REFLEXIONES
CAROLINGIAS (LXXVIII)
Decía que vendía perritos calientes, pero le
pillaron con el carrito de los helados.
En ocasiones, quitar los puntos de una herida suele
doler. Aunque duele más, cuando los puntos retirados son los del carné de
conducir.
Por fin, consiguió ser atlético haciéndose socio del
club colchonero. Yendo al gimnasio no había forma de conseguirlo.
A sus 96 años no había perdido una sola pieza de su
dentadura… ¡postiza!
Llegaba siempre tarde al trabajo pretextando: “que si
el cercanías…”, “que si el autobús…”, “que si los atascos…”, etc. Le
despidieron el día que alegó que había venido a hombros de un porteador que
tenía límite de velocidad.
Si al visitar el litoral cantábrico sientes un
desaforado deseo de comer y de beber, no tienes por qué preocuparte, quizás
solo se trate de un pequeño brote de la enfermedad conocida como; “La gula del
Norte”.
Se anunciaba como: “Hombre maduro busca esposa” pero
no tuvo ningún éxito. Al parecer, más que “maduro”, lo que estaba era “pocho”.
No podía remediarlo: cada vez que en la Póliza del
Seguro leía “Prima neta” se acordaba de Simoneta, la hija de su tío Paco.
Cuando viajes en tren, si tienes necesidad de
estornudar, lo correcto es decir: ¡Adif! en lugar de ¡Achis!
Los días se pasan a una velocidad increíble. Solo la
velocidad con que desparece el dinero de la paga lo supera.
Se autodefinía como ateo, pero jugando al
Euromillón, tentaba a la diosa Fortuna.
Según un estudio, el número de calvos sigue
aumentando en España. La tomadura de pelo que sufren por parte de los
políticos, se apunta como posible causa.
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