domingo, 21 de septiembre de 2025

 

FÁBULA DEL PIANISTA ENGAÑOSO

 




Desde una de las estancias del  patio de luces de un edifico, se escapaban cada tarde acordes musicales procedentes de un piano. Eran suaves, interrumpidos y reiterados. Correspondían a partituras de autores bien conocidos, de dificultad no muy elevada, cuya finalidad era conseguir la destreza de estudiantes de piano. Uno de ellos era  nuestro protagonista, que se esforzaba tarde tras tarde en intentar que su interpretación tuviera la cadencia y la sonoridad precisa en cada composición. Resultaba curioso comprobar cómo, a medida que transcurrían las tardes, apenas se patentizaban sus progresos, pero, de repente, un día, aproximadamente a las dos semanas de haber comenzado el ensayo, la partitura resultaba de una altura musical tan elevada que parecía ser interpretada por un consumado pianista.

 

Este hecho no pasó desapercibido para una joven inquilina del inmueble, que permanecía atenta escuchando los ensayos, y quedaba embelesada con la interpretación del día anterior al que se produjera el cambio de partitura, seguramente, pensaba ella, al haber conseguido el pianista su objetivo.    

No pudiendo vencer la curiosidad de conocer al perseverante músico, una de las veces, prendada con el dominio con que el pianista interpretara un "Nocturno", exclamó con la ventana abierta: ¡Bravo! ¡Bravo! A los pocos segundos pudo ver cómo un apuesto joven se asomaba dos pisos más abajo y saludaba con la reverencia propia de un concertista. Aquello fue el principio de una relación amistosa. La muchacha no sentía ningún rubor en comunicarle su admiración por los rápidos progresos con los que conseguía dominar las partituras. Él parecía no dar importancia a este hecho, y modestamente comentaba: "El trabajo continuo y un poco de talento siempre dan los frutos apetecidos. Con el tiempo llegaré a ser un buen solista".

 

Las charlas entre los jóvenes, de ventana a ventana en el patio interior, a lo Romeo y Julieta, adquirieron cierta continuidad y, progresivamente, pasaron de la admiración musical a la personal. "Me gustas ―decía ella―, pero ¿te esforzarás de igual modo para conseguir mi amor?" "Tú, también me gustas ―respondía él―. Poco a poco, con el mismo tesón e interés que pongo en el piano, conseguiré ganar tu corazón; lo sabrás cuando interprete para ti, la más difícil de las partituras".

Poco tiempo después, el muchacho le anunció: "He conseguido interpretar sin fallos el Estudio "Revolucionario" de Chopin. Mañana lo escucharás. Ésa será la prueba de mi amor".

 

Llegado el momento, la muchacha y parte del vecindario escucharon entusiasmados los primeros y complicados compases del Estudio nº 12 de Chopin, interpretados de forma magistral. Sin embargo, la casualidad quiso que un vecino empujara sin querer un tiesto colocado en el alféizar de la ventana, precipitándose en el vacío. Un ¡¡Ohhhhh!! se escapó de las gargantas de los improvisados oyentes, que sacaron la cabeza por la ventana al escuchar el estruendo, curiosos por comprobar los daños. Nuestro intérprete hizo lo mismo, mientras la melodía, sorprendentemente, proseguía...

Al comprobar que los prodigiosos sones procedían de una grabación, nuestra Julieta dio "calabazas" al apuesto Romeo.

 

MORALEJA: Nunca aparentes lo que no eres.

 Ilustraciones de Manuel Malillos Rodríguez




jueves, 18 de septiembre de 2025

 

AMOR  LEJANO

 


Mar y cielo se han fundido

en abrazo enamorado.

¡Oh atardecer dorado!

Las gaviotas ya se han ido

a reunirse en su nido

con sus amores cercanos.

Los nuestros por ser lejanos,

no ven el mismo horizonte,

tú en el río y yo en el monte.

¡Cómo pasan los veranos!  


domingo, 14 de septiembre de 2025

 

PASAJES DE “CÉCILE. AMORÍOS Y MELANCOLÍAS DE UN JOVEN POETA”(110)

CAPÍTULO X

La Ambición



 

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Tanto a mi hermana como a mí nos temblaban las piernas cuando, en un caluroso domingo de mayo, nos vimos en la necesidad de transportar las soperas y las bebidas desde la cocina hasta la mesa, donde nuestros nuevos amigos fueron agasajados. Nunca habíamos ejercido de camareros, aunque nuestra impericia pasó inadvertida por los comensales que, sin ningún recato, asiendo la cuchara de manera improcedente, dieron buena cuenta del primer plato: patatas con costilla de cerdo.

Doña Tasina, que acumulaba en sus dedos todos los anillos del mundo, llevaba su cabeza al plato cada vez que se alimentaba, y no al revés, según rezan los manuales de educación y buenas costumbres. En postura tan forzada, el sombrero de plumas de ganso, del que no se había despojado, rozaba los perniles del lechón, que situado ante ella en la correspondiente cazuela de barro, esperaba pacientemente a ser descuartizado. Tanto don Augusto como sus hijos, Cuco y Nino, saciaron su apetito con la misma rapidez que su esposa y madre, sin apenas intercambiar palabra. La sed que les provocaba el asado la apagaban vaciando continuamente las copas de un rosado cigaleño que mi padre aportaba para la ocasión. Tras consumir de postre la especialidad de la casa, es decir, el flan que con tanto esmero preparaba Petra, doña Tasina se deshizo del sombrero. Transformada su cara en una enorme cereza granate rebosante de calorías, pidió permiso para deslizar las medias hasta los tobillos. De esa guisa, con las ligas y medias en las canillas y repanchingada en el sofá, sorbió el café sin añadirle azúcar, pues, según ella, estaba haciendo régimen de adelgazamiento. Don Augusto se desinhibió completamente, animado por el moscatel, y solicitó tomar una copa de coñac, “para no perder la costumbre”.

―No hay mejores momentos en la vida ―afirmó― que los que se disfrutan en familia o en compañía de unos buenos amigos después de una excelente comida. Eso y una partidita de mus, es el complemento ideal de una jornada feliz. ¿No tendrá usted una barajita para pasar el rato en tanto me fumo una faria? ―preguntó.

Mi padre, haciendo de tripas corazón, pidió a Petra la baraja con la que hacía solitarios, y no tuvo más remedio que emparejarse con don Augusto para enfrentarse, durante más de una hora, a los dos vástagos, mucho más expertos que los mayores en el arte de cantar “pares” y “nones”.

                                                                                             ……………………………………………..

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 11 de septiembre de 2025

 

PASAJES DE “LAS LAMENTACIONES DE MI PRIMO JEREMÍAS” (110)

CAPÍTULO VII

Se acerca la Fiesta

 

 

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María, la Perdiz, se alegró cuando llegamos a su casa. No hizo falta pedirla permiso para subir al balcón, porque ella misma nos esperaba.

―Subid al balcón y hacer compañía al Caparras. El hombre se ha tenido que subir «escapao», porque con el gentío que hay, por poco lo asfixian y, si se me muere el Caparras … ¡a ver luego cómo me entero de lo que pasa en el pueblo! ―dijo la mujer sonriendo.

Las charangas no dejaron de sonar desde que se apostaran bajo el balcón del Ayuntamiento, esperando la salida del alcalde. Entre cántico y cántico, los resecos gaznates se refrescaban apurando los cubos de limonada, no pudiendo evitar teñir de rojo las camisas. Rufino no daba abasto en la apremiante misión de repostaje, sirviendo cerveza o rellenando con limonada los exprimidos cubos, en tanto que ofrecía su corral para alivio de vejigas necesitadas. Cuando los más impacientes empezaron a corear: «Alcalde: échate la siesta, después de la fiesta», hizo su aparición en el balcón del Ayuntamiento el regidor, acompañado de la Comisión de Fiestas.

―¡Ése es mi padre! ―gritó Jeremías, cuando vio al Mecagüen junto al alcalde, acompañado, entre otros, de sus inseparables Veo Doble y Entrepierna.

Fue precisamente el Mecagüen quien, con el rostro totalmente congestionado, trastabillándose sin causa aparente, logró alcanzar la barandilla para, desde allí, subiendo y bajando a un tiempo ambos brazos, intentar acallar a la multitud sin conseguirlo, hasta que salió por donde solía:

―¡«Mecagüen»… hasta la leche que os han «dao»! ¡Callaos! ¿O es que no va a poder hablar don Sebas?

Como la indicación no surtió efecto, el Mecagüen fue más explicito en su segundo requerimiento:

―¡Su os queréis callar de una puta vez! ―gritó, totalmente fuera de sí.

Con el personal más apaciguado, don Sebas, con la dignidad propia del cargo, dio lectura a una cuartilla en la que llevaba escrito: «Queridos convecinos: en el día de hoy, reunida en sesión extraordinaria esta Corporación Municipal junto con la Comisión de Fiestas, hemos resuelto que mañana, cuatro de agosto, festividad de santo Domingo de Guzmán, patrono de este pueblo, se lidien para disfrute del personal, tres novillos-toros de don Aquilino Martínez, de la dehesa del Cubeto…»

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domingo, 7 de septiembre de 2025

 



BLANCA LUNA

 

 

Te espero como te esperaba siempre

hincada de rodillas la memoria

en el rostro iluminado que me atrapa.

Se tiñe de violetas el cielo

y el contorno de tus ojos,

vigilantes guardianes de los sueños,

acarician insolentes el espacio

que pretende ser sólo mío.

 

Un lucero se estampa en el panel de estrellas

que diviso a pesar de las mil luces

que me ciegan

mientras escucho

el estrépito de la circulación aturdiéndome.

 

Por una rendija abierta a la esperanza,

de la noche, surge la interrogante de la luna

borrando el fulgor que contemplo.

Tú, eres la luna que me aparta

de los momentos futuros no vividos

con visos de aventura figurada.

Tú, apareces en los momentos más oscuros de la noche

aclarándolo todo,

para que ninguna estrella me deslumbre

un momento.

Tu mano segura me guía

y me descubre otras galaxias

sin que ninguna logre eclipsarte,

para que no olvide jamás

la encendida claridad

de la mañana

en tu mirada.

 

jueves, 4 de septiembre de 2025

 

HAIKUS DEL PROMETEDOR SEPTIEMBRE

 

 

Dejar agosto

y su calor tenaz

me tranquiliza.

 

No hay un mes,

dorado como este,

que brille tanto.

 

Entre las nubes

adivino celajes

amarillentos.

 

Dadme paraguas

por si la lluvia llega

sin avisar.

 

Amor: yo quiero

revivir nuestro abrazo

cada septiembre.

.

Fotografía de Nicolás Ventosa.

 

 

domingo, 31 de agosto de 2025

 

ARIADNA

 

Acabo de despedirme de Ariadna. A propósito, la llave parecía no encontrar su lugar en la cerradura: un beso. Nuevo intento aposta fallido: otro beso, esta vez más prolongado y cuando por fin se abrió la cancela, la imagen de su mano, lanzándome besos, me ha acompañado hasta llegar a mi apartamento. Cogidos de la mano habíamos caminado por la larga avenida sin apenas darnos cuenta de que las farolas nos iluminaban intermitentemente a intervalos constantes. Casi no habíamos hablado, tan solo miradas, muchas miradas, complacientes miradas de enamorados. En cada una de ellas, una sonrisa de aprobación y un agradecimiento implícito a la vida que nos deparó aquel primer encuentro inolvidable en la boda de amigos comunes.

¿Eres amiga de Marta?— le pregunté. Y tú de Alfredo, ¿verdad?—me respondió con la seguridad de haber acertado.

Quizás hubiera bastado este pequeño intercambio de palabras para darme cuenta de que algo nuevo, delicadamente sugerente, acababa de comenzar. Pero el convite, los brindis, el baile y la tarde misma siguieron su curso. Al despedirnos, nos pedimos los números de teléfono. A los pocos días, ya sabía el suyo de memoria de tanto repetirlo.

He comenzado a contar mi personal historia de amor por el final. Quizás no debería haberlo hecho así, porque las historias, sobre todo si son de amor, deben terminar felizmente y no comenzar de esta manera. Culminar un bello proceso, requiere pasar, generalmente, por varias etapas anteriores: muchas tardes de espera, alguna que otra noche de desasosiego e incontables parciales fracasos…

A la memoria acuden los melancólicos momentos que me proporcionó aquella esbelta profesora de Historia del Arte, no sé cuántos mayor que mis recién cumplidos dieciséis, que parecía no percatarse de mi desaforado interés por preguntar y preguntar sobre la escultura etrusca en la que ella era una experta. Contestaba a mis preguntas con la mirada esperanzada de haber encontrado un futuro seguidor de sus complejas teorías sobre la materia y yo esperaba de manera absurda, una simple caricia que me gratificara, al menos, de la preparación exhaustiva de mi fingida preocupación por un tema que me resbalaba.

¡Y qué decir de Maribel! Una monada veinteañera que en pocos días rebosaba de amor por mí al conocer que había concluido la carrera y que se desinfló en menos tiempo al saber que mi Ingeniería era de Grado Medio. ¡Demasiado poco para ella! El día en que concluí el Grado Superior me dieron ganas de escribirle una carta que contuviera una sola palabra: ¡Necia! Pero pensé que bastante trabajo tenía con pasearse calle arriba, calle abajo, en busca de un hombre al que amar por lo que tenía y no por lo que fuera.

Entre tanto, Nunchi, Reyes,Sélene…con sus pros y contras, las que deseché y las que me desecharon… Pero hoy, todo eso es solo recuerdo. Bastó la mirada de Ariadna en aquel dichoso día, para reconocer que era ella a quien esperaba. Ahora, a punto de llegar a casa, sé que su mirada me seguirá acompañando, incluso cuando  cierre los ojos antes de dormirme, porque lograré soñarla.


 

jueves, 28 de agosto de 2025

 

LA VIDA DE MAGÍN PUERRO

-XXV-

 

 

Sin un viaje de boda,

sin unos días de asueto

parece no estar completo

el santo ceremonial,

pero pecado mortal

era cerrar el caseto.

 

De manera que María

tuvo los días siguientes

que despachar a la gentes

escuchando groserías

sobre supuestas orgías

de los rijosos clientes.

 

Soportando los pesares,

nuestra joven desposada

pensó que estando casada

no tendría que aguantar

cuchicheos que frenar

siendo ella la citada.

 

Buscó refugio en Magín,

que escuchando a su mujer

le dijo nunca creer

de necios habladurías

pues es perder energías

con agua y sed no beber.

 

 

Una tarde de verano,

María sintió una arcada,

después la cerviz helada

y un no se qué incierto.

Creí estar en lo cierto

¡Mi mujer embarazada!

                                     

domingo, 24 de agosto de 2025

 



TRÍO   EL  FAROLITO

 

De acontecimiento musical, sorprendentemente maravilloso, he de calificar la actuación de este trío que está recorriendo numerosas localidades españolas con canciones evocadoras que hacen que sus melodías te sumerjan en un oasis de sublime paz interior.

He tenido la ocasión de escucharles el pasado doce de agosto en Castillejo de Robledo (Soria) con ocasión del aniversario matrimonial de una entrañable pareja de amigos a la que fuimos invitados mi mujer y yo. Como fin de fiesta, nuestros anfitriones habían contratado a este trío que nos deleitó durante cerca de dos horas con un extenso y escogido repertorio.

El conjunto se formó en plena pandemia para rendir homenaje a esas canciones que han formado parte de la banda sonora de nuestras vidas.

La viola de Paloma Trillo, la flauta travesera de José Luis Diéguez y la voz y guitarra de Javier Celada componen esta formación, donde la interacción de sus instrumentos crea una amalgama de emociones, llevando al público a un viaje nostálgico a través de sus texturas sonoras y sus letras conmovedoras. Su repertorio comprende melodías que pretenden hurgar en los corazones del público, evocando infancia, familia y tiempos pretéritos con canciones como Veinte años, Un Compromiso, Cuesta Abajo, Aires de la Alameda… sumergiéndonos en la magia eterna de un género que nunca pasa de moda, con baluartes de la talla de Gardel, Machín, Mercedes Sosa, Miguel Matamoros o los mismísimos Alameda.

Como dicen que los buenos acontecimientos hay que propagarlos, hago un llamamiento a Alcaldes, Delegados de Cultura y también a particulares para que en sus Fiestas Patronales o Celebraciones incluyan a este afamado trío en sus Programaciones, con la seguridad de que no quedarán defraudados.

Contratación: La Karaba Producciones 609 204 374

Más información:

Youtube: https://www.youtube.com/@trioelfarolito3708

www.youtube.com

Instagram: https://www.instagram.com/trioelfarolito/

www.instagram.com

Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100066515779984

 



 

jueves, 21 de agosto de 2025

 

FÁBULA DEL POTRO ESFORZADO

 

 

Después de venir al mundo, nuestro potrillo tardó un tiempo en tomar conciencia de que la vida no le iba a regalar nada. Contó desde un principio con el alimento y los consejos maternos, aunque no comprendía muy bien por qué, antes de cada "toma",  su madre le obligaba a correr tras ella si quería obtener el premio del alimento. Tampoco llegaba a descubrir la razón por la que el hocico materno le molestaba, incitándole a ponerse de pie y a abreviar la siesta, para seguir correteando en la inmensa llanura en donde pacía junto con cientos de sus congéneres.

A los pocos días de que un hermoso alazán enamorara a su madre, notó menguar la cantidad de leche y supo el esfuerzo que suponía buscar el alimento y lo costoso que resultaba digerir la celulosa. Pero lo más triste estaba aún por venir... Ocurrió una mañana en que fue bruscamente separado de su madre y llevado, junto con otros potros de edad similar a la suya, a otra zona de la finca alejada del lugar en que nació.

Allí la alimentación era abundante y cada quien podía a hacer lo que le apeteciera. Unos pasaban el tiempo comiendo y descansando, otros corrían todo el rato de aquí para allá, fortaleciendo sus músculos, a la par que, con cabriolas de dificultad creciente, intentaban estar siempre en forma. Nuestro potrillo dudaba, sin saber a qué grupo imitar.

La respuesta la obtuvo cuando comprobó que aquellos que se esforzaban en correr eran domesticados y entrenados por unos jinetes elegantemente vestidos de jockey, en tanto que a los perezosos, de mayor peso, los introducían en un camión y nunca volvía a saber de ellos.

Fue entonces cuando comprendió y agradeció los esfuerzos maternos por conseguir que él fuera de mayor un caballo de carreras, y desde ese momento se entrenaba cuanto podía. Pasado un tiempo, resopló con gozo cuando vio alejarse el camión con algunos de sus compañeros, mientras él era elegido para competir en un hipódromo.


MORALEJA. El esfuerzo siempre tiene recompensa

Ilustraciones de Manuel Malillos Rodríguez.

 

 

 







domingo, 17 de agosto de 2025

 

                                     REFLEXIONES CAROLINGIAS (LXXIX)        

 

Después de una discusión con tu mujer, es fácil que, como represalia, comas ese día “Patatas viudas”. Cuando el entuerto se haya solucionado, paladearás gustoso “Patatas revolconas”.

Para que luego digan que los nombres no guardan relación con el destino de las personas. En una familia numerosa de Vertavillo de la Hinojosa, la hija mayor, Celia, resultó ser celiaca, Magdalena trabajaba de confitera, Narciso fue jardinero, Amador se casó tres veces, y las mellizas, Virginia y Pura, entraron en un convento.

El lenguaje gestual funciona.  ¿Qué te ha parecido la comida­?—¨preguntó la esposa—. El marido, sin pronunciar palabra, arqueó las cejas. –Pues la próxima vez la vas a hacer tú—aseveró la mujer.

Por si no lo sabíais, el 73% de los espacios Loom cuenta con certificación de sostenibilidad Leed o Breeam. Más claro imposible.

Leyó con fruición una novela hasta la página 390. Después, se estropeó el ventilador y perdió el gusto por la lectura..

“La dulzaina ni tocarla”, aseveró un doctor, al enterarse que uno de sus pacientes era diabético.

Juraría que la mosca que me está molestando mientras escribo, es la misma que fumigué anoche.

Probó a ver qué se sentía siendo político y después ya nunca dijo la verdad.

Debido al lenguaje inclusivo, el CONGRESO DE LOS DIPUTADOS pasará a llamarse, simplemente, CONGRESO. La próxima reforma consistirá en que los leones de la fachada, sean uno macho y el otro hembra.

Mirar las Perseidas es un espectáculo fabuloso, pero no las observes mientras conduzcas, porque puedes morir estrellado.

La novia que tuvo en enero, le dejó muy frío. Otra cosa muy distinta es la que acaba de conocer en este mes de agosto.

Macario, un nuevo rico, decía que los domingos iba a ver saltar a sus caballos en la épica.

 

 

 

jueves, 14 de agosto de 2025

 

ABDUCIDA

 

Elisa se quedaba siempre mirando a las estrellas. Habíamos hecho nuestro un banco del parque desde el que se contemplaba el rio encajonado en su cauce y el discurrir tranquilo del agua bajo el puente romano. Era una costumbre que iniciamos apenas unos días después de confirmar nuestro noviazgo. El fulgor de su cara y el brillo de sus ojos, parecían transmutarse cuando, desde el privilegiado mirador, alzaba su vista hacia el cielo y se quedaba absorta, sin palabras, hechizada por el espectáculo de un cielo cuajado de estrellas.

Mientras ella elevaba su mirada, yo, más carnal, no osaba molestarla y distraía mi vista entre los carrascos de la ribera por si tenía la fortuna de divisar alguna pieza de caza, mientras aspiraba los aromas de la lavanda y, pacientemente, esperaba que la oscuridad me ofreciera la posibilidad de estrecharla entre mis brazos.

Cuando eso ocurría, en los momentos más íntimos, me confesaba: “Me siento atraída por el brillo azulado de un lucero. Me gustaría poder subir por una escalera mágica hasta sentir el calor de sus rayos y desentrañar la enigmática llamada de sus destellos”. “Sería bonito—contestaba yo, más interesado en esos momentos, en probar la tibieza de sus labios”. Al abandonar  el banco, dirigía una última mirada hacia el lucero y se despedía de él, lanzándole besos y agitando las manos.

El baile o el cine no atraían mucho la atención de Elisa,en cambio, le apetecía coger mi mano y pasear por la Ronda que circundaba la ciudad hasta llevarme, sutilmente, hacia su lugar preferido de observación. Hasta en los días nublados mostraba esa querencia,  aunque la circunstancia de no poder ver su estrella favorita le acarreara el consiguiente enfado.

Poco a poco, me di cuenta de que, en ese lucero, tenía un serio competidor, máxime cuando, a medida que pasaban los días, dedicaba más tiempo al lucero que a mí. La gota que colmó el vaso de mi paciencia fue un día que respondió a mis requerimientos amorosos, apartándome y susurrándome con voz entrecortada: “No puedo evitarlo. Aunque sé que te enfada, ese lucero me tiene enamorada. Todo en él me parece bello y el hecho de no poderlo alcanzar me sume en un sinvivir en el que me gozo esperanzada”. Me quedé sin palabras y acompañé a Elisa hasta su casa por última vez.

En mi habitación  he  repasado muchas veces los dulces momentos que viví con ella y mi frustrante impotencia al no poder competir con un rival tan diferente a mí y tan extrañamente idealizado.    

De vez en cuando, a hurtadillas, seguí acudiendo en los meses siguientes hasta el parque de la Ronda. Allí la encontraba absorta, mirando fijamente el celaje sobre el que destacaba el lucero. Incluso alguna vez me pareció escuchar  palabras de enamorada.

Un mal día, el banco se quedó vacío y desde entonces no he sabido nada de ella. Su casa  parece estar abandonada y nadie responde cuando intento contactar con ella por teléfono. Me pregunto si no habrá sido abducida por el lucero o, tal vez, acogida en alguna institución en donde siga alimentando el sueño del encuentro con su amado.

 

domingo, 10 de agosto de 2025

 

SOL DE AGOSTO

 

Este sol que reverbera

sobre la mies segada,

posee, pese a su increíble fuerza,

síntomas de cierta decadencia.

 

Como el primer amor, apenas nacido,

rasga el aire con gemidos eternos,

consciente, de que la apariencia

vigorosa y profunda del sentimiento,

está  a merced del destino y, como el pino,

del imprevisible rayo.

 

Intuye que el olor a ozono,

puede borrar en un momento

el aroma penetrante del feliz encuentro.

 

Salta como corzo en la floresta

el amor consolidado

y, a su vez, titubeando, vacila,

porque la vida muda a cada instante

y está seguro que tras el bochorno,

ha de llegar el frío invernal

que puede congelarlo todo.

 

Dura verdad que el gemido de placer

anuncie muerte y que la agobiante realidad

que te sofoca cuando el calor te invade,

amarillee hoy, lo que ayer fuera verde primavera.

 

Antes de que el arado ennegrezca el rastrojo,

goza vida, abrazando la ilusión primigenia,

disfruta con pasión, cual última vez,

del calor agobiante de este tórrido verano.

 

 

 

jueves, 7 de agosto de 2025

 

LA MUERTE DEL CISNE

 

 

Parece estar comprobado, que aquellos acontecimientos que quedan grabados en nuestra mente en los primeros años de  existencia, no se borran con facilidad. Al menos así le ocurrió a Germán, abogado, asesor fiscal y melómano recalcitrante, que desde edad muy temprana, se sintió atraído por los encantos de una compañera de Colegio, sin que supiera, como ocurre en estos casos, el motivo de tal fijación.

Hijo de un violinista de la Sinfónica de su localidad y de una profesora de piano, es fácil imaginar que Germán aprendió antes a leer partituras que a juntar las letras. Tenía tan buen oído y una predisposición tan atinada para modular sonidos que, sus padres no dudaron en matricularle en la Escuela de Voz y Canto a fin de que su hijo fuera con el tiempo, un tenor de prestigio.

Germán, ajeno en un primer momento a los planes de sus progenitores, se sintió atraído al poco de comenzar sus estudios de Primaria, por una compañera, Alicia, cuyos  ojos dulces y cándidos poseían una mirada singular. Las cintas o diademas de vistoso colorido que hermoseaban su rubio cabello, eran otro aliciente más para que prestara mayor atención a la nuca de la niña que a las explicaciones de la maestra. Germán, vivió ese curso y los siguientes, admirándola. Disfrutaba en silencio contemplando  la hermosura cada vez más atrayente de la adolescente, sin atreverse a declarar esta atracción a la interesada, por miedo a que una respuesta negativa rompiera esa fascinación tan atrayente. Imaginaba que su amor platónico era la protagonista de Lakmé en la ópera de Delibes, o la princesa Odette en el célebre ballet ”El lago de los Cisnes de Chaikovski y hacía quiméricos planes soñando con que su ilusión se haría realidad en cualquier momento.

La casualidad o el destino hizo, que fuera ella quien iniciara el acercamiento con motivo de la fiesta de graduación. Alicia quedó prendada de la voz de Germán y preguntó a éste por el camino a seguir para que ella pudiera llegar a ser bailarina de ballet, una profesión para  la que creía estar capacitada.

  — No tienes ningún problema.  En mi misma Academia también se imparten ese tipo de estudios—respondió, Germán—. Si lo deseas, yo mismo te presentaré al Director para que cuanto antes comiences tus estudios.

Los gustos artísticos comunes y las consiguientes idas y venidas juntos al mismo Centro de Estudios, propiciaron que ambos jóvenes se enamoraran y que se hicieran realidad todas las expectativas de Germán. Sin embargo, así como él no progresaba en canto lo que debía, los profesores descubrieron en Alicia unas portentosas facultades que la catapultaron en poco tiempo a ser una bailarina de prestigio, actuando en Ballets  cada vez más renombrados, con lo que sus salidas al extranjero menudearon con la consiguiente disminución del tiempo dedicado al noviazgo.

Una mañana, Germán recibió la fatal comunicación en que Alicia le manifestaba el fin de la relación “por la imposibilidad de continuar una relación a distancia”

Germán, enormemente disgustado, abandonó todo lo que tuviera algo que ver con el canto, aunque, por el momento, no podía reprimir alguna lágrima cuando escuchaba “El lago de los cisnes”, e imaginaba, en cada audición, junto a la muerte de su amor, la del cisne al que Alicia daba vida; Alicia, aquella niña de mirada singular que lucía en el pelo cintas de colores.