Gaspar, y a ti (señalando
al tío de Pedrito) te pintamos la cara de negro y serás Baltasar. Conviene que
no digas ni palabra para que no te identifique. El niño se lo creerá, porque
los emigrantes negros no suelen hablar nuestro idioma.
El PADRE DE
PEDRITO— Ahora viene la parte más difícil. Tendré que contarle un buen rollo
diciéndole que como ha sido muy bueno será de los primeros en recibir los
regalos, y que los Reyes vendrán a visitarnos en casa. A ver si cuela.
AMIGO 1— No
te olvides de dejarnos unas pastas y una botella de güisqui, que la noche
estará fría, fría; los trajes los compré en los chinos y el armiño es de
fantasía.
El PADRE DE
PEDRITO— Descuida; la bebida no ha de faltaros. Le diré al niño que antes de
que los Reyes regresen a Oriente, le traerán los regalos. Ya sabéis: en cuanto
acabe la Cabalgata, os esperamos en casa.
AMIGO 2— Saldrá todo tan bien que Pedrito creerá
en los Reyes, por los menos hasta que tenga novia. Ja, ja, ja.
ACTO TERCERO
(En el salón de la
casa de Pedrito. 5 de enero, diez de la noche)
MADRE DE
PEDRITO— ¡Qué contento se va a poner mi niño cuando vengan los Reyes!
PEDRITO—
Pero mamá, los de esta noche serán los auténticos, no los de "El Corte
Inglés", ¿verdad?
MADRE DE
PEDRITO— Claro, hijo. Estos están recién llegaditos de Oriente. ¡Qué frío
traerán los pobres!
PADRE DE PEDRITO— (Con grandes exclamaciones) ¡Ya vienen! ¡Ya están aquí! Los acabo de ver en el
videoportero.
A los pocos minutos, mientras el niño, emocionado, se
acurruca en el regazo de su madre, la comitiva real avanza majestuosamente por
el pasillo y penetra en el salón.
BALTASAR—
(Rezagado, dice a su hermano:) ¿No te habrás olvidado del güisqui? Estoy
helado"
MELCHOR—
(Hablando solemnemente) Me he enterado de que en esta casa vive un tal Pedrito,
que ha sido un niño muy bueno, y le traigo estos regalos.
PEDRITO—
¡Bieeennn!
GASPAR— A mí también me han llegado noticias de que
Pedrito ha sido un niño obediente y le traigo más regalos.
PEDRITO—
¡Hurra!
BALTASAR—
Hip, hip, hip. (Deja los juguetes sin decir palabra)
PEDRITO—
Mamá, ¿Baltasar no sabe hablar?
MADRE DE
PEDRITO—No domina nuestro idioma, pero combate el frío que da gusto (dice la
mujer, gesticulando a su cuñado, que se ha bebido media botella de güisqui en
el pasillo).
PADRE DE
PEDRITO— Pero, siéntense, Sus Majestades, y tomen unas pastitas.
MELCHOR—
Muchas gracias. Se agradece. Hemos de reponer fuerzas. La noche está fría y
tenemos mucho trabajo por delante.
GASPAR— Ya lo creo, y hoy hace un frío de
la...Quiero decir que hace mucho frío. Vamos a servirnos unas reales copitas.
Al cabo de media hora, ya por la segunda botella, Los Magos
de Oriente deciden marcharse. Al incorporarse, Baltasar, que es el que está más
cargado, se tropieza y se da un golpe tremendo contra el aparador. La capa se
rasga y peluca y turbante ruedan por el suelo.
BALTASAR—
¡Jo...! ¡Vaya golpe que me he dado!
PEDRITO—
¡Habla, mamá! ¡El Rey negro, habla!
BALTASAR—
Claro que hablo y juro en arameo. Me voy derecho al Ambulatorio a que me cojan
unos puntos en la frente.
PEDRITO—
¡Pero si es mi tío, mamá! ¡Qué suerte tengo! A partir de ahora, tendré juguetes
todos los días del año. ¡Soy el sobrino del Rey! ¡Soy el sobrino del Rey! (dice
Pedrito, saltando de alegría).
PADRE DE
PEDRITO— Y yo, el hermano de un borrachín.
FIN
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