LA VIDA DE MAGÍN PUERRO
-XXIV-
Seguir
en el mismo pueblo
era
del todo locura
enfrentados
con el cura
si
no había matrimonio,
dijimos:
¡Qué demonio!
De
locos es la locura.
Una
vez dimos el paso,
comenzamos
a pensar
la
forma de disfrutar
para
no dejar de lado
el
amigo más amado
a
quien quieres invitar.
Tenía
que ser de blanco
el
vestido de María,
vestido
que no podía
adquirir
por ser tan caro
para
el que viene del paro
y
no ha ahorrado todavía.
Mercedes,
la de la tienda,
tuvo
una idea genial:
tomó
retales de un chal,
cosiéndolos
con bordados
creyendo
los invitados
ver
una novia floral.
Don
Cosme rió contento
el
día del casamiento
mostrando
al ayuntamiento
cómo
se hacen las cosas;
hablando,
todas las losas
sirven
para pavimento.
Cuando se quiere se puede.
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