EL HOMBRE DE LAS DIEZ NOVIAS
(Obra teatral en tres Actos)
ACTO PRIMERO
(En la consulta de un psiquiatra)
PSIQUIATRA
XXX— Buenas tardes. Sea bienvenido, señor paciente; acomódese en el diván, relájese
y dígame todo aquello que le preocupa y que ha motivado esta consulta.
PACIENTE—
Verá, doctor, el caso es que me da mucha vergüenza, pues son temas muy íntimos
que pertenecen a mi anterior vida amorosa. ¡Si mi mujer supiera que estoy en su
despacho...!
PSIQUIATRA
XXX— En ese sentido no tiene por qué preocuparse. Mi secreto profesional me
obliga a no difundir quienes son mis pacientes, ni lo que aquí se diga, sin
embargo, le advierto que toda la conversación quedará grabada para poder
escucharla de nuevo; esto me ayudará a emitir un mejor diagnóstico.
PACIENTE—
Siendo así...
PSIQUIATRA
XXX— Comience, por favor.
PACIENTE—
Ejem ejem. Dudo si no estaré cayendo en algún tipo de locura, pero desde hace
algún tiempo me suceden cosas muy extrañas. Cuando me acuesto, caigo en un
profundo y repetitivo sueño en el que me siento acompañado por todas las novias
que tuve hace años. He de decirle que en mi juventud viví una sucesión de malos
hábitos con mujeres de moral licenciosa y, ahora, revivo esos momentos de
pasión desenfrenada y alocadamente feliz, disfrutada en cada uno de esos
noviazgos, pero, si cabe, en una atmósfera de idílica placidez, con sensaciones
más intensas y agradables de las que gocé en su momento. Cada noche pienso en
Sandra, Merche, Lidia... todas son protagonistas de mis sueños y me hacen
disfrutar lo inimaginable.
PSIQUIATRA
XXX— Cuente, cuente...
PACIENTE—
No me resultará fácil narrarlo, pero lo intentaré. En ese mundo imaginario,
todo es felicidad. Las mujeres me complacen como odaliscas, los colores son
sorprendentemente intensos, una música embriagadora acompaña cada una de
nuestras acciones en escenarios suntuosos especialmente diseñados para nosotros...
Al despertar, mi casa me parece poco menos que un establo y mi mujer..., ¡pobrecilla!,
sufre muchísimo, porque al parecer pronuncio en sueños el nombre de alguna de
mis antiguas novias. Ella sabe que antes de conocerla tuve algunas novietas,
pero ignora que fueron tantas y desconoce, por supuesto, los escabrosos
detalles de esas relaciones.
PSIQUIATRA
XXX— Me parece interesantísimo su caso. Si le parece, entremos en materia:
cuénteme esas experiencias; algunas veces, al contar el obsesivo sueño, éste
desaparece.
PACIENTE—
Esperemos que así sea, doctor. Verá, la primera aventura fue con Sandra.
Recuerdo el viaje tan maravilloso que nos llevó a disfrutar una semana entera
en una suite de un hotel de Ibiza, desde el que se dominaba toda la costa. Ella
me besaba a cada instante y......... (media hora más tarde)......... Fue
extraordinario el baño que nos dimos a la luz de la Luna, después....... (una
hora más tarde)....... Entonces me desperté y el embrujo de lo soñado
desapareció, porque me vi zarandeado por mi mujer, que me preguntaba sobre la
Sandra en cuestión. De maravilloso sueño, pasé a tener, despierto, una
pesadilla.
PSIQUIATRA
XXX— Me parece tan interesante todo lo que me ha contado que le cito para la
próxima semana y le reservo la tarde entera.
PACIENTE—
Pero eso me costará un montón de dinero, ¿no?
PSIQUIATRA
XXX— Por el dinero no tiene por qué preocuparse: le cobraré como una sesión
normal. Espero, impaciente, el martes próximo. Que tenga una feliz semana.
PACIENTE—
Adiós, doctor, y gracias.
ACTO SEGUNDO
(En el mismo escenario, una semana más tarde)
PSIQUIATRA
XXX— ¿Qué tal? ¿Todo bien?
PACIENTE—
Buenas tardes, doctor. Desde la anterior sesión he notado un cambio sustancial.
Sandra ha desaparecido de mis sueños y ya solo imagino lo sucedido con las
otras nueve novias.
PSIQUIATRA
XXX— Parece que la terapia va dando sus frutos. Pero no perdamos tiempo,
continúe su interesante relato hablándome de su segunda novia.
PACIENTE—
Merche tenía una sonrisa encantadora y un busto imponente. Su pasión era el
baile, en concreto, el tango. Nos fuimos a Argentina. Allí bailamos..............
En las Cataratas de Iguazú nos ocurrió algo maravilloso, cuando..............
De regreso en el aeropuerto, desperté del sueño y me encontré con mi mujer.
¡Qué despertar tan amargo!
PSIQUIATRA
XXX— Dejemos la realidad y regresemos a los sueños. ¿Qué sucedió con Lidia, que
creo fue su tercera novia?
PACIENTE—
Lidia, era rubita pero, ensoñándola, su cabello relucía como el mismo sol. No
era excesivamente cariñosa, pero recorriendo con ella la fría noche de Moscú,
sus brazos y su cuerpo me proporcionaban el calor necesario, es más, en un
momento en que........... después, visitando en San Petersburgo el Hermitage, vi
que tenía un cuerpo exactamente igual que la Afrodita de uno de los cuadros que
allí se exhiben, fue entonces cuando................ Al final, sentí frío y
grité: ¡Lidia! ¡Lidia! y me desperté totalmente destapado. Mi mujer empleó esa
artimaña para que dejara de gritar su nombre.
PSIQUIATRA
XXX— ¡Qué sueños tan apasionantes! Continúe, por favor, con el resto de sus
compañeras sentimentales.
PACIENTE—
En el Festival de Río disfruté lo indecible con Yolanda, mi cuarta novia en el
sambómetro...................... (dos horas más tarde)...............................
Antonella, la séptima, era una bella siciliana, juntos recorrimos Palermo...............
(tres horas más tarde).......................... Comiendo percebes en las Rías
Baixas con Maruxa, mi décima novia, me despertó mi mujer. En esta ocasión no
pronuncié el nombre de mi amor gallego pero, al parecer, proferí quejidos de
placer. Me libré de la bronca pretextando haber cenado mucho.
PSIQUIATRA
XXX—Bien, bien, mi querido amigo. Creo que ya tengo material suficiente para
emitir un juicio, Estoy convencido de que su caso pertenece a un tipo de sueño
obsesivo que se cura sin medicación. Al contármelo, usted se ha liberado de su
ajetreada vida anterior. Debe estar tranquilo y hacer cenas muy ligeras, ya
verá como esos sueños desaparecerán. Le cito para dentro de cuatro semanas y ya
me cuenta su evolución. Le cobro la tarifa normal, son doscientos euros.
PACIENTE—Gracias,
doctor. Nos vemos en un mes.
ACTO TERCERO
(En el mismo escenario, un mes después)
PSIQUIATRA
XXX— ¿Qué tal, amigo?, ¿Cómo fue todo?
PACIENTE—
¡Genial! ¡Increíble, doctor! No he vuelto a tener aquellos sueños de recuerdos
tan pecaminosos.
PSIQUIATRA
XXX—¿No se lo dije? El suyo era un caso muy fácil de diagnosticar y de curar.
PACIENTE—
Le estoy muy agradecido, doctor. No solo ha curado mis sueños obsesivos, sino
que la felicidad ha vuelto a mi matrimonio. Mi mujer me quiere como cuando nos
casamos. Cree ser mi primer amor, han desaparecido sus celos y, por mi parte,
ahora vivo el amor verdadero, nada de tonterías en sueños imposibles.
PSIQUIATRA
XXX— Me alegro mucho, joven. Está usted totalmente curado, Le doy el alta y si
volviera a las andadas, cosa que no creo, ya sabe dónde me tiene. Por cierto,
son doscientos euros.
PACIENTE—
Gracias, doctor. Sus honorarios me parecen ajustados. Lo que ha hecho usted por
mí no tiene precio, Gracias, muchas gracias
FIN
Una
vez caído el telón una voz en off comunica
al auditorio que, un año más tarde, el Psquiatra XXX, resultó ser el ganador
del Concurso Literario más importante de España de Relatos de Amor, por su
novela titulada: "El hombre de las
diez novias"