jueves, 5 de diciembre de 2024

PASAJES DE “CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA” (106)

CAPÍTULO X La Ambición

 

 

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Estas conversaciones con don Julián me hacían sentir un personaje de mayor edad de la que me otorgaban en mi familia, y sobre todo me evadían del ambiente enrarecido que se respiraba en casa como consecuencia de los continuos lloros de mi hermana. Sin embargo, para bien de nuestra familia, un hecho iba a ser providencial para que los dolos y lamentos fueran desapareciendo.

Al despacho de mi padre, se presentó una buena mañana don Augusto Ripollezo, industrial venido a más desde su humilde ocupación juvenil de pintor de brocha gorda. Venía a escriturar una nave industrial de más de mil metros cuadrados que se había hecho construir en las afueras de la ciudad, no lejos del conocido barrio de la Victoria. Como mi padre tenía por costumbre enterarse de vidas y haciendas ajenas, y más si tenía oportunidad de hablar con gentes de menor cultura y rango social, no le fue difícil sonsacar a don Augusto que la nave en cuestión era la tercera de su propiedad, que venía a sumarse a la que poseía en Soria y a la primitiva de Ágreda, de donde era natural y en donde había comenzado su andadura como pintor, hasta llegar a tener, en la actualidad, más de treinta operarios a su cargo.

 ―He querido asentarme en Valladolid porque esta ciudad, por el número de habitantes, me ofrece la posibilidad de ampliar mi negocio. Además, aquí tengo estudiando a dos hijos en la Universidad, y tanto a su madre como a mí nos gustaría estar con ellos el mayor tiempo posible. Sin embargo ―confesó don Augusto― de momento nos cuesta trabajo adaptarnos a vivir en otro ambiente muy diferente al nuestro, porque no conocemos a nadie y no tenemos con quién relacionarnos.

Mi padre, sabedor del capital que manejaba el interlocutor y de su potencial hereditario masculino, no dudó en animarle con grandes aspavientos:

―¡No se preocupe por nada, don Augusto! Mañana mismo, si no tiene compromiso, nos acercamos al Círculo de Recreo y yo me encargo de avalarle para que, tanto usted como su señora, pasen a ser miembros de pleno derecho de la entidad. ¡No faltaría más!

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domingo, 1 de diciembre de 2024

 

HAIKUS DEL FRÍO QUE VIENE

 

 

Últimas hojas

aferradas al árbol

por poco tiempo.

 

El sol que entra

por la ventana, duda

si volverá.

 

Por la mañana

frías nieblas, y luego,

verás el sol,    

 

Da un paseo

antes de que la tarde

se oscurezca.

 

En este mes

nacerá el Dios- Niño

el veinticinco.

 

 

Fotografía de Juan Jesús García Visa.