ME LO DECÍA MI ABUELITO
(Basado en un poema homónimo de José Agustín Goytisolo)
ACTO PRIMERO
(Cuarto de estar de una familia de la clase media.
Año 1980)
EL
PADRE— (Enfadado) No pongas esa cara de circunstancias ni te escondas tras las
faldas de tu madre. Estas notas de final de trimestre son una auténtica basura.
Ya te lo advertí varias veces: "Matías, estudia... Matías, ponte a
estudiar..." Pero tú como el que oye llover, y ahora pagamos las
consecuencias todos. El primero tu padre, que tiene que detraer un dinero de la
paga del mes para ponerte un profesor particular.
EL
ABUELO— (En tono conciliador) Mira hijo, en esta vida como no trabajes, no
llegarás a ser nunca nada. Serás el último mono, el hazmerreír de tus amigos y
del vecindario, pasarás hambre y penalidades y, a la postre, no serás feliz.
EL
PADRE— No le haga más los cargos, padre; ¡lo sabe de sobra! De chiquillo podría
no darse cuenta, pero ahora con pelos en las piernas, es un gamberro que está
comiendo la sopa boba, riéndose de todos nosotros.
LA
MADRE— Bueno, no es para tanto. Tengamos un poco de paciencia. A veces las
personas cambiamos. Todavía es muy joven. Llegará el día en que se dará cuenta
y te tomará como ejemplo.
EL
PADRE— Eso, encima tú protegiéndole. Me desautorizas totalmente. Con tu actitud
lo único que consigues es que se pase la juventud sin hacer nada y luego la
culpa será mía por no haberme sabido imponer y haberle dado cuatro soplamocos a
tiempo.
EL
ABUELO— Tranquilidad. Que no llegue la sangre al río. (Dirigiéndose a su nieto)
Matías: lo que tienes que hacer es ponerte a estudiar desde hoy mismo. ¿Verdad
que lo harás? Por experiencia te digo, que si no hincas los codos, no serás
nada. La vida es de los que triunfan y mandan sobre los demás. Lo has de
comprobar tú mismo. Algún día te darás cuenta y te acordarás de lo que te dijo
tu abuelo.
ACTO SEGUNDO
(Mismo salón. Año 2000)
EL
PADRE— A veces los padres tenemos razón. Tanto proteger a tu hijo y, ¿qué hemos
conseguido? Va a cumplir los cuarenta y
Matías no tiene oficio ni beneficio. Con novia, sin poder emanciparse y
viviendo a nuestra costa.
LA
MADRE— No te desesperes. Las cosas a veces requieren tiempo. Ya ha tenido
varios trabajitos de una semana y va aprendiendo oficios. Ya ha sido camarero,
repartidor, hombre anuncio, lava coches... La culpa la tiene la sociedad que no
le da tiempo de coger experiencia.
EL
PADRE— ¡Cuántas veces me acuerdo de los consejos que le diera en vida su
abuelo! Desgraciadamente, han servido de muy poco. De nuestro hijo, no esperes
nada. Me preocupa el día en que nosotros no estemos. ¡Qué va a ser de él!
LA
MADRE— ¡Por favor. No seas tan agorero! Mira: desde hace una semana, le han
ofrecido pegar propaganda electoral para un partido que pita mucho. Si después
tuviera suerte y consiguiera colocarse como administrativo en sus oficinas...
EL
PADRE— Tú siempre soñando despierta. Este hijo nuestro nunca pasará de pega
carteles y mira que se lo advertí.
LA
MADRE— Ten paciencia. He de reconocer que nuestro hijo no ha sido muy aplicado
para los estudios, pero es muy listo y muy dispuesto. Nada más tienes que ver
la labia que posee y la facilidad con la que hace buenos amigos.
ACTO TERCERO
Suntuoso salón en una urbanización de lujo. Año 2017
LA
MADRE—¿Y qué me dices ahora, agorero de las narices? ¿Te acuerdas cuando te
decía que nuestro hijo era muy listo? ¡Una madre siempre sabe lo que ha parido!
EL
PADRE— Tengo que reconocerlo, tenías razón. Nunca pensé que el muchacho
llegaría tan lejos.
LA
MADRE— ¡Pues claro, hombre! En cuanto comprobaron que además de pegar carteles,
hablaba con un alto poder de convicción, en el partido se lo rifaban para dar
mítines, y hoy ya ves el puestazo que ocupa.
EL
PADRE— Es cierto. En poco tiempo, se ha situado muy bien. Tiene tres coches,
unos cuantos pisos y además nos ha regalado este precioso chalet que es la
envidia de nuestros amigos.
LA
MADRE— Y todo ha salido de sus lomos, porque ¡Hay que ver cómo trabaja este
chico y con qué gente se relaciona!
EL
PADRE— Y lo atento que es con nosotros. A mí, sabiendo que soy filatélico, no
cesa de enviarme sellos de Andorra, Liechtenstein, Panamá, Islas Vírgenes,
Andorra, Chipre....
LA
MADRE— El mundo se le queda pequeño. En cualquier sitio que se encuentre,
siempre tiene amigos. ¡Qué suerte tenemos, maridito mío!
EL
PADRE— Pues sí, ya no tenemos que preocuparnos por nuestra vejez.
LA
MADRE— Ya te lo dije en su día: Las madres tenemos un sexto sentido y yo sabía
desde que nació, que este hijo mío llegaría a ser un hombre de provecho.
FIN.
👏👏👏genial
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