jueves, 19 de septiembre de 2024

                                      REFLEXIONES CAROLINGIAS (LXXVII)

                                   

 

“Siento comunicarles—dijo el doctor—que al enfermo le queda poca vida”. Al momento, el auxiliar llevó al paciente otra botella de zumo.

Le dijeron que las “Perseidas” eran una lluvia de estrellas y, en pleno mes de agosto, tomó un avión para Hollywood.

Los bancos son el refugio de personas que no son escuchadas por los Bancos.

“Soy de sangre azul. Ese es el color de mis venas.”—afirmó Agapito Rundepérez, que pasaba por ser de los más listos del pueblo.

Fue a la tahona y como no le atendían gritó: ¡PAN, PAN, PAN! Fue detenido por terrorista.

“Donde dije digo, digo Diego” es un refrán muy español. Lo dejo caer, por si algún político se da por aludido.

Era una mujer que reciclaba todo: papel, vidrio, aceite, etc., etc., pero fracasó cuando intentó reciclar a su marido, pues no encontró contenedores para borrachines.

Cuando recibió una carta que decía: “Fresco con tendencia a empeorar”, se creyó que le había escrito la AEMET, pero, en realidad, el remitente era el tutor del Instituto donde estudiaba su hijo.

Dicen que resulta imposible poner puertas al campo, pero ahora, resulta más difícil poner puertas al mar.

El primer día que trabajó en el psiquiátrico no debió decir que “el tiempo todo lo cura”.

Castigar en el Colegio a un niño por decir mentiras, me parece una falta de visión de futuro. ¿Quién sabe si ese muchacho llegará un día a ser el Presidente de la nación?

Tasia era firme defensora de la aféresis (supresión de algún sonido al principio de un vocablo). Al autobús le llamaba “bus”, y a los chiquillos les decía “quillos”: Por eso, a nadie extrañó que a su hija la pusiera por nombre “Yola”, pues dio a luz con el brazo roto sin haberle quitado la escayola.

 

 

 

 

 

 

 

 

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